Semillas de la Patria futura...
Pentathlón Menor
Quince minutos antes de la hora fijada para que iniciara la instrucción, allá por la década de los sesenta, los alrededor de docientos jovencitos y niños del Penta Menor (con edades que oscilaban entre los 6 y los 18 años, aún no existía el llamado grupo juvenil, solamente Mayor y Menor), platicábamos animadamente, unos mostrando su marrasete nuevo, otros ajustandose las vendas para la práctica de toombling, otros allá adelantándose a la práctica haciendo evolución de formaciones militares. En otro lugar los de mayor edad recordaban emocionados la práctica de defensa personal del domingo anterior y orgullosos y sin rencor mostraban sus moretones y heridas leves producidas por el contrincante; algunos repasando las lecciones recibidas en las academias: -¿ya te aprendiste bien el Pentálogo? preguntaba nervioso uno. Otro: ¡ándale no seas gacho explicame eso de que la Patria es una empresa colectiva...!
Sabíamos perfectamente que llegada la hora había que estar puntuales frente a los instructores para la reunión. Hasta donde recuerdo nuestros instructores, clases y oficiales del Penta Menor -todos casi niños- nunca llegaron tarde, eran en ese y en muchos otros aspectos, un ejemplo, aún para los mayores. Así transcurrí nuestra vida de pentathletas niños.
Por esos años no había unidades del Penta esparcidas por la ciudad, solamente existían las sub zonas de San Pedro Tlaquepaque, Zapopan y en periodo de formación: Atemajac del Valle, por lo que la membresía de ese Grupo Menor provenía de todos los rincones de la ciudad: Colonias Santa Cecilia, Oblatos, Chapalita, Santa Teresita, Las Trojes, Talpita, Tetlán, Capilla de Jesús, Colonia del Fresno. Morelos, del Sur, los cuatro sectores Hidalgo, Morelos, Libertad y Juárez.... la inmensa mayoría nos trasladábamos a nuestro campo de instrucción, -que era una calle adyacente a la
escuela para profesores-, en bicicleta, autobús, a paso veloz y a algunos cuantos los llevaban sus padres en automóvil. Aún con todo esto, en punto de la hora fijada, se escuchaba el potente ¡Atención todo el personal! ¡Reunirse! y de todos los rincones, decenas de alegres y sanos muchachos en cuestión de segundos se encontraban ahora encuadrados para recibir voluntariamente las indicaciones de sus superiores jerárquicos. En columna por tres, alineados por la derecha.
Casi todos los integrantes del grupo menor eramos hijos de empleados y obreros clasemedieros aunque era muy grato contar con la compañía y camaradería de muchachos muy humildes campesinos y albañiles que incluso y gracias al Penta y a las relaciones que pudieron cultivar estudiaron y encontraron empleos más rentables, igualmente había -los menos- muchachos de elevada posición económica quienes estudiando en colegios de paga y viviendo en las mejores colonias de la ciudad convivíamos y amábamos todos a la Institución.
Nuestro campo de instrucción decía, era la calle adyacente a la Escuela Normal de Jalisco llamada calle de la Infancia, donde se ubican también las instalaciones del Instituto de Protección a la Infancia (hoy DIF). Pavimentada, ancha, con un pequeño jardín y algo de pasto, la calle era ideal para el desarrollo de nuestras actividades, además de unos cuantos árboles desde donde hacíamos ya entonces rappel, tirolesa, teleférico, y lo que se nos ocurría.
La explanada de la escuela Normal siempre atiborrada de futuros profesores. Era tiempo de campañas electorales estudiantiles. No en pocas ocasiones mientras hacíamos instrucción pensando en la Patria y en forjar nuestro carácter, pudimos observar los pleitos y las agresiones inclusive a balazos de que eran objeto los estudiantes tanto de la normal como de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, (éste último organismo estudiantil que lejos de proteger y representar a los intereses de los auténticos estudiantes de la Universidad, se había convertido en un apéndice de mugrosos mariguanos manipulados por la mafia que ha controlado esa casa de estudios, y que con la v de la victoria y el puño en alto, gritaban vivas al che Guevara a Castro y a Lázaro Cárdenas).
Por ahí estupefactos observamos por primera ocasión a cínicos muchachos fumar mariguana. orinarse en público y repartirse el botín de sus robos tumultuarios..
¡Que contrastes! Mientras ese remedo de juventud se destruía, nosotros, camaradas pentathletas en mangas de camisa y apretada formación, pasábamos revista a nuestros uniformes y a nuestra presentación. Los instructores nos revisaban las uñas y cabello recortados y limpios, el calzado lustrado, la ropa aún siendo de fajina limpia, planchada, aliñados.
