Poesía de combate
convicción
Por todos los que necesitan todo, uno
que resulta ser el que más lo necesita
avanzará por todos.
El primero cayó, cayó el segundo. Impetuosos Airados Escogidos Desesperadamente santificados.
Los que los sucedían siguieron adelante. Embanderados. Capturaron al tres. Golpearon al cuarto y al quinto,
malhirieron al sexto.
Pasaban confundidos y aferrados al Ideal como se aferra y confunde en uno la miseria, cuando llega en la vida.
Raudos.
El conjunto progresaba sobre el objetivo con distinta suerte. Así fue que el siete resistió. Algo se ganaba.
Valor sobraba.
Querían tomar la Historia por asalto una vez más, de eso se trataba.
Falló el octavo.
Corriendo zigzagueado.
Pero el noveno pasa y llega uniéndose al que resiste todavía.
Juntos son dos.
Vienen a ser un prodigio de aptitudes.
Y dos unidos bajo la igual bandera, bajo el peligro mismo son absolutamente más que uno y uno.
Pararon al décimo.
Comenzaron a escucharse estruendos augurales.
En tanto irrumpen decididos nuevos otros.
Cueste lo que cueste.
Pase lo que pase.
Aún resiste la primer avanzada.
Las armas bajo el sol son como la fecundidad del primer beso.
Resisten a espaldas de toda decepción.
Son pelotones de fuerzas las que se ponen de pie y avanzan acá y allá, virtualizando la gloria.
Traen consigo el doble de Esperanza.
El once, el doce, el trece.
El catorce se agrega a los dos primeros que continuaban solos.
Será él quien golpee con eficacia donde duele al enemigo.
Detrás de cada oleada viene otra, embanderada, con todas las edades y después pasos y pasos voluntades.
Son aliento de empuje, perfiles de Victoria.
La vida dirigida hacia adelante.
Al quince le vendrán malas noticias en medio del combate lo que le hará decaer.
Al dieciseis diecisiete dieciocho, al dicienueve los despedirán emocionados al partir
y lucharán como fieras. Serán el porvenir.
Vendrán también penurias, desencantos, heladas, obscuridades, aniversarios, tentaciones, soles a plomo,
desilusiones varias, y el verdadero motor y motivo de la vida.
El veinte se hará fuerte y serán entonces cuatro.
Y en la plena soledad recién llegada y en el más íntimo sí de la patriada se templarán los destinos de las almas. Irá todo grabado en la Memoria.
El veintiuno impulsará su cuerpo gritando como un loco -sin importarle nada- cruzando al descubierto seguro de triunfar y triunfará. Y todos gritarán. Del veintidos al treinta no caerá ninguno.
No habrá novedades de importancia. Serán los que darán la sensación de que la Victoria es posible.
Marchando la Constancia.
El treinta y uno morirá peleando, dejando un charco por donde se le va la vida.
Pararán al treinta y dos, al treinta y tres, treinta y cuatro, al treinta y cinco, al treinta y seis.
Los tres siguientes volverán heridos. En el avance el Ideal así se abre. como una fulgurante flor de fuego.
Inextinguible, Múltiple, Diario, Vehemente, Apasionadamente. Instalando inexpugnabilidades
para usufructo de los que imperen la Imaginación.
Flameando las banderas. De todas las maneras.
El cuarenta invocará los nombres de los primeros dos Caídos, ahora presentes de otra forma.
La decena siguiente se llamará Grupo Primeros Combatientes En memoria.
Llegarán intactos. Con todo por delante. Suman catorce los que ya están a las puertas.
Tendrá que producirse.
Si hubiera deserciones -que no hay- fortalecerían al resto.
Del cincuenta al setenta y cinco controlarán posibles contraataques siempre a la iniciativa.
El setenta y seis difundirá un Himno.
La epopeya se despliega necesariamente. Se despliega el estandarte. La Fe estuvo desde siempre desplegada.
Ahora forzarán la marcha.
El setenta y siete cae.
Ha pasado el tiempo. Ha transcurrido el tiempo que inevitablemente va del entusiasmo de todos abajo, en el comienzo, al entusiasmo de pocos -cuando se empieza a subir- y termina en la cumbre de nuevo cuando todos se vuelven a encontrar.
La marcha sigue. Los dos siguientes lucharán ferozmente.
El ochenta dudará.
Desalojarán al último ocupante del Olvido.
Sanguinarios, Terribles, Capaces de arrollar cada cosa y todo lo que se les oponga.
La marcha va a ser rematada.
Vienen los sin piedad.
Los necesarios.
Los decisorios. Aplastantes.
Los de pocas palabras.
Los de una sola palabra. Aplastantes.
Los de una sola idea.
Los de una idea fija.
Aplastantes.
Capaces de matar a todos
si fuera para bien.
El ciento uno ingresa en la ciudadela.
Detrás suyo llega el resto.
Ya no son algunos.
Ni varios.
Ni muchos.
Ni tantos.
Son todos.
Es el triunfo.
G.R.L.