COMPLOT CONTRA LA IGLESIA

Maurice Pinay

Cuarta Parte
LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO

Capítulo Trigésimo Octavo

FRAILES, MONJAS Y PRELADOS CRIPTOJUDÍOS

   El historiador inglés del siglo pasado, James Finn, en su citada obra "Sephardim or the History of the Jews in Spain and Portugal", refiriéndose a los judíos que vivían en ambos países cubiertos con la máscara del catolicismo, asegura:

   "Ellos asumieron apellidos heráldicos, adquirieron las cruces de la caballería, ascendieron a los obispados, y más aún, llegaron a ser jueces en la inquisición, permaneciendo todavía judíos. Orobio declaró que en Ámsterdam él conoció a judíos que hacían penitencia vicarial en las sinagogas, por sus hermanos simuladores que eran franciscanos, dominicos y jesuitas en España" (320).

   Esta obra, que fue editada por la imprenta del Yard en la catedral Anglicana de San Pablo, nos confirma lo que autores hebreos ya han destacado, en el sentido de que los judíos clandestinos, se infiltraron en la Orden de Santo Domingo, para luego introducirse a su vez en el Santo Oficio de la Inquisición, con el fin de espiar por dentro a la organización secreta destinada a destruirlos y a paralizar o cuando menos restar eficacia a sus actividades; siendo esta obra de las tácticas tradicionales de la sinagoga, consistente en infiltrarse en las policías secretas destinadas a combatirla, para evitar las posibilidades de una lucha eficaz contra el judaísmo. Así lo hicieron con la Okrana zarista y se ha dicho que también lo realizaron con la GESTAPO, a pesar de todas las precauciones tomadas para evitarlo, ya que ambas policías al igual que la Santa Inquisición conocían el problema de la infiltración judía, y trataban de cuidarse de ella.

   La infiltración criptojudía dentro de los puestos de jueces inquisitoriales de que habla la obra inglesa mencionada, ponía en manos de los hebreos la posibilidad de hacer ineficaz la lucha del Santo Oficio contra el criptojudaísmo.

   El autorizado escritor judío Cecil Roth en su célebre "Historia de los Marranos", nos narra la curiosa historia de un judío secreto que tomó las órdenes sagradas ingresando al clero, y también del culto que la sinagoga rendía a Fray Diego de la Asunción, criptojudío portugués, culto que era más intenso en la ciudad de Coimbra. Al efecto Roth dice:

   "Había allí un considerable grupo de cristianos nuevos ligados a la famosa Universidad, de los cuales todos, o casi todos, eran adeptos devotos de la fe ancestral. A la cabeza de ellos estaba Antonio Homem, uno de los hombres más dotados de la sociedad culta de su época...bisnieto de Moisés Boino (Bueno), mercader y médico judío de Oporto...Fue criado por su madre, Isabel Núñez de Almeida, que pertenecía a una familia cristiana vieja. Educáronlo los jesuitas y estudió en la Universidad de su ciudad natal, donde se graduó en Derecho Canónico, en 1584. En 1592, obtuvo un cargo en la Facultad. Durante la gran peste de 1599, prestó valiosos servicios, que le valieron un beneficio eclesiástico, para gozar del cual ingresó en las Sagradas Órdenes...En 1614 designólo la Universidad profesor de Derecho Canónico. Como tal, llegó a gozar de una reputación inigualada. Algunos de sus tratados se conservan manuscritos. Con motivo de la propuesta canonización de la reina Isabel de Portugal, se le invitó, en 1612, a emitir su perecer al respecto. Conquistó al mismo tiempo, considerable prestigio como predicador y confesor..."

   "No obstante, en el período que alcanzó el cenit de su fama como teólogo, Antonio Homem volvióse el espíritu dirigente del grupo marrano, que florecía en Coimbra y que comprendía a algunas de las más distinguidas figuras de la Universidad. Figuraban entre ellos: Andrés d´Avelar, lector de Matemáticas, autor de un par de obras científicas, fraile como Homem..." (321).

