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 Después de la audiencia del Papa con el
Superior de la Fraternidad San Pío X

«ACERCAMIENTO SIN PRECIPITACIONES,
PERO TAMPOCO DEMASIADO LENTAMENTE»*

Entrevista con el Cardenal Darío Castrillón
Hoyos, Presidente de «Ecclesia Dei», sobre
las relaciones  entre  Roma y el Lefebvrismo

ENTREVISTA CON EL CARDENAL DARÍO CASTRILLÓN HOYOS
Gianni Cardinale

MIEMBROS DE LA FRATERNIDAD SAN PÍO  X EN PROCESIÓN HACIA LA PUERTA SANTA DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO, EL 8 DE AGOSTO DE 2000.

      «El Santo Padre Benedicto XVI recibió esta mañana en Castel Gandolfo, al Superior General de la Fraternidad San Pío X, Monseñor Bernard Fellay, quien le había  solicitado una entrevista. El Papa estaba acompañado por su Eminencia, el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Presidente de la Comisión Pontificia “Ecclesia Dei”. El encuentro tuvo lugar en una atmósfera de amor por la Iglesia y estuvo animado por el deseo de alcanzar una perfecta comunión. Si bien conscientes de las dificultades, se mostró el propósito de proceder por etapas y en tiempo razonable.» Con estas palabras, el 29 de agosto pasado, la Oficina de Prensa de la Santa Sede dió cuenta de el primer contacto entre el nuevo Pontífice y la Fraternidad que, como el boletín de la Radio Vaticana  nos recordó ese mismo día, «fue fundada por el Arzobispo Marcel Lefebvre, que murió el 25 de marzo de 1991».

      La noticia de la audiencia concedida por el Papa Benedicto XVI, aunque no publicada en la sección “Nuestras Noticias” de L’Osservatore Romano, apareció sin embargo en su edición del 31 de agosto en un corto párrafo al final de la página 4. 

      30Days preguntó al Cardenal Darío Castrillón Hoyos sobre la audiencia del 29 de agosto, en la que también estuvo presente el Padre Franz Schmidberger, viejo colaborador de Monseñor Lefebvre y muy bien conocido por Ratzinger. Desde  Abril de 2000, el Cardenal Hoyos es Presidente de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei», el órgano Vaticano que se ocupa de las relaciones con el variado mundo tradicionalista, y que, desde 1996, también es la cabeza de la Congregación para el Clero.

      ¿Su Eminencia, cual fue la naturaleza de la audiencia concedida por el Papa al Superior General de la Fraternidad San Pío X?

      DARÍO CASTRILLÓN HOYOS: La audiencia es parte de un proceso que comenzó con una muy importante intervención del entonces Cardenal Ratzinger, que firmó un protocolo con el acuerdo de Monseñor Lefebvre, antes de que éste último decidiera seguir adelante con las consagraciones episcopales en 1988. 

      Monseñor Lefebvre no dió marcha atrás…

      DARÍO CASTRILLÓN HOYOS: Desgraciadamente Monseñor Lefebvre siguió adelante con las consagraciones y por lo tanto sobrevino la situación de separación, aunque no fue un cisma formal.

      Entonces no hubo más contacto oficial hasta el Gran Jubileo de 2000.

      CASTRILLÓN HOYOS: Como Presidente de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei», habiéndome enterado de que ellos estaban de peregrinación en Roma, invité a almorzar a los obispos ordenados por Monseñor Lefebvre para una reunión informal, para conocernos. Desde entonces, tuve varios encuentros con su Excelencia Monseñor Fellay y con otros miembros de la Fraternidad. Reuniones que siempre tuvieron lugar en una atmósfera muy positiva. Así que hasta cierto punto, creo que realmente estamos muy cerca de total acercamiento.

      ¿El Papa estaba enterado de esos contactos?

