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Coro Arquidiocesano de San Juan

(Creado por decreto 702/99 del Arzobispado de San Juan de Cuyo)

 

Reglamento

 

1999

 

 

 

 

Índice

 

Capítulo I: De los Fines y Objetivos

Art. 1º- Fines y Objetivos

Art. 2º- Descripción de los Objetivos

2.1. Rescatar y difundir el patrimonio musical de la Iglesia

2.2. Solemnizar las principales celebraciones litúrgicas arquidiocesanas

2.3. Brindar una formación espiritual, musical y litúrgica a sus integrantes

2.3.1. Formación espiritual

2.3.2. Formación litúrgica

2.3.3. Formación musical

2.3.4. Acción multiplicativa de la formación

2.3.5. Vida y conducta de los músicos en general

2.4. Promover la participación activa, dirigiendo y sosteniendo a los fieles en el canto sagrado

 

Capítulo II: De la Organización y Estructura

Art. 3º- Asesoría sacerdotal

Art. 4º- Organización anual

Art. 5º- Ensayos

Art. 6º- Secretaría y Tesorería

Art. 7º- Asamblea anual y Comisión Directiva

Art. 8º- Oración Inicial

 

 

 

Capítulo I: De los Fines y Objetivos

 

  

Art. 1º- Fines y Objetivos

 

Los fines y objetivos del Coro Arquidiocesano de San Juan son:

· rescatar y difundir el patrimonio musical de la Iglesia [SC, 114],

· solemnizar las principales celebraciones litúrgicas arquidiocesanas [MS, 19.20],

· brindar una formación espiritual, musical y litúrgica a sus integrantes [MS, 24],

· promover la participación activa, dirigiendo y sosteniendo a los fieles en el canto sagrado [MS, 19.21].

Estos objetivos nacen de lo señalado por el Magisterio de la Iglesia en lo referente a la necesidad y finalidad de las Scholae Cantorum, bajo la óptica del fin último de la Liturgia y por tanto de todos sus ministerios: la Glorificación de Dios y la santificación de los hombres.

 

Art. 2º- Descripción de los Objetivos

 

2.1. Rescatar y difundir el patrimonio musical de la Iglesia.

Se designa con el nombre de música sagrada al canto gregoriano, la polifonía sagrada antigua y moderna en sus distintos géneros, la música sagrada para órgano y para otros instrumentos admitidos, la música sagrada moderna, el canto popular litúrgico y la música autóctona [DMS, 4; SC, 11].

Hasta la creación del Coro Arquidiocesano, solo esporádicamente se había realizado canto sagrado en las celebraciones litúrgicas con géneros diversos al canto popular y la música autóctona, debido en parte a que los otros géneros exigen de una Schola o Coro preparado. La invitación de coros para las celebraciones ha supuesto siempre un esfuerzo de organización conjunto por parte de la Iglesia y de los coros invitados, que no siempre cuentan en su repertorio con obras musicales acordes a las exigencias del culto o de la celebración particular, sin contar con que en muchos casos los coristas no comulgan con la Fe y por tanto, si bien participan del decoro del culto no lo hacen como verdadero ministerio y vocación.

Por otra parte, es conveniente que los fieles puedan participar del tesoro musical que la Iglesia ha ido acumulando a lo largo de los siglos, no sólo esporádicamente, sino en todas aquellas ocasiones que lo permitan.

El Coro Arquidiocesano busca por tanto rescatar y difundir los diversos géneros menos conocidos, desde el canto gregoriano hasta la polifonía del siglo XX, sin perder de vista lo señalado por la Instrucción del año 1970:

"La Iglesia no excluye de la Liturgia ningún género de música sagrada; sin embargo no todo género de música, canto o sonido de instrumentos musicales son igualmente aptos para alimentar la oración y expresar el misterio de Cristo. El fin de estas formas musicales es la celebración del culto divino, y por lo mismo, es necesario que estén dotadas de santidad y forma conveniente, que estén en sintonía con el espíritu del acto litúrgico, conformes a la naturaleza de cada uno de sus momentos, que no estorben la participación activa de toda la asamblea y que lleven la atención de la mente y el fervor del espíritu hacia la acción litúrgica" [Instr. 1970].

 

2.2. Solemnizar las principales celebraciones litúrgicas arquidiocesanas.

La Instrucción de Música Sagrada de 1967 se refiere a la solemnidad de la acción litúrgica al decir:

"Téngase en cuenta que la verdadera solemnidad de la acción litúrgica no depende tanto de una forma rebuscada de canto o de un desarrollo magnífico de ceremonias, cuanto de aquella celebración digna y religiosa que tiene en cuenta la integridad de la acción misma."