Ellos, los instructores convencidos nos hablaban de lo peligroso de las drogas y de las adicciones. Repetían la necesidad de respetar a nuestros mayores, a las mujeres, la propiedad ajena, a las autoridades...
Así transcurría nuestra vida de niños pentathletas, de hijos menores del águila bicéfala.
Asistíamos entonces a instrucción los miércoles y sábados por la tarde y los domingos por la mañana, ininterrumpidamente, si acaso, en el año solo descansábamos el fin de la Semana Santa y en Navidad. En ocasiones asistíamos al Cuartel del PDMU otros días ya fuera para academias o para algún otro servicio.
Desde entonces el grupo menor ya se distinguía por ser el grupo mayoritario del Pentathlón y creo que así sucede en toda la república mexicana, hasta nuestros días.
El Penta Menor, cuyo símbolo son las palas que representan el trabajo, la voluntad, lo constructivo,
fue fundado al final de la década de los cincuenta en la Zona Jalisco por el Ex Comandante Dr. Angel Rodríguez Lino y que si bien había ya niños en el Penta, la expresión organizada nació precisamente bajo el mando de nuestro amigo. Así que éste grupo de niños militarizados está cumpliendo medio siglo de fructífera existencia.
De sus filas al menos aquí en Jalisco han surgido Comandantes de Zona, como por ejemplo Clemente Díaz Núñez, Martin Gama Jaramillo, Miguel Angel Fernández Hernández y Jefes e integrantes del Estado Mayor como Arturo Ortega Ponce, Arturo Cruz Ortega, Gustavo Iñiguez Ibarra, Miguel Angel y Pablo Carranza Ramírez, Leobardo García Preciado, Ernesto Meza Renteria, los hermanos Badajóz Gutiérrez, Héctor Gómez González, los hermanos Cervantes Cerrillos y muchísimos más......
El Grupo Menor se ha distinguido además por su celo por la ideología pentathlónica, conocerla, digerirla, amarla y sobre todo defenderla. Recuerdo como en no pocas Convenciones Nacionales los representantes del menor aparecían como custodios de la ideología ante las cejas arqueadas de los sorprendidos elementos del grupo mayor.
La vida en el grupo era de inesperadas aventuras, tras del edificio de la escuela referida, aquí en Guadalajara, se nos ofrecía un inmenso llano hacia el oriente con barranquitas -hoy se conoce el lugar como la colonia Alcalde Barranquitas-, donde había de todo, ratas, culebras, alacranes, matorrales, pequeños arroyos, otro de aguas negras (ideal para novatadas, arrestos y sanciones), todo ello nos permitió diversificar la instrucción. No teníamos necesidad de trasladarnos a Huentitán o al bosque La Primavera para las prácticas de combate. Gracias a las resorteras reglamentarias de tripa de gato y canicas de barro la puntería la teníamos al día, poco a poco la fauna del lugar fue desapareciendo.
En ocasiones nos quedábamos acampados en el lugar, pasábamos una o dos noches en medio de indescriptibles incomodidades, hacíamos de centinelas imaginando el asalto inminente de comandos enemigos. Tendíamos cuerdas de un árbol a otro por el que cruzábamos temblando de miedo y nos deslizábamos en tirolesa con un gancho de carnicero que con la fricción se ponía al rojo vivo.
Por la noche alrededor de la fogata recitábamos poesías patrióticas: Mexico, creo en tí....y entonábamos himnos y canciones como Cantar del regimiento, El adiós del soldado, Cara al sol, El novio de la muerte y otras que cantaba Jorge Negrete. Si lográbamos dormir algo, lo hacíamos abrazados a nuestro marrasete.
Nosotros, niños y jovencitos gracias al Pentathlón ya no eramos los mismos, nos transformábamos
positivamente día con día, nuestros padres y amigos y compañeros de escuela así lo notaban, comenzando con el cabello corto, nuestras actitudes...
Aquella afirmación sigue vigente: Somos diferentes por ser Pentathletas, estar en el Penta es estar siempre joven.
Aprendimos en el Penta que los demás podían mentir, nosotros no. Los demás podían robar, los Pentathletas jamás. Los demás podían llegar tarde nosotros no.
El Pentathlón Menor con sus prácticas nos mostró y nos enseñó en cada día de instrucción un modo de vivir recto, propio, arraigado y tenemos el derecho y la obligación de defender ese estilo de vida.
