Así nació el Penta en Colima

Por Lic. Pablo A. Carranza R. (*)


Era el mes de la Patria de 1977. El calor húmedo de la ciudad de las palmeras.

El lic. Ignacio Espinoza Ortega, Comandante General del Pentathlón me había dado instrucciones: promover la formación de la Zona Colima. Comencé visitando escuelas. Hablando. Convenciendo. Entusiasmando.

La Patria nos necesita.

El General Luis R. Casillas, Comandante de la Zona Militar del Ejército Mexicano, me otrogó su apoyo moral. El Penta es un semillero de idealistas. A mis 16 años de edad tenía una labor difícil, pero valía la pena. En la Zona Jalisco había cursado 6 años de Pentathlón y alcancé el grado de Sub Oficial.

Maestros, directores, padres de familia, me escuchaban interesados. Incluso el alcalde y el Sr. Gobernador Arturo Noriega Pizano me animaban a seguir. Por fin, el primer domingo de enero de 1978 logré reunir a los primeros reclutas en el famoso Parque Hidalgo.

Entonces llegó el sargento Miguel Estévez Pérez para apoyar con la instrucción militar; joven, pero corpulento y con voz de trueno.


Sug. Of. Pablo A, Carranza Ramírez protomor de la zona Colima. Gral. Rolón, Jefe de Estado Mayor de la XX Zona Militar, 2do. Oficial Ramón Jiménez Castillo, comandante de la zona Tecomány Sgto. 1ro. Gonzalo Anguiano de la sub-zona Tecomán. El 8 de marzo de 1978.

Ahí estaban aquellos niños y adolescentes, como Martín Velazco Gutiérrez terminando la primaria (ahora Martín es Secretario del Gobernador de Colima) y Rubén Darío Valencia Cevallos, ahora un exitoso contador público.

Renté un pequeño local en la esquina de Manuel Álvarez y Aquiles Serdán (un cuarto grande y húmedo). Ahí les impartía las academias. Juan Escutia, Morelos, Zapata, adquirían su justa dimensión en la historia y en la mente de estos muchachos.

Lenin, el che Guevara, al basurero.

Lealtad, honestidad, constancia, ya no eran palabras huecas.

Los John Travolta y sus decadentes filosofías, que estaban causando furor en esos días, encontrarían una muralla en estas conciencias.

Las tropas del entonces 3er. Oficial Ramón Jiménez Castillo (el duende) venían desde Tecomán. Competencia deportiva. Ellos eran buenos en lucha olímpica y toombling. Nosotros en marcialidad y pistas de infante. Amistad y compañerismo por encima de todo. Hacíamos excursiones ambos contingentes. Y desfilábamos juntos.

Iniciaban los años ochenta y llegó el relevo: Teodoro López Espitia, (el Subteniente Teo), llegó como una tromba: grupo femenil, unidades por toda la ciudad: en el jardín San Francisco (Unidad Niños Héroes), en la Piedra Lisa (Unidad Emiliano Zapata). Sub Zonas en Armería (cuya madrina fue la Presidenta Municipal) y en Villa de Álvarez (apoyados por el Presidente Municipal Gabriel León Polanco).

De una lucha intensa por ser mejores cada día, consolidando y expandiéndose, conquistando voluntades, se forjó el carácter de aquellos niños. Surgió una generación de guerreros implacables con los que Teo formó su Estado Mayor: José Antonio García (el brazo de oro). Martín Velasco (el güero), Francisco Javier Fuentes Moreno (“el médico”, hoy prestigiado traumatólogo que llegó a ser Comandante), Antonio Sánchez Mier (ahora conocido empresario), Alfredo Hernández González (hoy importante líder empresarial) y Guillermo Moran Solorio, actual Comandante en Colima.

Hoy, después de 15 años de verse, ellos se vuelven a encontrar, invitados por Arturo Ortega y forman el Capítulo Colima de la Asociación de Oficiales Egresados del Pentathlón.

Aquella semilla dio frutos. Buenos frutos.

Ahora ellos escribirán la segunda parte de esta historia.

¡Atención Pentathlón!....Colima está presente.


(*)Segundo Oficial de Cadetes de Infantería.

Egresado.