   Después de seguir el citado historiador hebreo mencionando los destacados catedráticos de la universidad que formaban parte del bloque de falsos católicos, judíos secretos, sigue narrando cómo otro miembro del círculo marrano:

   "...Francisco de Gouvea había nacido en Lisboa, en 1580. Después de realizar brillantes estudios, fue nombrado lector de Derecho Canónico de la Universidad de Coimbra, así como archidiácono de Vila Nova de Cerveira, amén de otros cargos menores que retenía. Había ya escrito un libro importante, y estaba por publicar varios otros. El Inquisidor General lo tenía en mucha estima, y lo recomendó especialmente al Papa" (322).

   En un régimen inquisitorial antisemita, como era en esos tiempos el católico portugués, los hechos narrados por el israelita Cecil Roth nos muestran de qué forma el jefe de los hebreos secretos de Coimbra encubría sus actividades criptojudías introduciéndose en el clero de la Santa Iglesia, es decir, en una posición influyente de la organización enemiga, logrando por este medio ser incluso profesor de Derecho Canónico y obtener una gran reputación de predicador y confesor. ¡Imagínense a un sacrílego criptojudío usando en su calidad de fraile el confesionario como medio de espionaje! Aunque esto es horrendo, innumerables documentos, tanto de fuente judía como eclesiástica, nos revelan la abundancia de casos similares, constituyendo una de las causas que obligaron a muchas Órdenes Religiosas a aprobar los llamados estatutos de limpieza de sangre, en los cuales se prohibía el acceso a dichas Órdenes a católicos descendientes de judíos, ya que se tenían múltiples pruebas de que casi todos eran judíos en secreto.

   Como es natural, la Orden de los frailes predicadores fue la que más rigurosamente aplicaba los estatutos de limpieza de sangre, pues siendo especialista en al lucha contra el judaísmo, veía con mayor claridad que las demás su necesidad.

   Sin embargo, ya vimos que a pesar de eso, según confesión de autorizados escritores hebreos, los marranos llegaron a infiltrarse en dicha Orden y llegaron a ser jueces de la Inquisición.

   Esto se debió, sin duda, a que no obstante el Imperio Español así como en el Portugués se obligó a todo el mundo a hacer un árbol genealógico de varias generaciones atrás, hubo gran cantidad de criptojudíos cuya identidad no se descubrió, por la sencilla razón de que muchas conversiones fingidas, como hemos visto, se habían realizado por los menos mil años antes de la elaboración de esos árboles genealógicos, haciendo prácticamente imposible remontarse hasta tan tempranas edades.

   Por lo tanto, si en Portugal, España y sus respectivos imperios quedaron judíos sin identificar, a pesar de que los árboles genealógicos se remontaron a seis o más generaciones, es fácil suponer lo que habrá pasado en la Alemania nazi, en donde se limitaron a hacer la investigación en sólo tres generaciones. Es claro que infinidad de judíos secretos deben haberse quedado infiltrados en régimen nazi en calidad de arios.

   Los hechos demostraron que en los vastos dominios ultramarinos del Imperio Español y Portugués, fueron descubiertos por la Inquisición judíos clandestinos tanto en el alto clero como en los puestos de gobierno y demás sectores de la vida social, judíos que aparecían como cristianos viejos, es decir como católicos limpios de sangre hebrea, con derecho de acceso en todas partes y también con derecho de ocupar puestos dirigentes de toda índole.

   Volviendo a la relación del historiador israelita Cecil Roth sobre la organización de los judíos secretos de Coimbra, Portugal, asienta textualmente:

   "Algunas otras personas relacionadas con la Universidad eran también miembros del pequeño grupo, que incluía a media docena de canónigos, varios médicos prominentes y numerosos sacerdotes.

   Celebraban servicios (sinagogales) regulares en una casa del Largo das Olarias, en Coimbra, a los que concurrían dos docenas de personas, entre ellos algunos estudiantes de la Universidad. Conducíalos un tal Diego Lopes da Rosa. Antonio Homem parece haber actuado como Rabino..."

   El secreto fue, finalmente, traicionado. El 24 de noviembre de 1619, la Inquisición arrestó a Homem y lo envió a Lisboa, para que lo juzgaran. Después de cuatro años y medio de prisión, sentenciáronlo en el Auto de Fe celebrado en Lisboa el 5 de mayo de 1624, sin haber de ningún modo querido confesar su culpa, y su cuerpo fue entregado a las llamas. Al mismo tiempo, otros ocho miembros del círculo (uno de los cuales muriera en la prisión) fueron relajados al brazo secular. Figuraban en el grupo dos sacerdotes..." (323).

