El Fundamentalismo
reniega de su propia Madre I
Mauro Ciotola

La devoción mariana
es básica para honrar a Dios. I

   Examinemos las Escrituras a ver si se puede arrojar algo de luz sobre si María tuviera otros hijos además que Nuestro Señor.

   En el Evangelio de San Lucas (1:26) se lee que “fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José.” 

    Lo que hay que comprender aquí es que según la antigua ley judía, “estar desposada” significaba estar prometida ya en matrimonio.  Lo único que quedaba era la ceremonia pública.  Así se puede decir que de cierta manera, San José ya se consideraba  marido de Nuestra Señora.

   Pues bien, el fundamentalista puede pedirnos que justifiquemos esto, y ciertamente lo podemos hacer de tal manera que aun él lo comprendería claramente—si tan sólo se quitase el prejuicio anticatólico de delante.  Apelamos al evangelio de San Mateo (1:19): “Su marido José, como era justo...”  Más adelante en el mismo pasaje se lee el relato de la visita del ángel: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer.  No se puede disputar que María y José ya se habían comprometido en matrimonio a la hora de la visitación angélica, ni tampoco se puede ignorar fácilmente.  En efecto, lo que pasó en estos momentos es de gran importancia y explica muchas cosas.

La pregunta que da la respuesta

   Aquí tenemos a una joven, ya comprometida a un hombre llamado José, quien, cuando el ángel la anunció: “vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo,” respondió con una pregunta: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”

   Esta pregunta es sorprendente en tanto que se pronuncie por lo que llamaríamos en nuestros días una “recién casada.”   La Bienaventurada Madre seguramente no ignoraba la biología.  Seguramente conocía el plan divinamente decretado para la propagación de la raza humana, y aún así contesta a San Gabriel, “¿Cómo será esto?”

   Si ella y San José habían pensado vivir juntos como marido y mujer en el sentido normal, ella no habría tenido razón alguna de cuestionar el anuncio del arcángel. yes">  Pero, con su pregunta indica que ella y su esposo castísimo no intentaban vivir como marido y mujer en el sentido normal. Implica que su estado de virginidad no era simplemente para el presente—era un estado permanente. La que Dios había escogido desde toda la eternidad para ser su Madre, con su propio voto de virginidad, se había excluido de este honor ávidamente buscado por toda joven judía.  ¡María no aspiraba a tan gran honor! —nota de la traductora]

Sellado con un Voto

   San Bernardo lo explica y la Iglesia lo enseña: Nuestra Señora era “virgen en cuerpo, virgen en mente, virgen que había sellado su virginidad por un voto.”

   Si no, su pregunta no tendría ningún sentido. No existiría razón alguna para su vacilación y duda sin la oposición entre consentir a la petición del ángel y guardar su voto de virginidad.  Y así es el parecer de las más primitivas interpretaciones de la Biblia.

   Considera también el alto honor con que estimaban los judíos el puesto de ser la madre del Mesías.  Seguramente toda niña judía soñaba que esta singular condición especial sería suya.  Pero en el relato del Evangelio, la que fue escogida para el honor era tan humilde que se asustó por la declaración angélica.

Una Institución Honrada

   Entre los judíos, el matrimonio se reconocía como una institución honorable, y aquellos que estaban sin hijos en el matrimonio se estimaban malditos de Dios.

   La situación de María sólo puede ser la de una doncella que, siguiendo las costumbres y prácticas de su religión, tomó marido, pero que intentaba vivir su vida obligada por el voto de la virginidad.

   A lo contrario, en absoluto hace sentido alguno su pregunta, “¿Cómo será esto?”

   Además, el ángel no anunció que la concepción milagrosa del Hijo de Dios tendría lugar inmediatamente al consentir ella a la petición divina.  Por lo tanto María habrá preguntado, “¿Cómo será esto?” solamente cuando su consentimiento conllevaba la rotura de su voto—no sólo para el presente, sino a lo largo de su vida entera de casada.

   A la luz de este razonamiento lógico no es pecado que nosotros interpolemos en su pregunta, “¿Cómo será esto, ya que no conozco varón?”, para incluir “ni tampoco lo conoceré, para poder guardar mi voto.”

Instrucciones Más Específicas

   También parece que se pregunta, “¿Cómo será esto?  ¿He de romper mi voto y vivir con José en la manera normal para concebir a mi Hijo?”

