Editorial

Un valor permanente: Estilo Militar.


Es esta época de cuestionamiento en nombre del cambio, lo Militar de nuestro estilo de se ha convertido en uno de los valores que se pretenden poner a disposición el pasado, convertir en un recuerdo de una institución distinguida para suplirla por nuevas formas de autogestión.

Lo Militar no es un adorno para nosotros, ni un alarde, es un método de vida, de organización, y de trabajo. Es también el medio importante en que se impone la disciplina, que facilita la verticalidad del mando, y se establecen los rangos de aptitud, merecimiento y responsabilidad entre nuestros miembros. Lo Militar ha creado ciudadanos, ha transmitido un civismo diligente, nos ha hecho una fuerza compacta ante los desastres, ante nuestras campañas sociales, nuestros ceremoniales, y ha forjado una conciencia diferente entre la juventud, hombres y mujeres que siendo niños, se convierten en un carácter superior.


Escoltas Nacional y Guión del Pentathlón, en 1962, Autlan Jalisco.

La forma de milicia no pasa de moda. Su enseñanza se convierte por ejemplo en el heroico Japón en sistema educativo, en forjador de disciplina estudiantil, en aplicación para la investigación, el trabajo. La forma militar evita la flojera, quita la personalidad desaliñada, el trato irreverente, igualitario, establece diferencias de sabiduría entre los mayores y menores, entre el maestro y alumno, entre el Oficial y el Cadete.

Esa misma disciplina surgida de administración orgánica, se aplica en las empresas exitosas, con modelo militarizado. Se ha llegado al extremo de aplicar estrategias bélicas a campañas de mercado.

El cambio educativo dado en la época del presidente Luis Echeverría generó a niños de primaria y secundaria, sencillamente desordenados, prepotentes e irrespetuosos. La perdida de firmeza y de existencia de paternidad responsable en muchos hogares, ha generado niños mimados y desjuiciados al extremo, que son capaces de renunciar al menor esfuerzo, rendirse al menor problema, recusar la responsabilidad, la integridad, y la coparticipación con los mentores o con sus padres.

Viven en el siglo XXI pero se acentúa la necesidad de formas como la nuestra, con nuestro estilo militar. No es un foro ni tampoco una república, somos una unidad de mando, de estrategia, ideales y objetivos simples; para lograrlos escogimos el estilo militar.

El tiempo ha pasado y quizá algunos desean que nos asemejemos a grupos de excursionismo, que dejemos la instrucción militar, el orden cerrado. Quizá desean que seamos un organismo en que consultemos sobre lo que tenemos que hacer. Nada en el Pentathlón es curiosamente obligatorio.

Todo es aceptado voluntariamente. Se declina en forma temporal la personalidad por el aprendizaje, por la superación del egoísmo personal, por el vencimiento de nuestras debilidades. Estar puntuales para nuestras actividades es el inicio, observar el cuidado de nuestra persona y uniforme, también, el cuidado con las instalaciones y el honor que merece nuestra Bandera, y nuestro Guión.

El obedecer que podemos hacer un ejercicio más, subir más alto, llegar lejos, atrevernos mas cada día. Dar el paso voluntario del valor, sacrificar por el cumplimiento del deber mucho, como lo han hecho los héroes que han muerto en servicio: Sus nombres nos recuerdan que fueron hechos por este estilo.

No pretendemos hacer héroes, sino ciudadanos que cumplan con su deber y si este impone el sacrificio y el heroísmo, hacerlo como un acto de servicio y nada más.


Pentathletas de la Zona Jalisco muertos heroicamente y en servicio:


Ignacio Godínez Tenorio

Romualdo Cabeza de Vaca Curiel

Pompeyo Jiménez Cardona

José Sócrates Delgado Díaz

Salvador Cortes Cisneros

Felipe Valderrama Hernández

Reyes Carlos Pardo Aceves

Carlos Hernández Villaseñor

¡descansen en paz!


Por nuestras filas han desfilado legiones de jóvenes. Hemos contribuido a hacer un México mejor. Hemos dado confianza, seguridad en sí mismos a muchos jóvenes titubeantes y como premisa máxima les hemos ofrecido el servicio por la Patria, les hemos inculcado los valores de la Libertad y del respeto, los hemos tamizado para que ofrezcan lo mejor de si mismos.

Sin el estilo militar no hay marcha. No hay necesidad de cumplir una ruta, de alcanzar una meta. Podemos cambiarla al arbitrio de nuestra voluntad, de nuestra consulta, de las opiniones de una pluralidad que siempre buscará el menor esfuerzo. Sabemos la importancia que engendra el mando y tratamos de saber hacerlo, para no incurrir en el abuso. Pero sin ese mando, sin ese espíritu militar, nunca hubiéramos perseverado durante 63 años.