   A continuación el citado historiador israelita da unos datos interesantes; y refiriéndose a otro marrano del grupo, Antonio d´Avelar dice:

"Sus dos hijos y cuatro hijas, tres de los cuales eran monjas, quedaron sometidos a proceso por judaizantes...

   El escándalo tuvo vasta repercusión. El 30 de abril de 1620, los tribunales portugueses se dirigieron a Felipe III, informándole que en recientes Autos (de Fe) celebrados por ellos habían figurado, además de tres frailes y algunos jesuitas, tres canónigos de Coimbra; otros seis, todos ellos nombrados por el Papa, se encontraban bajo arresto. El rey fue, pues, invitado a no permitir que ningún cristiano nuevo (es decir, católico de sangre judía) gozase, en adelante, de beneficios o ingresase en las Sagradas Ordenes" (324).

   La narración que nos brinda este famoso historiador judíos nos hace ver como un fraile católico en apariencia fervoroso, catedrático de Derecho Canónico, de gran fama como predicador y confesor, además de ser el jefe de los judíos secretos de Coimbra era al parecer el rabino de la sinagoga secreta instalada en una casa particular. También nos muestra cómo al grupo clandestino pertenecían frailes, monjas, jesuitas y hasta canónigos del respetable cabildo eclesiástico.

   La Inquisición a través de seis siglos estuvo con sus eficaces medios de investigación localizando y descubriendo este tipo de organizaciones judías clandestinas y sus infiltraciones en el clero de la Santa Iglesia, destruyéndolas y poniéndolas fuera de combate; pero al ser anulada primeramente la Inquisición Pontificia en el siglo XVI y después la Inquisición española y portuguesa a fines del siglo XVIII y principios del XIX, las naciones cristianas se vieron privadas de las instituciones que las defendían contra las siniestras infiltraciones y actividades de la quinta columna judaica, con lo que se explica el hecho de que, a partir de ese momento, las revoluciones criptohebraicas hayan logrado en poco tiempo progresos gigantescos al contar ahora para su triunfo con la complicidad de un verdadero enjambre de clérigos, que primero facilitaron los triunfos masónicos, y ahora facilitan los del comunismo ateo.

   La Cristiandad y el mundo entero necesitan de nuevas instituciones, que aunque adaptadas a los tiempos modernos sean tanto o más eficaces que la Inquisición para defender a la humanidad de las acciones de la conquista del imperialismo judaico.

   El fanatismo de las mujeres israelitas lo mismo se manifiesta en esas lideresas rojas anticlericales, que en estas monjas criptojudías que ingresaron a los monasterios cristianos con la fanática misión de ayudar al triunfo de sus hermanos judíos.

   La citada publicación de la Editorial Israel de Buenos Aires, confiesa claramente el hecho de la existencia de esa infiltración de criptojudías en los conventos de religiosas; al efecto dice:

   "Podría hacerse una larga lista de monjas, monjes y frailes –algunos de los cuales se distinguieron grandemente en la Iglesia- que sufrieron a manos de la Inquisición, o concluyeron su vida como judíos".

   Y en la nota 1 de esa misma página se puede leer: "Cabe mencionar a la familia de Manuel Pereira Coutinho, cuyas cinco hijas eran monjas en el convento de `La Esperanza´, de Lisboa, mientras que sus hijos vivían como judíos en Hamburgo, bajo el nombre de Abendana.

   Entre otras notables figuras eclesiásticas españolas del siglo XVII, de extracción judía, debe mencionarse al famoso dramaturgo y novelista Juan Pérez de Montalbán, íntimo amigo de Lope de Vega que era sacerdote y notario del Santo Oficio" (325).

   Entre los clérigos quintacolumnistas que fueron quemados por la Inquisición, hubo algunos que son tenidos como mártires por el judaísmo internacional; entre ellos puede citarse al famoso Fray Diego de Asunción, del cual dice el historiador Cecil Roth lo siguiente:

   "Uno de los más ilustres mártires de la Inquisición portuguesa fue Fray Diego de Asunción, joven fraile franciscano, nacido en Viana, en 1579. Tenían en sus venas sólo una pequeña porción de sangre judía...Fuéle imposible mantener sus puntos de vista en reserva. Como su situación se volviese peligrosa, intentó huir a Inglaterra o a Francia, pero fue prendido en el camino. Llevado a presencia del tribunal de la Inquisición, confesó voluntariamente los cargos hechos contra él, y profesó, al principio, arrepentimiento; pero cambió después de actitud, y orgullosamente confesóse un adepto de la Ley de Moisés...El 3 de agosto de 1603, a los veinticinco años de edad, lo quemaron vivo en Lisboa...