      CASTRILLÓN HOYOS: Juan Pablo II estaba constantemente al tanto de todos ellos. No sólo eso. El mismo Pontífice recibió en una breve reunión en su capilla privada, a Monseñor Fellay y al Padre Michele Simoulin, después superior de la comunidad de la Fraternidad de Albano Laziale. En verdad no hubo un verdadero diálogo, pero en esa ocasión el Papa, impartiendo su bendición, expresó el deseo de que el diálogo pudiera llevarse a cabo..

      Anteriormente usted sugirió que en un cierto momento usted pensó que el entendimiento era inminente; ¿qué pasó después?

      CASTRILLÓN HOYOS: Tuve la impresión de que tanto Su Excelencia Monseñor Fellay, como sus colaboradores, sintieron temor, como si Roma estuviera tendiéndoles una trampa. Como si la Santa Sede tratara de absorberlos, cerrándoles la posibilidad de celebrar la Misa de San Pío V, encerrándose en sus críticas observaciones sobre algunos desarrollos e interpretaciones que siguieron al Cancilio Vaticano II. No hubo arreglo, pero el diálogo continuó.

      En este contexto, en 2001 sin embargo, hubo un entendimiento con el grupo brasileño cercano a la Fraternidad, el presidido ahora por Monseñor Fernando Arêas Rifan, que en 2002 fue elegido por la Santa Sede como obispo y titular de la Administración Apostólica Personal San Juan Bautista Vianney en Campos.

      CASTRILLÓN HOYOS: Ahí la situación era muy distinta, porque mientras que la Fraternidad San Pío X es una asociación no reconocida, con obispos que se declaran a sí mismos “auxiliares”, en Brasil en cambio, cuando el Obispo Castro Mayer renunció a la diócesis, fue seguido por cincuenta sacerdotes, o algo así, quienes de hecho, mantuvieron una organización paralela a la diócesis. Cuando murió Monseñor Castro Mayer, uno de los sacerdotes fue consagrado obispo por los obispos lefebvristas. Gracias a Dios, este obispo, Monseñor Rangel, y sus sacerdotes, entre los cuales se encontraba el actual administrador apostólico  Monsignor Rifan, en el momento de pedir el arreglo, distanciándose de los obispos de la Fraternidad, reconocieron que la condición que en su momento Monseñor Lefebvre llamó "de necesidad" ya no existía, no justificando la consagración de obispos sin mandato apostólico. Y esto porque el Papa les garantizó el uso de la Misa Tridentina, reconociendo su particularidad. Por su lado, ellos reconocieron la validez del nuevo rito de la Misa y la legitimidad del Concilio Vaticano II, aunque proponiendo llevar a cabo una respetuosa y honesta discusión sobre algunos textos poco claros del Concilio, sobre algunas interpretaciones de esos textos y sobre algunos sucesos posteriores la Vaticano II. 

      ¿Piensa que la solución adoptada en Campos fue exitosa?

      CASTRILLÓN HOYOS: Los hechos lo confirman. Gracias a dios, los fieles y los sacerdotes de la diócesis y los de la Administración Apostólica coexisten fraternalmente, Con frecuencia los dos obispos se encuentran para la necesaria coordinación. No sólo eso. Una docena de obispos de Brasil ya firmaron acuerdos con la administración para que ayuden a los fieles de sus diócesis que aman la vieja liturgia.

      Pero esa fue una solución que no gustó a los jefes de la Fraternidad

      CASTRILLÓN HOYOS: Si, la solución de Campos fue un momento delicado. Porque la Fraternidad estaba molesta. De todas formas, para mi fue algo providencial porque mostró una vía para una solución más amplia de la cuestión.

DARÍO CASTRILLÓN HOYOS

      Su Eminencia, permítanos volver a a la audiencia del 29 de agosto. ¿Cómo fue  organizada?

