Julio Santiago Vernazza
23-9-1928, Capital Federal. Delantero.
Internacional con Argentina.
Platense, River Plate (51-56), Palermo (57-60), Milan (60-61), Vicenza (61-64).
Cuatro campeonatos argentinos con River (52, 53, 55 y 56).
Goleador insaciable, Vernazza vivió una de las etapas más importantes de la historia de River y aún hoy se recuerdan sus durísimos lanzamientos, capaces de romper la resistencia de las mejores defensas y de superar a los porteros más cualificados. Esa facilidad realizadora le permitió no sólo triunfar en Argentina, sino también formar parte de un poderoso Milan en el que militaban estrellas como Rivera, Altafini o Liedholm.
Inició su relación con el fútbol a los siete años, cuando ingresó en las inferiores de Platense por recomendación de José María Ruibal, un hombre que marcó decisivamente su carrera. Mantuvo una progresión magnífica y a los 16 años debutó con el primer equipo, precisamente ante River. La semana de su estreno en la máxima categoría llegó a jugar en tres divisiones diferentes. En la tercera contra Banfielfd, en la reserva frente al propio River y el ya mencionado debut absoluto. Cuando el sueño por el que tanto había luchado desde niño empezaba a cumplirse, una lesión le obligó a regresar a la cuarta de Platense. Le costó dos años recuperar su sitio en la primera, pero cuando lo hizo ya nadie fue capaz de arrebatarle la titularidad. Condecorado en 1948 con la medalla de oro de Platense, Vernazza dejó la institución en 1951 para incorporarse a River, equipo en el que se hizo grande y con el que conoció el sabor del triunfo. Campeón de Argentina en cuatro ocasiones, extendió su maestría en los lanzamientos hasta la selección albiceleste, con la que participó en el Sudamericano de Chile ’55.
Consagrado en Argentina, Vernazza decidió probar suerte en Europa y en 1957 fichó por el Palermo de Italia, recomendado por Walter Gómez. Tres campañas estuvo en el conjunto siciliano, alternando las presencias en la Serie A y B, y en 1960, ya con 32 años, se le presentó la ocasión de poner un brillante colofón a su trayectoria profesional. Se incorporó al Milan de Rivera, Altafini y Liedholm y allí vivió una experiencia muy satisfactoria, según reconoció el propio Santiago, que militó posteriormente durante tres años en el Vicenza.