   Un número de marranos de Portugal formaron una asociación religiosa en su memoria (llamada, a fin de alejar toda sospecha: la Hermandad de San Diego), que mantenía una lámpara perpetuamente prendida delante del Arca de la Ley de una sinagoga, en un lugar de mayor libertad religiosa. De ese modo, la sangre de una víctima fertilizó y vigorizó la fe de los criptojudíos" (326).

   En los tiempos inquisitoriales, la organización del Santo Oficio –experta en problemas del judaísmo clandestino- descubría con frecuencia a los quintacolumnistas que ahora hacen y deshacen en la Santa Iglesia sin que nadie lo impida, ya que las defensas de la Cristiandad han sido destruidas o han quedado paralizadas y el enemigo interno causa toda clase de estragos, llevándonos rápidamente hacia la esclavitud comunista. Por otra parte, se ve que basta una pequeña porción de sangre judía para que un fraile cristiano pueda ser en secreto israelita fanático, capaz de morir por esa tenebrosa causa.

   Volviendo a las monjas católicas criptojudías, el citado historiador israelita sigue diciendo:

   "Las 231 personas condenadas a aparecer en autos públicos, en Portugal, en el transcurso de ocho años –desde 1619 hasta 1627-, incluían a 15 doctores de la Universidad, dos de los cuales eran catedráticos; otros once graduados; 20 abogados, e igual número de notarios y médicos; y, por sobre todo, cuarenta y cuatro monjas y quince clérigos beneficiados, entre ellos siete canónigos" (327).

   En otras ocasiones, la carrera sacerdotal sirve a los judíos secretos para excusarlos de la necesidad de confesarse con clérigos sinceros. Este recurso les es indispensable, sobre todo para la confesión de los niños que por su edad son incapaces de guardar secretos y que por ello en el curso de sus primeros años son cristianos sinceros, al ignorar por completo que sus padres son judíos clandestinos. Cuando a los trece a los o después los jovencitos son preparados para su iniciación secreta en el judaísmo, puede ocurrir que en alguno de ellos hayan arraigado de tal forma las creencias cristianas que recurra en consulta, como es natural, a su confesor. Sería pues, peligrosísimo que el confesor de los adolescentes fuera un clérigo de verdad que al conocer el gran secreto de los judíos clandestinos podría escandalizarse y vigilar estrechamente al penitente, refutándole los errores judíos y reafirmándolo en su fe católica; pero en cambio, si el confesor de éste es también marrano, podrá ser el factor decisivo para que el niño titubeante tome la resolución definitiva. En los tiempos de la Inquisición esto era problema de vida o muerte para las familias de los cristianos nuevos, ya que todo niño estaba obligado, bajo amenaza de excomunión, a denunciar al Santo Oficio todo intento de sus padres de iniciarlo en el judaísmo y una indiscreción del muchacho con el confesor podía traer como consecuencia que éste convenciera al muchacho de la necesidad de que dicho joven denunciara el hecho a la Inquisición, con peligro grave para toda la familia.

   A este respecto, el citado escritor hebreo Cecil Roth, en la edición norteamericana de su mencionada obra publicada por la "Jewish Publication Society of America", asegura que un judío inglés "que murió en estados Unidos en 1890", dijo con respecto a los judíos clandestinos portugueses del siglo pasado:

   "Muchas casas, incluyendo a los sirvientes, eran judíos, y en algunos distritos las familias judías eran muy numerosas, y frecuentemente un joven se hacía sacerdote, de modo que pudiera figurar como el confesor de las familias en el distrito..." (328).

   En otro lugar hablaremos extensamente de cómo escritores hebreos de gran autoridad nos narran el procedimiento para iniciar secretamente en el judaísmo a los jovencitos de familias criptojudías, que habiendo sido bautizados y habiendo vivido como cristianos durante su infancia, llegado el momento oportuno son iniciados en imponente y macabra ceremonia en la tenebrosa secta del judaísmo.