      CASTRILLÓN HOYOS: La audiencia fue solicitada por Monseñor Fellay por los canales normales, dado que la Fraternidad San Pío X es un organismo sacerdotal compuesto por sacerdotes que, aunque de forma ilegal, han sido válidamente ordenados, el pedido se hizo a través mío como prefecto de la Congregación para el Clero y Presidente de «Ecclesia Dei». La solicitud pasó al Papa y el Papa decidió conceder la audiencia. Ratzinger el teólogo, el Cardenal Ratzinger, dentro de sus grandes tareas, siempre estuvo interiorizado del problema, se mantuvo al tanto del mismo y conocía bien a las personas involucradas en el diálogo. El Papa Benedicto XVI pudo añadir a eso la especial asistencia del Espíritu Santo garantizada por el hecho de haberse convertido en el sucesor de Pedro.

      ¿Qué puede decirnos de la audiencia?

      CASTRILLÓN HOYOS: Fue una reunión bajo el signo de la caridad, en el sentido teológico, de amor a Dios y a su Iglesia. Fue una conversación entre hermanos que desean, con la ayuda de Dios, volver a fundirse en la unidad plena. El Papa nos dejó hablar a Monseñor Fellay, al Padre Schmidberger y a mí, y después habló el Santo Padre, haciendo un fuerte llamado a la unidad y expresando el deseo de que el futuro arreglo se haga sin precipitaciones, pero tampoco en forma demasiado lenta.

      ¿Qué observaciones hizo el Superior de la Fraternidad San Pío X?

      CASTRILLÓN HOYOS: Monseñor Fellay pudo expresar su temor por el estado de la Iglesia Católica por los abusos, no solamente litúrgicos, ocurridos desde el Concilio Vaticano II, pero esto ya se conocía de antemano. Creo que las observaciones críticas de ese tenor que puedan venir de la Fraternidad pueden ser preciosas para la Iglesia, si son expresadas bajo el carisma de Pedro y mutua caridad. De hecho, en la Iglesia todos somos libres de formular críticas en lo que no concierna a dogmas y a la disciplina esencial de la Iglesia misma. A ese respecto puedo dar testimonio de que el Cardenal Ratzinger ya estaba plenamente convencido de la necesidad de un diálogo teológico sobre los puntos difíciles. En plena comunión hay más posibilidad de encontrar esos puntos sensibles para estudiarlos.

      Después de la audiencia un prominente cardenal sugirió que la Fraternidad debía reconocer la legitimidad del actual Pontífice

      CASTRILLÓN HOYOS: Desgraciadamente, esa es una prueba de que dentro de la Iglesia, aun a tan altos niveles, no siempre se tiene pleno conocimiento de la Fraternidad. La Fraternidad nunca dejó de reconocer a Juan Pablo II y ahora a Benedicto XVI, como legítimos sucesores de San Pedro. Ese no es un problema. Que haya grupos tradicionalistas que no reconozcan a los últimos papas, los llamados "sedevacantistas", es otra cuestión que no concierne a la Fraternidad San Pío X.

      Se sabe que la Fraternidad San Pío X está pidiendo a la Santa Sede la liberalización de la así llamada Misa Tridentina y una declaración afirmando que esa liturgia nunca fue abolida.

      CASTRILLÓN HOYOS: La Misa de San Pío V nunca fue abolida. En cuanto a su liberalización, recuerdo que bajo el pontificado de Juan Pablo II hubo una reunión de todas las cabezas de departamentos de la Curia romana, en la que una amplia mayoría no estuvo en contra de tal pedido. Puede ser peligroso crear oposición entre el antiguo y el nuevo rito. La liturgia no puede ser un campo de batalla. Como sacerdote, como cardenal y como Prefecto de la Congregación para el Clero, siento gran pena viendo el lenguaje inaceptable usado a veces a propósito de este tema, por parte de algunos voceros de la Fraternidad San pío X, pero no por todos ellos.

      ¿Hay muchos obispos en contra?

