Nuestro programa puede ser resumido en las siguientes  palabras:

Paz, emancipación, y la felicidad de los oprimidos.

Guerra contra todos los déspotas y opresores.

Restitución total a los trabajadores: todo el capital, las fábricas, y todos los instrumentos de trabajo y materias primas deben ir a las asociaciones, y la tierra a los que la cultivan con sus propias manos.

Libertad, justicia y fraternidad con respecto a todos los seres humanos sobre la tierra.

Igualdad para todos.

A todos, sin distinción alguna, todos los medios de desarrollo y educación, e iguales posibilidades de vida mientras trabajan.

La organización de una sociedad mediante una federación libre, desde abajo hacia arriba, de asociaciones de trabajadores, tanto industriales como asociaciones agrícolas, científicas y literarias, primero en una comuna, luego una federación de comunas en regiones, de regiones en naciones, y de naciones en la asociación fraternal internacional.

La abolición del Estado y de la Iglesia debe ser la condición primera e indispensable para la emancipación efectiva de la sociedad. Sólo después la sociedad podrá y deberá empezar su propia reorganización que, sin embargo, no debe efectuarse de arriba abajo, ni de acuerdo con algún plan ideal proyectado por unos pocos sabios o filósofos, ni mediante decretos promulgados por algún poder dictatorial, o incluso por una Asamblea Nacional u elegida por sufragio universal. Tal sistema, como ya se ha dicho, llevaría inevitablemente a la formación de una aristocracia gubernamental, es decir, a una clase de personas que nada tiene en común con las masas del pueblo; y esta clase volvería con toda certeza a explotar y someter a las masas bajo el pretexto del bienestar común o de la salvación del Estado.

Ante todo, propaguemos los verdaderos principios socialistas, y en lugar de contar mentiras y dar falsas esperanzas a los electores y a los no electores, incitemos en esas mentes el espíritu de rebelión y el desprecio al parlamentarismo. Hagamos de modo que los trabajadores no voten, y que las elecciones se las hagan ellos, gobierno y capitalistas, en medio de la indiferencia y del desprecio del pueblo; porque cuando se ha destruido la fe en las urnas, nace lógicamente la necesidad de hacer la revolución. Vayamos a los grupos y a las reuniones electorales, pero para desbaratar los planes y las mentiras de los candidatos, y para explicar siempre los principios socialistas-anárquicos, es decir, la necesidad de quitar el gobierno y desposeer a los propietarios. Entremos en todos los sindicatos obreros, hagamos otros nuevos, y siempre para hacer la propaganda y hablar de todo aquello que debemos hacer para emanciparnos. Pongámonos en la primera fila en las huelgas, provoquémoslas siempre para ahondar el abismo entre patronos y obreros y empujemos siempre las cosas cuanto más adelante mejor. Hagamos comprender a todos aquellos que mueren de hambre y de frío, que todas las mercancías que llenan los almacenes les pertenecen a ellos, porque ellos fueron los únicos constructores, e incitémosles y ayudémosles para que las tomen. Cuando suceda alguna rebelión espontánea, como varias veces ha acontecido, corramos a mezclarnos y busquemos de hacer consistente el movimiento exponiéndonos a los peligros y luchando juntos con el pueblo. Luego, en la práctica, surgen las ideas, se presentan las ocasiones. Organicemos, por ejemplo, un movimiento para no pagar los alquileres; persuadamos a los trabajadores del campo de que se lleven las cosechas para sus casas, y si podemos, ayudémoslos a llevárselas y a luchar contra dueños y guardias que no quieran permitirlo. Organicemos movimientos para obligar a los municipios a que hagan aquellas cosas grandes o chicas que el pueblo desee urgentemente, como, por ejemplo, quitar los impuestos que gravan todos los artículos de primera necesidad. Quedémonos siempre en medio de la masa popular y acostumbrémosla a tomarse aquellas libertades que con las buenas formas legales nunca le serían concedidas.

