Pentathlón Menor.

Semillas de la Patria futura...


Arturo Ortega

Los integrantes del nutrido grupo menor del Penta Jalisco, habíamos sido convocados por el Estado Mayor a participar en los eventos del 35 aniversario de la fundación de nuestra querida institución. Eramos entonces muy jóvenes, adolescentes y niños, pero con mucha veteranía en la vida del Penta.

Había mucha alegría y expectación. El programa incluía festival deportivo militar, charreada, desfile, torneos deportivos, entrevistas en radio, prensa y televisión, baile de gala, etc.

Juan Pablo Ramírez Sahagún jefe de Organización y Propaganda nos ordenó distribuyéramos profusamente volantes, carteles e invitaciones que contenían la programación de los eventos y que los mismos pentathletas habíamos elaborado en nuestro inolvidable cuartel de la calle de Humboldt, unos haciendo los diseños, otros cortando el papel, otros imprimiendo en serigrafía. Hicimos, recuerdo bien, miles de carteles luego de varias noches de trabajo. No indicó en una academia que el éxito de la propaganda residía en la repetición y que había que inundar a Guadalajara con el nombre Pentathlón, creanme amables lectores, que así lo hicimos.

Llegado el momento, pegamos un brinco de alegría al conocer que la zona que debíamos cubrir era el centro histórico, de la otrora perla tapatía.. Una compañía de infantes, uniformados y entusiastas, nos aprestamos a pentathlonizar la zona centro con nuestra propaganda. Llegamos a la plaza Los Laureles en perfecta formación. Era domingo por la mañana. Allí nos esperaban unas cuadrillas del grupo mayor, con los carteles, engrudo, cinta adhesiva y las instrucciones finales.

En nuestra visión de niños entendíamos que había que dar a conocer a como diera lugar nuestros ya inminentes eventos. Y lo hicimos a tambor batiente.

Nos dividimos en pelotones y establecimos las rutas así como la hora de reunión una vez terminada la operación.


Dirigentes del Penta Menor, Jalisco en 1968: José Luis Gómez Ramírez, Francisco Javier Gómez Martínez y Arturo Ortega Ponce

Nos “armamos” con carteles, engrudo, brochas y...al ataque.

A paso veloz como si se tratara de una carrera comenzamos a tapizar las paredes del centro con nuestros carteles, no dejábamos centímetro sin cubrir. Con improvisadas escaleras, haciendo equilibrio con pirámides humanas muy bien aprendidas en instrucción, pegamos propaganda impresa en los lugares más inverosímiles, allá donde las arañas hacen su nido, en lo alto de los postes de teléfonos, banquetas, aparadores de los almacenes, macetas, fuentes, autobuses del servicio público, fachadas, frontispicios, columnas, etc.

Con ayuda de agentes de tránsito detuvimos el tráfico de vehículos en pleno centro de la ciudad para entregar publicidad en la mano de los conductores.

Estábamos convencidos de que lo que habíamos hecho estaba bien, que la sociedad tapatía debía conocer al Penta, su aniversario y los eventos.

Pero además, nos dimos a la tarea de encimar con nuestros posters la propaganda de los “conciertos” de rock, donde se distribuye droga y donde las y los jóvenes se prostituyen. También cubrimos propaganda marxista y de maricones. Registramos algunos altercados con vagos y uno que otro transeúnte que le parecía incomodo nuestro actuar y mensaje, pero salvo intercambio de manotazos y puntapiés la cosa no pasó de ahí.

En la plaza llamada de las sombrillas el escudo del Penta predominó por varios meses porque ni los empleados de limpieza alcanzaban a quitar los carteles.

No faltaron los mequetrefes que rayaron con insultos o destruyeron algunos carteles, les dolía que hubiese una juventud diferente a la masa, una juventud con personalidad, con ideales y entusiasta.

Al final de la jornada se supervisó el trabajo y las llamadas de atención a los alegres integrantes del grupo menor, no se hicieron esperar, toda vez que nos habíamos excedido en la acción, no pretendimos molestar a nadie ni violentar algún reglamento.


Patio de Recreación del Cuartel General Ciudad de México, nuestros hermanos del Penta Menor, al centro el comandante Leopoldo Nava Cruz jefe de la secc. Militar y la cadete Tere Aguilar. Un abrazo a todos.

Al día siguiente, el secretario y síndico del ayuntamiento de Guadalajara “el gato” González Romero, radicalmente liberal y que odiaba al Penta, se permitió citar al comandante de la zona Lic. Oscar Castellanos Franco para exigir una explicación e intentar multar a la institución por supuestos abusos en la distribución de la propaganda, y el iluso quería que quitásemos todos los carteles. Con respeto pero con firmeza, nuestro comandante dio la pertinente explicación y le dijo al funcionario que si aprovechábamos para quitar la propaganda marxista, pornográfica, satánica, etc. etc., que ensuciaba las paredes sobre todo de las bellas fincas históricas del centro de la ciudad. El burócrata calló, molesto volteó la cara hacia un enorme cuadro de Benito Juárez y dio por terminada la entrevista.

Los eventos de aniversario transcurrieron sin ninguna novedad. Con participación de cientos de Pentathletas: una vistosa charreada, un torneo estatal de karate y el baile de gala en la pista de hielo de la avenida México con la orquesta de Arturo Javier González.

Esta era otra de las muchísimas actividades en las que entusiastas los integrantes del grupo menor participamos, con plena convicción y alegría, porque sabíamos perfectamente que nosotros niños eramos el futuro de la Patria, la semilla de la Patria futura, por esa razón nuestra mística nos impulsaba al sano activismo.

A la plana mayor del menor nos arrestaron una vez concluídos los eventos de aniversario, no nos molestó sino al contrario, la sanción la consideramos como una condecoración prendida a nuestro uniformado pecho.