   Casi podemos entrever esto en su pregunta, pues inmediatamente después de su pregunta, Gabriel se lo aclara todo, y podemos imaginarnos su suave sonrisa mientras explicaba: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.”

   ¡Ya!  ¡Ya comprendía!  Y ahora estaba resuelta la dificultad con su voto y el cumplimiento del plan divino a través de ella.

    Por el poder de Dios concebiría a su Hijo sin padre humano, su virginidad quedaría intacta y su voto se mantendría.

   Entonces es cuando asintió.  “Hágase en mí según tu palabra.”

No Normal; Tampoco Antinatural  

   Por supuesto, el fundamentalista, para apoyar sus prejuicios anticatólicos, afirmaría que sería antinatural que José y María se hubiesen quedado vírgenes incluso en el estado matrimonial.

   No es normal entrar en un matrimonio así, pero tampoco es antinatural que los esposos vivieran “como hermanos.”

No Era la Familia Media  

   El fundamentalista no tiene problema alguno en aceptar el nacimiento virginal del Salvador; también acepta la proposición de que Dios Encarnado vivía en el ambiente de una familia humana.

   Pero totalmente equivocado insiste en que esta familia era “la familia media.”  ¿Cómo se podría considerar como tal a la Sagrada Familia?  Es la familia ideal, el modelo establecido por Dios para que toda familia lo alcance.

   ¡Y todo esto está solamente sobre un nivel natural!  Hay que tener siempre en cuenta que la Sagrada Familia era completamente distinta de cualquier otra familia—era una familia especial—era una familia predestinada al propósito único de criar el Hijo Encarnado de Dios.  Sería ridículo que esperásemos que los miembros de la Sagrada Familia se portaran como nosotros.

Insulto al Espíritu Santo

   Insulta al Espíritu Santo, Quien reclamó y santificó a la Bienaventurada Virgen como santuario Suyo, la noción que María tuviera otros hijos después de Nuestro Señor, hijos engendrados y criados en la manera humana.  Insulta a Jesucristo, Quien fue el único nacido de Su Madre, igual que fue el Unigénito de Su Padre.  Insulta a la Virgen María, que sería culpable de ingratitud ante Dios si hubiera descartado el don de la virginidad que Dios tan cuidadosamente preservó para ella en la concepción de Su Hijo.  Y insulta a San José, quien sabía que el Niño que iba a nacer de María no tenía ningún padre terrenal, sino que era el mismísimo Hijo de Dios.

   Pero el fundamentalista no siente remordimiento alguno de insultar tal compañía.  Blasfemo, insiste en que María tuvo otros hijos y que hay que interpretar “los hermanos del Señor” en su sentido más estricto.

Más Pruebas Falsas

   Reivindican indicios que María y José consumaron el matrimonio después del nacimiento de Jesús, y señalan el Evangelio de San Mateo (1:18 y 25) donde está escrito: “antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.”  “Y no la conocía hasta que ella dio a luz su primogénito.”

   Las palabras claves aquí (dicen) son las preposiciones: “antes de empezar a estar juntos,” y “no la conocía hasta que ella dio a luz su primogénito.” 

   Ellos ven en estas expresiones lo que consideran ser pruebas que llegó el momento en que Nuestra Señora y San José vivían como marido y mujer en el sentido normal y que tuvieron varios hijos.

   Este error se fundamenta en el hecho de que hacen que las expresiones usadas por los judíos para expresar algo totalmente distinto, asumen un significado moderno. 

Pasajes Paralelos             

   En el lenguaje bíblico, “antes de” y “hasta que” se usaban para indicar que tal cosa no había pasado hasta cierto momento. Y punto.  Las expresiones no quieren decir que después del momento o acontecimiento mencionado, lo que antes se prohibía, ahora realmente pasaba.            

   Investiguemos otros pasajes que, si se interpretan como el fundamentalista interpreta a Mateo 1:18 y 25, aparecerían estrafalarios y ridículos.

   Se lee lo siguiente en Deuteronimo 34:6 en referencia al entierro de Moisés: “Y nadie hasta hoy ha conocido su tumba", que significa simplemente que jamás nadie ha descubierto la tumba de Moisés.

   Génesis 8:6-7 describe los últimos días de Noé en el arca: “Abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, y soltó al cuervo, el cual salió y no retornó hasta que se secaron las aguas sobre la tierra.”  Pues sabemos que el cuervo no volvió al arca—Noé soltó la paloma más tarde para traer la información que el cuervo no trajo nunca.  Pero el fundamentalista nos haría creer que el cuervo volvió después de bajar las aguas.

