El "deporte"
Miguel Ezquerra L.(*)
En el Penta sus integrantes nos obligamos a en mayor o menor medida practicar algún tipo de deporte. El mosaico de los deportes que la Institución ofrece es muy variado dependiendo también de la zona de que se trate y de los recursos con los que se cuente...
La institución ha sido una plataforma de lanzamiento de deportistas que han llegado al profesionalismo, si por esto entendemos, el competir con los primeros de entre los primeros sin que me esté refiriendo al deporte-espectáculo manipulado por los medios y por los "generosos" patrocinadores.
Las Olimpiadas en Sidney - al igual que en otras ediciones - abrieron otra vez la cloaca de la corrupción en el deporte mexicano. Los atletas que triunfaron lo hicieron por sus méritos propios, sin equipo, médicos, sirvientes, dinero, salarios, y el ascender al pódium de los triunfadores fue la bofetada más sonora en el rostro de quienes se han enriquecido tras la mampara del deporte. Ahí tenemos el caso por ejemplo de Soraya Jiménez Mendívil.
El deporte se dice, debiera ser un desahogo sano de la sociedad para de esa manera fomentar el desarrollo armónico del físico sobre todo de los jóvenes y proporcionar un entretenimiento también sano y edificante.
Sin embargo hemos comprobado que el deporte profesional en nuestros días se ha convertido en un circo, en un circo romano.
Parece ser una plaga de la democracia moderna en la que hay de todo: linchamientos, pornografía, exhibicionismo, venderse al mejor postor, deslealtades, etc.
Ni más ni menos una característica de la jaula ideológica en la que estamos encerrados.
En Roma el juego de circo era un medio político para apagar las tensiones sociales.
Hoy es casi igual, asistimos a un aumento considerable de la influencia del juego inclusive ya no físico sino virtual o visual.
Las actividades deportivas de cierto riesgo como las que practica el Pentathlón son atractivas pero se oponen a la tendencia mundial globalista que las considera muy bruscas y peligrosas. Sucede como en la actividad peligrosa de leer y pensar que es sustituida por hoy los juegos de video que liquidan los virus insoportables llamados ideas.
A escala mundial el deporte es una industria - el volumen de negocios de la FIFA es más importante que el de Francia-, un lugar generalizado de corrupción, de dopaje, de salarios fantásticos, también son una parte del show busines, del nuevo opio del pueblo en un occidente sin religión, que participa totalmente y es cómplice de la empresa de descerebración generalizada.
Dice Guillaime Fave (**): El espectáculo deportivo infantiliza los espíritus, camufla las realidades sociales y los fracasos de lo político. La reciente Copa del Mundo de fútbol fue un brillante ejemplo. El pensamiento oficial saludaba la victoria francesa como la de la multirracialidad y de la integración lograda, como el símbolo de una Francia que, por fin, triunfa. Simulacro, mentira y disimulo.
La religión del fútbol, las histerias colectivas que provoca, los disfuncionamientos psicológicos que engendra (hinchas que se arruinan para comprar una entrada que cuesta tres meses de salario), explican esta función descarriada del deporte de hoy: crear un sector económico lucrativo y un espectáculo de masas, cuyo resultado es una manipulación de la conciencia política. El sistema desvía el espíritu de las multitudes hacia la focalización teatral de acontecimientos irrisorios. Más exactamente, por medio del deporte el sistema transforma un espectáculo neutro en un acontecimiento cargado de sentido.
El fútbol es una prueba palpable de ello. Ahí en medio podemos constatar el embrutecimiento mental y la infantilización provocados por esta rabia llamada deporte. Es penoso observar a la población masculina y ahora a la femenina discutir con fervor sobre las "hazañas" de determinado personaje en la cancha, las obscenidades en las que incurrió aquél, o en el destino de determinado equipo.
El deporte hoy, mantiene en alto la fascinación morbosa por la fuerza física bruta que por el coraje físico - el del soldado -, y también por la "forma física". En una sociedad sin coraje físico, éste se compensa por la adulación de la hazaña física cuantitativa y sin ningún interés. Se nos ha encaminado al culto por la hazaña cifrada, subproducto de un materialismo desatado, (más rápido, más alto, más musculoso, más resistente, etc.), se expresa en el reino del record. Pero, se coloca en un pedestal a los que rompen record físico: es una verdadera animalización del hombre, una negación de su dimensión cerebral., sin embargo, cada liebre, galgo, caballo o avestruz, aplastaría a un Ben Jhonson en un sprint. Cada chimpance o canguro masacraría a Tyson, y en cuanto al record de salto de altura el especialista es el halcón con unos 5.500 metros.
Alguien por ahí podrá decir que en algunos juegos está de por medio la inteligencia (!!), Que interesante, ¿pero devolverse dos tontos durante horas una pelota sobre la red merece la atención mundial?
Cedete
pentathleta deslizándose con equipo en el teleférico.
Y luego
se dice que para subsanar esto están los deportes extremos,
claro, calculando los riesgos, donde realmente no hay riesgos,
convirtiéndolos en juegos aburridos en donde más
importa el llamar la atención de los patrocinadores y aparecer
en el cuadro de los medios. Hoy es solo un espectáculo
remunerado, vacío, un trabajo de circo sin la risa de los
payasos.
Por supuesto que no se debe condenar el deporte, sobre todo si se toma como ejercicio físico de amateurs y si sirve para mejorar inteligencia y la higiene de vida y a formar combatientes sobre el terrero. Un atleta es un combatiente (ya lo afirmó visionariamente nuestro comandante fundador del Pentathlón Jorge Jiménez Cantú.). Los deportes de la antigua Grecia no eran un espectáculo sino un entrenamiento militar.
Hoy por hoy el deporte se ha convertido en un espectáculo, en un negocio, que crea entusiasmos infantiloides y desarrolla una industria del espectáculo a menudo mafiosa pero dotada de incalculables recursos financieros.
De ahí la grandeza de nuestro Pentathlón en la aplicación sencilla, modesta, sincera de los deportes a nuestro alcance, alejado siempre del ambiente pestilente de las mafias que controlan el deporte y han hecho de esa noble actividad un sucio negocio.
(*)Egresado del Pentathlón zona de Jalisco..
(**) "El Arqueofuturismo", Palabras Ideológicamente Disidentes, Cap. III.