El castigo no deberķa ser nunca un fin y mucho menos estar dictado por la ira. Su verdadera finalidad es instaurar reglas provechosas que conduzcan al orden y aporten claridad.
El castigo no deberķa ser nunca un fin y mucho menos estar dictado por la ira. Su verdadera finalidad es instaurar reglas provechosas que conduzcan al orden y aporten claridad.
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