LA MENTIRA
Por el Dr. Javier Pinto
Castro (*)
Tanto se repite una mentira
que se convierte en verdad.
Siempre ha existido, pero
en las últimas décadas es una práctica común. Miente el joven,
el funcionario público y el líder político que promete a
sabiendas de que no cumplirá, inclusive socialmente la mentira
se ha arraigado o se oculta la verdad convenientemente. Los
intelectuales de nuevo cuño mienten sistemáticamente, los
historiadores de cabecera como Krauze mienten también. Ciertas
agencias de noticias hacen lo mismo, manipulan a la comunidad con
verdades a medias o medias verdades. Y es tan machacona la
intensidad que muchas de las mentiras son ya propias de nuestro
vocabulario, las damos como ciertas, ya no reflexionamos sobre su
contenido a continuación algunos ejemplos:
"La familia pequeña
vive mejor", "Tu decides, es tu cuerpo, aborta o no, es
lo mismo", "No te olvides del condón", "Haz
el amor, no el matrimonio", "Todos los derechos para
todos", "Nada es malo, es como tu lo quieras ver",
"Los idealistas están desfasados, cuadrados", "Solo
las dictaduras de derecha son las malas", "Las drogas
se deben legalizar", "La homosexualidad es una
preferencia sexual más", etc,
Toda esta retahíla de
sandeces, las escuchamos a diario. Sin duda amable lector, son la
expresión de los anti valores, y lo peor es que en base a la
repetición las vamos asimilando, sobre todo los niños y jóvenes
que van creciendo en la creencia de que todas esas afirmaciones
son verdaderas.
No será la primera vez que
los pentathletas nos enfrentemos a ese tipo de avalanchas
publicitarias. Alzaremos la voz como siempre para denunciar los
engaños, a nosotros sí nos interesa la vida, la juventud, la
familia, la salud física y mental. En una palabra la verdad.
Entre otras cosas sugiero
que declaremos la guerra al contenido pernicioso de ciertos
programas de TV. Cada día son más las horas dedicadas por las
familias a ver TV y no siempre se ven cosas edificantes o
positivas, no es un secreto que en ciertos programas se hace
apología de la homosexualidad, el crimen, el delito, el culto a
Lucifer, la desintegración familiar, etc.
Vigilemos entonces lo que
se observa. Busquemos otro tipo de entretenimientos. Limitar el número
de horas frente al aparato a nuestros niños, enviar cartas o
llamar por teléfono a las televisoras protestando por la
presencia de programas nocivos. Evitar que nuestros niños sean
niñovideos.
Exigir que se trasmitan
programas edificantes, culturales, deportivos, formativos. Las
autoridades civiles y religiosas están obligadas junto a los
padres de familia a cuidar la moral y formación de los niños.
Hagámoslo y claro, apagar el botón de la TV, practiquemos el
ayuno de TV y mejor leamos un buen libro, o mejor aún, vayamos
al Pentathlón....
(*) Ex Comandante de la
Zona Jalisco del
P.D.M.U.. Miembro dirigente
de la AOEP.