La solemnidad de la celebración depende de la integridad de la acción litúrgica que se realiza, es decir, de la ejecución de todas sus partes según su naturaleza propia. Todo lo que conduzca a omitir, cambiar o realizar indebidamente uno de los elementos de la acción litúrgica, sería contrario a su verdadera solemnidad [MS, 11]. En este sentido, el canto litúrgico cumple un rol importante al fijar el grado de solemnidad según se realicen las partes cantadas bajo el siguiente orden [OGMR, 14-17]:

1. Las partes que corresponden al celebrante en los momentos centrales de la Misa: oración colecta, oración sobre las ofrendas, prefacio eucarístico, doxología, oración después de la comunión.

2. Las partes que dan a la Misa su naturaleza comunitaria, los diálogos entre el celebrante y la asamblea, y las aclamaciones: saludo y respuesta del pueblo, aclamaciones al Evangelio, Padre Nuestro, rito de la paz, bendición y despedida.

3. Las partes que constituyen un rito en sí mismo: Gloria, Salmo responsorial, Aleluya, Credo, Santo, aclamación después de la consagración, Cordero de Dios.

4. Las partes que acompañan un rito: canto de entrada, ofertorio, cantos de comunión y acción de gracias.

Los grados de solemnidad 1 y 2 dependen casi en forma exclusiva del ministro celebrante y de una adecuada formación litúrgico-musical de la asamblea. Sin embargo es posible solemnizar las acciones litúrgicas más importantes atendiendo a los grados 3 y 4.

Hasta el presente, en lo que respecta al ministerio del canto, normalmente solo se ha atendido al grado 4 de solemnidad, es decir, los cantos procesionales de entrada, comunión, ofertorio y salida. Aún los mismos coros invitados solo se han atenido a este grado de solemnidad.

El Coro Arquidiocesano busca aumentar el grado de solemnidad de las celebraciones arquidiocesanas atendiendo a los grados 2, 3 y 4. Para lograr este objetivo, es menester conocer en profundidad los ritos y discernir las partes que serán realizadas por un solista o cantor, solo por el coro o por el coro y la asamblea.

 

2.3. Brindar una formación espiritual, musical y litúrgica a sus integrantes.

En una Schola Cantorum, además de la formación musical, "se dará también una formación litúrgica y espiritual adaptada, de manera que al desempeñar perfectamente su función litúrgica, no aporten solamente más belleza a la acción sagrada y un excelente ejemplo a los fieles, sino que adquieran ellos mismos un fruto espiritual" [MS, 24].

En este sentido, el Coro Arquidiocesano busca, a través de la asesoría del sacerdote encargado del Equipo Diocesano de Liturgia, cumplir con los tres aspectos formativos de sus integrantes según el siguiente detalle:

 

2.3.1. Formación espiritual:

"Será indispensable una gran disciplina espiritual, no menor por cierto que la que es necesaria para una buena ejecución musical. Es decir, hace falta una vida iluminada no sólo por el arte, sino también por la fe, y vivida en comunicación y amistad con Dios. Es preciso que los artistas, especialmente los que ejecutan música sacra y religiosa, eleven no sólo sus voces, sino también su alma, realizando una vez más el dicho benedictino: 'Mens concordet voci' [la mente concuerde con la voz]" (Reg.C.XIX, 7) [Juan Pablo II, carta con ocasión del año europeo de la música].

Los integrantes del Coro deberán recordar siempre que, por sobre todo, con su canto están realizando oración, y no sólo oración, sino "oración eclesial". Esto les marca a los cantores un perfil de espiritualidad propio y diferente, a través del don especial recibido de Dios. Ellos encontrarán en esta comunicación especial con Dios también un medio de salvación.

 

2.3.2. Formación litúrgica:

"Es muy de desear que los organistas y demás instrumentistas (y cantores) no sean solamente expertos en el instrumento que se les ha confiado, sino que deben conocer y penetrarse íntimamente del espíritu de la liturgia, para que al ejercer su oficio, enriquezcan la celebración según la verdadera naturaleza de cada uno de los elementos y favorezcan la participación de los fieles" [MS, 67].

 

2.3.3. Formación musical:

"Siempre que pueda hacerse una selección de personas para la acción litúrgica que se celebra con canto, conviene dar preferencia a aquellas que son más competentes musicalmente, sobre todo si se trata de acciones litúrgicas más solemnes" [MS, 8].

La idoneidad en la ejecución del instrumento o la voz cantada es un requisito lógico para la interpretación bella que el canto litúrgico requiere. De todas formas, hay que recordar que para la interpretación del canto litúrgico no es más apto aquél que sólo posee mejor técnica (ya vocal o instrumental), sino aquél que también realiza su ministerio con verdadero espíritu de oración y servicio.