La desigualdad entre ricos y pobres no cesa de aumentar; tanto dentro de cada estado como entre el Norte y el Sur. La precarización de la vida en los estados del llamado "Primer Mundo" no es ya una eventualidad sino un proceso. No menos de 100 países de los del "Tercer Mundo" llevan tres décadas en retroceso económico. La destrucción de la naturaleza ya no es un problema de futuro sino de presente. La ciencia genética amenaza con destruir lo que ahora conocemos como ser humano. El control de los estados a sus ciudadanos y de las macroempresas a sus empleados y consumidores está rayando la ciencia ficción orwelliana. La especulación crediticia se ha adueñado definitivamente de la economía en globalización. El consumo de drogas antidepresivas en el Norte no hace más que crecer a la par que aumentan el número de personas presas. El poder está rápida y totalmente cambiando de ubicación, hasta tal punto que los políticos se han convertido en muñecos de guiñol del poder privado. Los verdaderos gobiernos ya no están en los estados sino en las mesas de negociación de las coaliciones de industriales y financieros. Y, mientras tanto, la guerra sigue con el genocidio donde perecen los pobres.

Condonar la deuda no es una solución razonable contra la globalización. Incrementar los impuestos a las empresas transnacionales y abogar por sistemas marginales de “comercio justo” no es ningún tipo de solución razonable al capitalismo. Pedir el 0,7, ni siquiera es un parche como lo puede ser lo anterior,  no es sino un patético chiste. La globalización supone la tendencia uniforme hacia un sistema económico que sacrifica lo social y lo individual. No hay más solución a lo global que una alternativa radical (que ataque la raíz del problema) y que sea igual de GLOBAL. Los conservadores de “izquierda” defensores del Estado Intervencionista, del “estado de bienestar”  son reliquias del pasado, que al igual que los anacrónicos “comunistas” de Estado autoritario, los marxistas-leninistas, pretenden obviar la ineficiencia e invalidez demostrada por la Historia de sus postulados burocráticos.

Creemos que solamente el socialismo puede ser alternativa realista y deseable al capitalismo en expansión y al auge de los totalitarios “estados” empresariales. Creemos que este socialismo alternativo, ahora en el siglo 21, sólo puede ser de una índole: anti-totalitario, LIBERTARIO. Un breve esquema de un socialismo de este tipo podría ser el siguiente -pero hay muchos más y muy distintos, que pueden ser igualmente válidos y con necesaria cabida en un mundo nuevo que debe ser tan plural como la gente quiera. 

1.- Abolición del mando: sustitución de la organización social basada en el mando y la obediencia, por el asociacionismo libre, donde las obligaciones sólo lo sean en cuanto que el individuo las acepte. Supresión, por tanto, de cualquier forma de asociacionismo estatalista (asociacionismo obligado a priori). Supresión del mando, por el pacto, de los dictados por el acuerdo mutuo. Sustitución de la masa otorgante por el individuo ingobernable.

2.- Destrucción del Estado. En el siglo 19 no era extraño que el miedo a la libertad se expresara en el dogma de que sin la religión y el pecado (miedo a la violencia divina) nos comeríamos los unos a los otros. Ahora se manifiesta en un dogma similar: sin Estado (miedo a la violencia terrena) seríamos lobo para el hombre. Rechazamos el miedo a la libertad, apostamos por experimentar la vida, negamos legitimidad a ningún Estado, pues en su definición esta la guerra, la lucha de clases, la opresión, el mando, el despotismo ilustrado de gobernar por el "bien" de los demás. El Estado Democrático de Derecho no es una excepción.

3.- Todo el poder a las asambleas de base, donde todos son iguales y en las cuales todos están ubicados. La soberanía nacional es opresión. Para hacer factible la soberanía individual es necesaria una pedagogía libertaria. Muerte a la dialéctica autómata del aula: el sentar, escuchar, transcribir lo dictado, no hablar, estar quieto, no buscar ayuda en el compañero, chapar, etc. Se necesita una educación para la sociabilidad, para saber funcionar en asambleas, para buscar en el prójimo una ayuda, para dejar libre la creatividad y la disidencia... para matar el CALLA Y OTORGA. Para la crítica y convivencia.