   Sobre la vigilancia estrechísima que ejercía la Inquisición sobre los cristianos de raza judía y en general sobre toda la población, con el fin de descubrir dónde pudiera haber judaísmo clandestino, el distinguido historiador hebreo Frederik David Mocatta, que en el siglo pasado fue presidente de la "Jewish Historical Society of England", en su obra: "Los judíos de España y Portugal y la Inquisición", escrita en 1877, testifica que:

   "Los infelices marranos, por fuera los más devotos entre toda la población católica, continuaron siguiendo en el más profundo secreto las observancias de su antigua fe, a pesar del inmenso peligro que ello implicaba. Los delatores eran grandemente beneficiados por sus delaciones, y las sospechas eran tan fácilmente adquiridas, que nadie salía salvo de las detracciones de los sirvientes de su casa, de secretos enemigos o de hermanos descuidados. Las mayores precauciones difícilmente aseguraban a los cristianos nuevos de las sospechas de mostrar signos de una tendencia hacia el judaísmo. Sus ropas, vestidos y especialmente su comida, eran cuidadosamente vigilados".

   Continúa el citado historiador hebreo asegurando que se vigilaba la forma en que observaban el rito católico, su conducta en los sábados y festividades judías, que sus miradas y gestos eran diligentemente observados y que frecuentemente alguna acción involuntaria era denunciada, con lo que el llamado de los familiares del Santo Oficio era oído a la puerta, al presentarse listos para llevar a su víctima a los calabozos por meses, años y quizá para siempre...

   "...así pasaron generaciones tras generaciones de judíos secretos, confundiéndose con todas las clases de la sociedad y ocupando todas las funciones del Estado y especialmente de la Iglesia" (329).

   Y esta rigurosa vigilancia se llevaba a cabo a pesar de que los clérigos criptojudíos, para no inspirar sospechas, se manifestaban por lo general como antihebreos, ya que cualquier defensa que hicieran de los judíos bastaba para que la Inquisición los considerase sospechosos de practicar en secreto el judaísmo y les iniciase el proceso respectivo para esclarecer la verdad. En nuestros tiempos los clérigos criptojudíos defienden a los judíos impunemente, ya que no existe una Inquisición o alguna institución moderna adecuada que investigue y aclare sus prácticas ocultas del judaísmo.

   En otro lugar de su obra, el prestigiado presidente de la Sociedad Judía de estudios Históricos de Inglaterra, afirma:

   "Es cierto que los conversos ostensiblemente se ajustaban al credo de la fe católica tomando nuevos nombres, llenando sus casas con crucifijos, e imágenes de santos y otros símbolos del cristianismo, y concurriendo con regularidad a la Iglesia...", para concluir que a pesar de todo esto, muchos eran descubiertos por la Inquisición (330).

   En estas condiciones es fácil suponer lo difícil que era a los criptojudíos desarrollar con eficacia sus movimientos revolucionarios, por lo que les fue preciso, en primer término, acabar con la Inquisición o reducirla a la impotencia, antes de que el primer golpe subversivo tuviera resultados positivos y durables.

   Una de las obras antijudías más importantes del siglo XVII, fue el célebre "Centinela contra judíos, puesta en la torre de la Iglesia de Dios", escrito por el virtuoso monje franciscano Fray Francisco de Torrejoncillo, que fue Superior (Prior) de varios conventos de la orden de San Francisco, entre ellos los de San Bartolomé de valencia de Alcántara, Nuestra Señora de Rocamador y Nuestra Señora de Montecelli del Hoyo, habiendo sido también secretario de tres distintos Padres Provinciales. Narra, refiriéndose a los clérigos criptojudíos, en su obra citada textualmente:

   "En el convento de San Jerónimo dice Velásquez, que engañando uno de ellos a los frailes le eligieron Superior y Prelado, y disimuladamente, practicaba sus ritos y ceremonias, hasta que descubierto y preso por la Inquisición fue quemado públicamente y desde entonces hicieron grandes leyes y estatutos, así en aquel monasterio como en toda la Orden, de que ninguno de esta raza sea admitido en su hábito...En el reino de Murcia un Superior llamado Prefecto en una Orden Religiosa, predicaba de día con gran fervor la Ley de Cristo y de noche con otro judío que había hecho portero de su Colegio, salían a enseñar la Ley de Moisés a los judíos a una casa, y muchos de ellos con su Doctor fueron quemados y otros murieron en las cárceles" (331).