Cuando se ofrecía la oportunidad de mostrarnos en los desfiles ante la sociedad, lo hacíamos de verdad y en serio, nos empeñábamos a fondo, el uniforme, los entrenamientos, el equipo...las escoltas, los instrumentos de la banda de guerra...todo como nuevo y en su lugar, con orgullo marchamos tras el estandarte del águila bicéfala, respirando profundamente sin perder el paso, siempre levantando la bandera que ondeaba libre para todos.
En todas las prácticas pentathlónicas del grupo Menor por más duras y difíciles, de madrugada, en ayunas, con sed o con frío, siempre acudíamos con la sonrisa en los labios.
Por eso nos preocupa que se pudiera transformar o desparecer el legendario y nutrido Pentathlón Menor. Nos preocupa que quienes no militaron el Grupo Menor o no lo conocen suficientemente pretendan al vapor y por mero prurito para estar a tono con el Nuevo Orden Mundial, la globalizacióny el pacifismo, convertirlo en un club social, deportivo y desmilitarizarlo. Quieren algunos del activo que desparezca del Grupo Menor la estructura de carácter militar ignorando convenientemente el contenido del Código Fundamental que a la letra dice así:
Art. 6º. La Estructura del Pentathlón Deportivo Militarizado Universitario está basado en un orden estricto de carácter militar...
Por eso desde aquí y a través de estas páginas hacemos un respetuoso llamado al Estado Mayor General, al Estado Mayor de Zonas y Comandantes a meditar profundamente acerca de la posible trasformación del Grupo quizá hoy por hoy el más representativo de la institución. Por experiencia afirmamos que lo que hace altamente atractivo al Penta Menor es precisamente la característica de ser MILITARIZADO. Cincuenta años confirman el éxito de esta estructura..
Ya hemos afirmado y confirmado que la nobleza del espíritu militar y el estilo castrense, proporciona al joven disciplina, orden, patriotismo, salud, ideales por los cuales luchar en la vida. Cierto que algunas prácticas se tienen que adecuar a la edad, considerar el cuerpo frágil de los menores para determinados ejercicios y por supuesto el grado de madurez de los mismos.
¿Como explicar entonces el éxito de grupos del Penta Menor en diferentes latitudes? ¿como explicar el éxito de academias militares de México y de otros países?¿como explicar el aumento en las vocaciones militares de muchachos que aspiran a un lugar en el H. Colegio Militar, la Escuela Militar de Aviación y otras?
Evitemos el suicido del Pentathlón Menor. Mantengamos levantada la bandera del Pentathlón Menor,.ahí está la clave para el futuro, sembremos en ellos la semilla de la Patria futura...
La Historia ésa gran maestra, nos recuerda bellas figuras arquetípicas de heroísmo y de verdadero sentido patriótico y espíritu militar registrado entre jóvenes y niños, comenzando con los Niños Héroes de Chapultepec, la vida heroica del general más joven de la historia patria Luis Gonzaga Osollo, Narciso Mendoza el niño artillero, muchísimos niños Cristeros y muchos otros protagonistas en la Revolución Mexicana.
Jamás olvidaremos a nuestros niños pentathletas muertos heroicamente y en servicio: Ignacio Godínez Tenorio 15 años, Pompeyo Jiménez Cardona 13 años, Salvador Cortes Cisneros 16 años, José Sócrates Delgado Díaz 17 años...
Pero han existido muchos niños héroes anónimos que sin llegar a la gloria del martirio ni al derramamiento de su sangre se han significado en el estudio, el deporte, las artes, la poesía....la vida militarizada es una garantía de formación para el futuro. El Grupo Menor Militarizado ha demostrado su nobleza y bondades, busquemos la formula para mejorarlo, asesorarlo e incrementar sus filas.
Podemos hacer del Penta Menor el escenario de las actividades extracurriculares de muchísimos alumnos de escuelas particulares y públicas, organizar campamentos juveniles de verano, proporcionar cursos para escoltas y bandas de guerra, adiestramiento en defensa personal y artes marciales, superar en mucho las actividades de los Boy y Guías Scouts, que si bien merecen nuestro respeto, las actividades pentathlónicas son más atractivas por el ingrediente de ser militarizado y de practicar la autodisciplina racional y voluntaria, lo que hace del perfil del Penta una organización única en México y el mundo, además de la formación cívica.
Los que alguna vez militamos en el Grupo Menor, no lo olvidamos y nos sentimos agradecidos con la institución por habernos proporcionado el privilegio de obtener una formación de primera, y haber conocido mejor nuestra Patria, valorar su pasado, presente y futuro; haber aprendido en la dura escuela del Penta, la satisfacción de la obediencia y los secretos del mando, amén de las múltiples y variadas actividades deportivas, culturales y militares en las que participamos.
Esperamos un Penta Menor para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.
Arturo Ortega