4.- La agricultura, la industria y los servicios deben ser autogestionados. La especulación, las finanzas, los bancos especulativos deben ser abolidos. La propiedad debe ser abolida. A nadie se le puede obligar a trabajar colectivamente. Todo el mundo debe tener derecho a tener en usufructo (que no en propiedad) las tierras o infraestructuras que necesite para vivir. Nadie está obligado al trabajo asociado de la misma forma que nadie tiene la obligación de estar en una asamblea o en una federación; pero nadie tiene derecho a vivir del trabajo ajeno. Suprimido como dogma económico el esclavismo y el vasallismo debe ser abolido el asalarialismo.

5.- La autogestión total es el principio irrenunciable de cualquier socialismo real. Generalicemos la autogestión, socialicemos la libertad. En lo económico cada unidad de producción (ejemplo: fábrica de electrodomésticos) poseerá su asamblea soberana. Ella regulará su producción y su tiempo de trabajo. Decidirá como se retribuirá el trabajo (ejemplo: según horas trabajadas). Decidirá si quiere federarse o no y con quien. En caso afirmativo destinará una parte del excedente de producción a la federación, pues ésta, según la voluntad de las asambleas que la constituyan, deberá distribuir fondos de forma que puedan medrar fábricas en peores condiciones o para hacer frente a posibles catástrofes.

6.- Debido a la complejidad social se hacen necesarios niveles de delegación y de estratificación. Los delegados siempre deben ser elegidos por la asamblea de forma directa; estos solo responden frente a ella; esta tiene la potestad de revocarlos en cualquier momento. El delegado solo puede tomar decisiones en el ámbito específico y limitado que la asamblea le ha otorgado. Para lo que la asamblea haya dispuesto.

7.- La federación no es un estado. Es un cuerpo económico de coordinación. En el ella el poder debe ir de abajo arriba, la coordinación en sentido contrario. Todos los niveles anteriores de estratificación deben aportar la información necesaria para que las comisiones federales pueden elaborar infórmenes, estudios, etc. De forma que la base tenga una visión real de lo global. Sólo así puede asegurarse el equilibrio entre las diferentes ramas de producción, puede adecuarse la producción a la demanda (en virtud a la de la demanda de la gente y no  a una producción antiecológica y caótica, generadora de "necesidades" falsas). Es esta una forma de acabar con las crisis endémicas del capitalismo.

8.- Los principios descritos para la democracia política son los mismo que para la democracia económica. En la autogestión, en el autogobierno vemos la clave.

9.- Las ciudades deben ser descentralizadas en todos los sentidos. Deben ser ciudades policéfalas: con varios centros, según su tamaño e intereses de sus ciudadanos. Por motivos ecológicos deben desmasificarse expandiéndose territorialmente en vistas a reducir la densidad de población de las mismas, integrándolas en el ecosistema. Cada barrio debería tener su/s asamblea/s y debería seguir el modelo federal para coordinar la vida municipal, regional, etc. 

10.- Esto es: simbiosis de lo político con lo económico. Son las mismas personas quienes dirigen la economía y la política, y por tanto el arte y las infraestructuras del placer, pues son todos los que están al frente, son todos con cada uno y entre todos, quienes dirigen sus propias vidas. Se trata de tomar, de una vez, las riendas de nuestras propias vidas. 

En resumen: cada cual haga lo que pueda según el lugar y el ambiente en que se encuentra, tomando como punto de partida los deseos prácticos del pueblo, y excitándole siempre nuevos deseos. Y en medio de toda esta actividad, vayamos eligiendo aquellos elementos que poco a poco van comprendiendo y aceptando con entusiasmo nuestras ideas.