 

2.3.4. Acción multiplicativa de la formación:

Puesto que el Coro Arquidiocesano nuclea a jóvenes y adultos pertenecientes a distintas comunidades parroquiales, muchos de ellos también encargados del canto litúrgico en sus comunidades, la formación recibida en el seno del Coro se ve multiplicada en las diversas parroquias y movimientos que se nutren de la experiencia y conocimientos adquiridos por sus representantes en el Coro Arquidiocesano.

 

2.3.5. Vida y conducta de los músicos en general:

A tal respecto nos dice Pío X en su Motu Proprio:

"no se admitan en las Scholae Cantorum sino hombres de conocida piedad y probidad de vida, que con su modestia y religiosa actitud durante las solemnidades litúrgicas se muestren dignos del santo oficio que desempeñan" [IPP,16].

Y también la Sagrada Congregación de los Ritos remarca:

"Todos los que tienen parte en la música sagrada, como los compositores, organistas y los maestros de coro, los cantores y también los músicos, ante todo deben ser para los demás fieles ejemplos de vida cristiana, puesto que participan directa o indirectamente en la sagrada liturgia" [DMS, 97].

 

2.4. Promover la participación activa, dirigiendo y sosteniendo a los fieles en el canto sagrado.

El Concilio Vaticano II, sin dar una definición de lo que entiende por participación de los fieles, señala varias notas esenciales de la participación que pertenecen indudablemente al modo de ejercer la asamblea su papel en las celebraciones. Así la Sacrosanctum Concilium en su artículo 14 dice:

"La Santa Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la cual tiene derecho en virtud del bautismo el pueblo cristiano".

La participación para ser plena y consciente deberá ser ante todo interior, así los fieles deberán acercarse a la liturgia con recta disposición de ánimo poniendo su alma en consonancia con su voz, uniendo su espíritu a lo que pronuncian o escuchan y cooperando con la gracia divina para no recibirla en vano [SC, 11].

Pero la participación también será externa ya que "la Iglesia procura que los cristianos no asistan a las celebraciones litúrgicas como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la Hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él" [SC, 48].

Participación en el lenguaje litúrgico expresa relación, comunicación, identificación, unidad. La participación externa (gestos y actitudes corporales) cuando se une a la interna constituye la participación activa. Esta participación se hace perfecta cuando se une a la participación sacramental, que consiste en la recepción de los Sacramentos. Es evidente que hay una escala en la intensidad de la participación: externa, interna, activa, sacramental [MD, 144-147].

La participación litúrgica no es algo accesorio o extrínseco a la finalidad cultual y santificadora de la Liturgia, sino que es un elemento, en si mismo, directamente santificador y cultual. Esto es, no sólo se requiere que la celebración de la liturgia sea válida y lícita, sino que -mediante la participación- la acción sacramental sea fructuosa.

Ahora bien, es toda la asamblea litúrgica y no sólo los ministros ordenados quien está implicada en la acción litúrgica como sujeto integral de la misma. Pero, eso sí, cada uno de los miembros interviene de modo distinto, "según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual" [SC, 26].

La asamblea celebrante tiene necesidad de todos los ministerios. No sólo de los ministerios ordenados, en particular el sacerdocio jerárquico o ministerial, sino de los ministerios llamados también laicales que, instituidos o no, son confiados o ejercidos por los miembros no clérigos del Pueblo de Dios. Estos ministerios deben existir en toda asamblea litúrgica de forma estable y no puramente ocasional.

Siendo las celebraciones arquidiocesanas congregación de todas las comunidades de la Diócesis, es sin duda necesario realizar durante la celebración, los diversos ministerios litúrgicos de manera que sean a modelo para las comunidades, enseñando y asegurando el verdadero sentido de participación activa en el culto sagrado.

A tal fin, el Coro Arquidiocesano pretende ser un medio para desempeñar en forma estable el ministerio del canto litúrgico en las celebraciones importantes de la Arquidiócesis, asegurando la correcta participación de los fieles en el canto y siendo a la vez modelo e incentivo para la formación de grupos estables con similares características en las parroquias.

 

 

 

 

 

 

Capítulo II: De la Organización y Estructura

 

  

Para lograr sus objetivos, el Coro Arquidiocesano posee ciertas metas y pautas de acción que lo regulan y le dan una característica propia y peculiar.

 

Art. 3º- Asesoría sacerdotal:

Así como "la oración es el alma de todo apostolado", el sacerdote es el alma de toda asociación dentro de la Iglesia. La importancia de su función de asesor está perfectamente señalada por el Concilio Vaticano II [AA, 25]. Por tanto, es el sacerdote encargado del Equipo de Liturgia Diocesano el asesor natural del Coro Arquidiocesano, con lo cual se asegura no solo la idoneidad del ministerio y el recto espíritu de servicio al culto sagrado sino también la adecuada organización de las celebraciones y la necesaria vinculación con los demás ministerios.

