El free-shop, viejo y apetecible reducto
futbolero en los frecuentes viajes, tiene en sus vitrinas la
irresistible tentación de los perfumes importados. Y los equipos, en
cuanto disponen de la oportunidad, lo saquean, buscando el "olor que
está de onda". "No tengo un perfume preferido. Cambio constantemente
porque siempre aparece alguien en el plantel que te recomienda uno
diferente".
"Toda la ropa que uso es de Puma", agrega Garcé. ¿Qué indica esto? El
tremendo bombardeo del mercado, que en algunos casos tienen a los
jugadores como "modelos cautivos", es decir, les entregan ropas a
cambio del uso, en lo posible, cuando alguna cámara los esté
apuntando.
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