Gracia y Chistes Bíblicos  

   Siguiendo la iniciativa del fundamentalista en otros pasajes similares nos conduce a unas conclusiones no intencionales, pero extrañas y graciosas de verdad.

   Como ejemplo tenemos en el 1º de Macabeos 5:54, que describe el regreso de la batalla de Rafón: “Subieron al monte Sion con alborozo y alegría y ofrecieron holocaustos porque ninguno de los suyos fue muerto hasta que regresaron en paz.”  ¿Significa esto que después de regresar “en paz” algunos guerreros murieron?

   ¿Y qué decir de 2º de Reyes 6:23?  “Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte.”  El fundamentalista tendría que admitir la posibilidad de que Mikal dio a luz después de su muerte, si aquí vamos a entender “hasta” de la misma manera que lo interpreta en Mateo 1:18 y 25.

   El Salmo 109 nos proporciona exactamente la misma dificultad: “Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies.”

   ¿Es la interpretación fundamentalista la verdadera en este salmo mesiánico? (Pues Nuestro Señor lo usó para apoyar sus reclamaciones de Dios y Mesías en Mateo 22:44.)  Si así es, pues, una vez que sus enemigos se hagan estrado de sus pies, ¿pierde Cristo entonces su sitio a la diestra del Padre? 

Primogénito

   Es probable que el fundamentalista recurra a los textos que refieren a Nuestro Señor como el “primogénito” de María para apoyar su aseveración blasfema de que tuvo hijos con San José.

   Tales argumentos son débiles y poco profundos, y le incumbiría dejarlo en paz, pues es un intento muy débil de probar lo que los textos jamás intentaron probar.

   De nuevo, el conocimiento de la antigua cultura judía brilla por su ausencia.  Cuando los judíos usaban el término “primogénito,” querían decir lo que decía: el hijo que abrió el seno materno, aún cuando el “primogénito” fuera el único nacido.

   Los textos del Antiguo Testamento que usan esta expresión apoyan al católico, no al fundamentalista.  Exodo 13:1-2 afirma: “Habló Yahveh a Moisés, diciendo: ‘Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el seno materno."

   No puede haber duda alguna de que se refiere al hijo que abre el seno materno, pues los padres no tenían que esperar hasta que el siguiente hijo convirtiera al único nacido en “primogénito” antes de consagrarle.

   Exodo 11:5, al describir la décima plaga, dice, “Morirá en el país de Egipto todo primogénito.”

   La plaga golpeó las casas egipcias en donde había un sólo hijo tanto como aquéllas en donde había varios, pues “primogénito” se refiere al hijo que abre el seno materno—ni más, ni menos. 

El Hijo Único

   Cuando leemos el relato de la Sagrada Familia en Jerusalén durante la Pascua (Lucas 2:41-51), está claro que Nuestro Señor es el único hijo mencionado de María.  No hay la más mínima indicación de otro hijo alguno, y no olvidemos que este acontecimiento ocurrió ¡cuando Él tenía doce años!  El fundamentalista se ve obligado a admitir que María dio a luz a Nuestro Señor primero, y luego pasaron doce años antes de que llegara en escena el primero de Sus “hermanos.”

   De nuevo, al pie de la Cruz, Nuestra Señora se entregó al cuidado de San Juan, que no era su hijo biológico.  ¿Por qué no se entregó a alguno de sus “otros hijos”—a Santiago, a José, a Simón, o a Judas?  Seguramente sería más apropiado entregarla a su gente en vez de entregarla a alguien que no era hijo suyo.  Para los judíos, a quienes la familia tenía una importancia suprema, la acción de Cristo era impensable. 

Hijo de María

   Más allá de esto, no podemos no tener presente el hecho de que en ningún sitio de los evangelios se llama “hijo de María” a nadie más que a Nuestro Señor Jesucristo.  Este título fue claramente reservado para Él y a Él solamente.  Ni siquiera se refieren a los “hermanos del Señor” como “hijo de María.”

   San Próculo escribió una vez: “A no ser que Su Madre quedase virgen, su Hijo hubiera sido tan sólo un hombre, y el misterio del nacimiento habría desaparecido.  Mas, si después de su parto, María quedase virgen, ¿cómo no será Él Dios, y el misterio inefable?”

(Traducido por Joan Marie Mart)

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