La asesoría sacerdotal se realiza directamente mediante la participación del asesor en los ensayos y en las reuniones de Comisión Directiva, o bien indirectamente a través del director del Coro y de las personas encargadas de la organización de los actos litúrgicos.

 

Art. 4º- Organización anual:

El Coro Arquidiocesano organiza sus actividades durante el año en tres etapas bien definidas:

I- Cuaresma-Pascua: de Febrero a Abril. Preparación del repertorio de Pascua. Visita a iglesias.

II- Tiempo Ordinario: de Mayo a Agosto. Preparación de repertorio variado, con énfasis en cantos Eucarísticos y Marianos. Visita a iglesias, en las cuales, además de cantar durante la Santa Misa, se realiza un micro-concierto con catequesis y/o Horas Santas (de Adoración, de Reflexión, etc.)

III- Adviento-Navidad: de Septiembre a Diciembre. Preparación de repertorio navideño. Visita a iglesias.

 

La división de las actividades en etapas posibilita la incorporación de integrantes en diversos momentos del año, puesto que en general cada etapa posee un repertorio propio en concordancia con el tiempo litúrgico correspondiente.

Además del repertorio propio de cada tiempo, el Coro prepara en forma permanente los cantos para las celebraciones diocesanas para las cuales se requiera su participación: Ordenaciones Sacerdotales, Dedicación de Iglesias, Misa Crismal, etc.

Anualmente se proyecta realizar un viaje a alguna Parroquia del interior de la Provincia.

 

Art. 5º- Ensayos:

El Coro Arquidiocesano prepara el repertorio coral y la formación espiritual, litúrgica y musical de sus integrantes fundamentalmente a través de los ensayos, que en general se realizan una vez por semana con dos horas de duración.

La frecuencia semanal y duración de los ensayos está fijada por varios motivos: el Coro Arquidiocesano no es un coro profesional en el sentido de buscar la perfección en la interpretación musical como fin último, sino solo como un medio para lograr eficazmente el ministerio confiado. Más de un ensayo semanal fructificaría ciertamente en una mejor preparación musical pero solicitaría mayor dedicación del Director y de los coristas, dejando de lado las obligaciones que muchos de ellos poseen en sus comunidades parroquiales. En el caso del Director, y considerando que realiza un servicio apostólico sin fines de lucro, el esfuerzo es aún mayor.

Los ensayos se realizan según el siguiente orden:

- Preparación vocal.

- Oración Inicial (Art.8).

- Ensayo de las obras seleccionadas por el Director.

- Formación litúrgica o pensamiento espiritual a cargo del asesor o de algún integrante del coro.

- Recreo.

- Continuación del ensayo

- Oración final (Ver Anexo).

 

Art. 6º- Secretaría y Tesorería:

Son funciones de la Secretaría: confeccionar el Acta donde consta la fecha, el lugar y el repertorio realizado en cada una de las celebraciones en las cuales participa el Coro Arquidiocesano; realizar notas y actividades administrativas necesarias para el funcionamiento del Coro y realización de las actividades programadas.Son funciones de la Tesorería: recolectar la cuota mensual, voluntaria, de $ 1,00 para la compra de refrigerio para los ensayos, gastos de partituras e insumos, gastos de traslado a parroquias alejadas; administrar los fondos del Coro Arquidiocesano.

 

Art. 7º- Asamblea anual y Comisión Directiva:

El Coro Arquidiocesano se reúne anualmente (en fecha cercana al 13 de Enero) para evaluar lo actuado en el año anterior, realizar un informe de gastos y estado de caja de la Tesorería, y designar a los miembros de la Comisión Directiva.La Comisión Directiva está integrada por: el director, el asesor, el secretario, el tesorero y dos integrantes del Coro.La Comisión Directiva y la Asamblea Anual son presididas por el director del Coro, quien debe presentar el Orden del Día a tratar en las mismas.

 

Art. 8º- Oración Inicial:

T. Llena mi boca con tus alabanzas y así podré cantar para Ti. Gócese y alégrese mi alma cuando con mis labios cante para Ti.

S. Alabaré al Señor mientras viva.

T. Cantaré salmos a mi Dios mientras exista.

S. Oremos. Te rogamos Señor aceptes el sacrificio de nuestros labios, y por la intercesión de tus santos Gregorio y Cecilia, que esta alabanza que te ofrecemos mientras peregrinamos sobre la tierra, merezcamos cantártela por siempre en el Cielo. Por Cristo Ntro. Señor.

T. Amén. (TP Aleluya)