Prospero Cuellar Angel, aquí como 3er. oficial. Uno de los oficiales del Pentathlón más prestigiados.

No seriamos Premio Nacional del Deporte, no tendríamos una Estampilla de Honor Postal, nuestro escudo en billetes de la Lotería nacional, ni mereceríamos el reconocimiento presidencial, y de otras autoridades por nuestras labores.

Sencillamente seriamos muy blandos. En cambio somos firmes en la manera de ser y de actuar. Sin ser militares, nuestra fisonomía no tendría valor . No pretendemos ser otro Ejercito, porque en México solamente existe uno, y es el Glorioso Ejercito Mexicano. Nosotros adoptamos la militarización porque vemos como sociedades avanzadas, la enseñanza de lo militar propicia rápida respuestas de la sociedad en labores solidarias, no solamente en defensa del territorio, sino en emergencias.

A México le hace falta ese estilo militar que en realidad favorece la democracia. La favorece con votos razonados, con el cumplimiento de la tarea electoral, con el ejercicio de un mandatario que como autoridad ejecutiva tiene que obedecer al pueblo y a su vez, servirlo con su gobierno dirigido por sus decisiones y mando.

Si consideramos otras instituciones, sean la Iglesia, algunas Universidades, siempre descubriremos que el orden emana de la disciplina, y que función, su colegialidad, su consulta de los deseos de sus miembros no se compromete con el liderazgo establecido. Hay un Rector, y una norma.

Como tal nosotros tenemos un mando y normas. Y las cumplimos, y eso nos beneficia. Un recluta puede llegar a ser el Jefe de la Zona o del nivel nacional, mediante su esfuerzo. La democracia se realiza en forma de niveles de decisión. Para ello tenemos una estructura y la conservamos.

Un Penta sin disciplina militar, no sería un reto para los jóvenes. Ciertamente seríamos más atractivos, por ser de un modo más fácil, pero no seríamos lo que pretendemos ser, una escuela de formación del carácter, una cultura y un modo de ser.

Muchos nos observan como solución a la quiebra de las escuelas, a la confrontación de generaciones. Ven que cada mañana es como la primera de muestras mañanas. Que un joven con apariencia de skato se adapta a1 corte militar. Que sus botas brillan, que su cuerpo se fortalece, que su mente despierta.

Y solamente lo logramos con el estilo militar. Esta fuera de moda, pero nunca ha sido de temporadas, sino de siempre. Cada saludo, es una reanimación de la fuerza de la autoridad, y de su cumplimiento. No de servilismo, sino de honrar el rango de quién lo ha logrado y quién nos enseñara a lograrlo.

Muchos deportes ahora recurren a este ejemplo. Las artes marciales, retornan a la reverencia y al respeto al Maestro. Hay obediencia, hay una ética.

También nosotros la tenemos, sin Ética lo Militar se degrada. Es la forma de entenderla, como código de valores, como una prueba de axiología sobre la marcha, y el modelo, hermana a los jóvenes.

La graduación es para el Cadete el primero de los logros. Perseveró, aprendió, cumplió y ahora es una promesa hecha realidad. Se venció a sí mismo, y comienza a seguir una idea de perfeccionamiento.

Sin estilo militar, todo ello es una convivencia social, un club social. Solamente envuelto en formas de cortesía, en ideas sin cohesión, sin fuerza, sin obligatoriedad, solamente el desgaste en busca del consenso.

Otra consecuencia es que lo militar hace caballerosidad, derivada del ideal del Caballero, motivada en el mítico Quijote Cervantino, ensalzada en el guerrero místico de la Edad Media, reflejada en la excelencia de los cuerpos militares de elite. Eso tiene que reflejar lo militar: el trato correcto a la mujer, al niño, al mayor de edad.

No tratamos de hacer máquinas de combate. Tratamos de hacer Caballeros, hombres seguros de sí mismos que no recurren a las armas, para manifestarse, ni tampoco hacemos del uniforme una vanidad. Tratamos de demostrar que buscamos ser diferentes, obedientes y mandantes, que tenemos un lugar en el tiempo, en el espacio, que no valemos más que nuestro Honor.

Eso solamente lo da lo militar. Quitarlo, seria más de lo que se ha perdido en las nuevas generaciones. Quitarles un espacio diferente, tal vez no el único, en que puede hacerse un desafío, de sí mismo cada jóven. Les robaríamos el valor, la constancia, el ejemplo.

Y eso lo tenemos que dar porque somos una institución joven que apenas ha caminado por 63 AÑOS, pero que apenas vislumbra el porvenir.

Asociación de Oficiales Egresados del Pentathlón A.C.

Insignía