   Aquí tenemos al "doctor de la Ley", es decir rabino secreto, que para mejor esconder su personalidad, librarse de sospechas y lograr mayor libertad de movimientos, se ordenó de fraile, llegando a Superior de la Orden, con lo que podía desarrollar clandestinamente sus actividades como rabino. Pero la Inquisición sabía bien que el mayor peligro estaba en el alto clero y a todos los vigilaba, acabando por descubrir que el piadoso Superior de la Orden Religiosa era un dirigente judío clandestino, localizando también a sus feligreses, que fueron quemados o murieron en las cárceles.

  Y continúa diciendo el Padre Torrejoncillo:

   "Uno deseaba ser Prelado e hipócritamente decía a otros que no lo quería, y viendo los otros que al parecer lo rehusaba, le dieron el oficio. Después confesó su judaísmo" (332).

   El dato que nos da el ilustre Padre Guardián de la Orden Franciscana nos obliga a comentar un hecho comprobado por otros escritos y documentos de los tiempos inquisitoriales, referente a las Reglas aprobadas por las Órdenes Monásticas, en el sentido de negar las jerarquías a los que las ambicionaran, normas que fueron establecidas en gran parte para evitar la infiltración de los criptojudíos a las mismas, pero que fueron hábilmente burladas por éstos y lo siguen siendo en nuestros días.

   En efecto, realmente los varones santos, los mejores, no aspiran a tales jerarquías, mientras que los frailes judíos secretos, fingiendo no hacerlo, hábilmente trabajan en equipo por obtenerlas, hasta apoderarse de los puestos dirigentes de aquellas Ordenes religiosas que más les interesa controlar. Lo mismo ocurre con los obispados, pues los mejores sacerdotes, los más virtuosos, los más piadosos, no maniobran para obtener las sillas episcopales, negándose incluso con frecuencia a aceptarlas cuando se las proponen, a diferencia de los judíos secretos que ayudándose unos a otros y con influencias de los suyos en Roma, logran escalar fácilmente las altas jerarquías de la Iglesia.

   Cuando existía la Inquisición, ella se encargaba de reprimir en lo posible las infiltraciones, procesando a famosos arzobispos y obispos convictos de practicar en secreto el judaísmo; pero cuando esta defensa de la Cristiandad fue aniquilada, ya nada contuvo la infiltración organizada de la quinta columna en las altas jerarquías de la Iglesia. Es por eso que vemos tantos cardenales, arzobispos, obispos, canónigos, provinciales de Órdenes, priores de conventos, etc., que en forma inexplicable ayudan a los enemigos de la Iglesia, ya se trate de los judíos, de la masonería o del comunismo. Si deseamos que esta situación no termine en una catástrofe, es urgente que las autoridades competentes organicen a tiempo una nueva defensa contra las infiltraciones y contra todas las demás actividades traidoras de la quinta columna.

   El culto jerarca de la Orden de San Francisco en su citada obra sigue asegurando:

   "Un Tesorero de la Santa Iglesia (Catedral) de Córdoba, dio a entender que estaba extasiado en una procesión muy solemne que se hacía y muy poco después de esto fue quemado, y su figura e insignias se ven hoy en aquella Santa Iglesia y de entonces acá, hay grandísimo cuidado de que no tenga en ella oficio, alguno que sea cristiano nuevo...Otro en

   Córdoba siendo Vicario del Señor Obispo, revolvió a toda aquélla Santa Iglesia en grandes pleitos y disensiones entre los cristianos viejos y habiendo algunas causas que pasaban ante él como Juez, siempre daba sentencia a favor de los cristianos nuevos; pero esto es mandato de su Ley, el favorecerse unos a otros contra los cristianos, sea como fuere, que todo contra éstos lo tienen por muy justo, aunque sea matarnos..."