      CASTRILLÓN HOYOS: A veces la ansiedad pastoral de un obispo lo lleva a pensar que garantizando el permiso para celebrar la Misa Tridentina en su diócesis puede crear confusión entre el pueblo de Dios. Y cuando los fieles que piden este tipo de celebración son muy pocos, puede entenderse la perplejidad. Mientras que cuando el grupo que quiere la misa es más sustancial, corresponde a la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei» recordar honesta y amablemente al obispo que el deseo de Sucesor de Pedro es ser generoso respondiendo a favor de esos fieles. Y veo con alegría que, día a día cada vez hay más que responden.

      Usted está familiarizado con el mundo tradicionalista. ¿Cómo juzga la piedad personal de los sacerdotes del mismo?

      CASTRILLÓN HOYOS: Muchos sacerdotes tradicionalistas saben que me causaron excelente impresión: tienen un sincero amor por el misterio. Desafortunadamente puede haber también fanáticos sujetos a la antigua liturgia, tal como se puede estar sujeto a una fórmula matemática de la que ni siquiera se entiende el valor en profundidad.

      ¿Piensa que ellos representan el legado de un pasado que, en todo caso está camino a la extinción?

      CASTRILLÓN HOYOS: En la Jornada de la Juventud en Colonia, hubo un considerable grupo de jóvenes apegado a la misa tradicional. Los ecos fueron positivos. Eso demuestra la poca visión que se tiene al considerar al fenómeno tradicionalista en vías de extinción. En el mundo tradicionalista en proporción, el número de vocaciones es decididamente superior que el de muchas diócesis.

      En septiembre de 2001 Juan Pablo II, en un discurso en la asamblea plenaria de la Congregación para la Divina Devoción, alabó las «plegarias verdaderamente hermosas» del Misal de San Pío V. El discurso fue publicado por L’Osservatore Romano con una demora inusual y nunca fue publicado en el Acta Apostolicae Sedis, pese a que allí usualmente se imprimen los discursos papales a las asambleas plenarias de los departamentos romanos. Cuando en mayo de 2003, usted celebró por primera vez después de la reforma liturgica post-conciliar, una Misa Tridentina en la basílica romana Santa María la Mayor, L’Osservatore Romano ignoró totalmente el evento. ¿Qué piensa usted de esos dos actos de “censura”?
EL CARDENAL DARÍO CASTILLÓN HOYOS DURANTE LA MISA TRIDENTINA CELEBRADA EN LA BASÍLICA SANTA MARÍA LA MAYOR EL 24 DE MAYO DE 2003. 

      CASTRILLÓN HOYOS: Prefiero juzgar los hechos y no las intenciones, por otra parte, esas noticias  tuvieron gran repercusión.

      ¿Piensa que el discurso de Juan Pablo Ii arriba mencionado finalmente va a ser publicado en el Acta?

      CASTRILLÓN HOYOS: Si no fue el deseo explícito del Papa no publicar tal discurso, aun cuando fue él quien lo hizo, pienso que es algo serio no haberlo hecho.

      El título de un artículo del Corriere della Sera del 26 de agosto, anticipando la audiencia de tres días más tarde, describía la relación entre los así llamados lefebvristas y la Santa Sede como “la paz imposible”.

      CASTRILLÓN HOYOS: Los periódicos pueden decir eso y mucho más. afortunadamente, no son infalibles.

      Su Eminencia, una última palabra para los que le reprochan a la Fraternidad el uso de lenguaje rudo, a veces rozando la irreverencia, hacia la Santa Sede.

      CASTRILLÓN HOYOS: Eso puede causar aflicción, pero en el fondo no me sorprende el hecho de que tales palabras, artículos, cartas, puedan parecer que usan un lenguaje bastante crudo. Incluyendo algunas afirmaciones atribuidas a Su excelencia Monseñor Fellay. Hasta que no haya total unidad, y así mutua caridad, no podemos escandalizarnos si todavía hay alguna intemperancia verbal. Siempre viene bien tener en mente el dicho de San Agustín: «In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas».

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