   Asegura el Padre Torrejoncillo también lo siguiente de estos fariseos:

   "Desean los judíos en las comidas o cenas el mejor lugar y en las iglesias quieren los mejores asientos...En el mismo Valladolid hubo otro cristiano nuevo en un colegio que sembró grandes disensiones entre quince colegiales nobles que allí estaban, de donde han pensado algunos que tuvo principio la costumbre antigua que hubo y hay en el Colegio de Santa Cruz, de hacer memoria de ellos (los criptojudíos) el Viernes Santo en la ceremonia que queda dicha en el capítulo quinto de este libro" (333).

   El peligro gravísimo que afrontaban los cristianos nuevos que por precipitarse demasiado iniciaban secretamente a sus hijos en el judaísmo siendo muy niños, nos lo hace ver el siguiente relato del Padre Torrejoncillo:

   "Confesando un religioso a un niño por la obligación de la cuaresma, le preguntó cómo se llamaba y el niño le dijo: Padre, ¿me pregunta el nombre de casa o el de afuera? El de casa te pregunto y el muchacho dijo que `el de casa, Padre, es Abraham, y el de afuera Francisquito´ " (334).

   Es pues muy explicable que las familias de falsos cristianos adheridas en secreto al judaísmo, retrasen la iniciación en la sinagoga secreta de sus hijos bautizados y educados como cristianos, hasta una edad en que no puedan cometer indiscreciones y traten siempre de ponerles un confesor y director espiritual criptojudío, sujetándolos previamente a su recepción en el judaísmo a una serie de pruebas que demuestren que están capacitados para guardar los secretos más recónditos. En todo esto, la experiencia de siglos ha ido perfeccionando los sistemas que emplean los criptojudíos en todo el mundo y como no existe una Inquisición o cualquier otra organización defensora del pueblo que vigile a esta secta diabólica, los peligros en nuestros días para los marranos son mínimos.

   La ignorancia del pueblo sobre estas cuestiones hace que incluso las naturales imprudencias que nunca faltan, le pasen inadvertidas. Por ejemplo a nosotros nos ocurrió en España un asunto curioso: un individuo de la Acción católica, muy enemigo del régimen del General Franco y partidario de Gil Robles, nos decía en cierta ocasión: "Yo soy ferviente católico, apostólico, marrano". Como nosotros le indicáramos que no entendíamos eso de marrano, se alarmó mucho y dijo: "Me equivoqué, fue un `lapsus linguae´, quise decir romano. Ya ve usted que a veces dice uno una cosa por otra". Y es natural; los judíos son hombres como todos, no dioses, y cometen constantes imprudencias; pero como el pueblo ya nada sabe de todo esto y no existe por otra parte una organización destinada a descubrir y destruir la perversa secta, esas indiscreciones pasan inadvertidas. En los tiempos de la Inquisición, ese miembro de la Acción Católica hubiera sido denunciado al Santo Oficio por su interlocutor y hubiera sido arrestado inmediatamente por el indicio fundado de tratarse de un marrano, es decir, de un judío secreto.

   Es España e Hispanoamérica los criptojudíos del siglo XX por broma se dicen entre sí: "Católicos, Apostólicos, Marranos" en lugar de "Católicos, Apostólicos, Romanos", que es la costumbre; y es lógico que alguna vez la fuerza de la costumbre los haga cometer indiscreciones de este tipo, carentes de importancia en la actualidad por las razones que señalamos.

   La obra monumental del judaísmo moderno, la citada "Enciclopedia Judaica Castellana", refiriéndose a una cita de Limborch, quien en su "Amica Collatio" declara:

   "Los monasterios y conventos están llenos de judíos; muchos de los canónigos, inquisidores y obispos descienden también de judíos. Gran número de ellos son, en lo hondo de su corazón, judíos convencidos, aunque para no renunciar a los bienes de este mundo pretenden creer en el cristianismo" (335).

   Como se ve, esta cita de una obra oficial del judaísmo coincide enteramente con lo aseverado por otras fuentes no menos serias.

   Aunque posteriormente trataremos, con base en documentos y fuentes incontrovertibles, la tragedia de la infiltración judaica en las Iglesias Protestantes, adelantaremos aquí un dato que casualmente tenemos a la vista y que demuestra que el problema de la quinta columna judía en el clero es fenómeno universal que atañe a todas las confesiones religiosas. Al efecto, la obra monumental judía que estamos citando, en el vocablo "Holanda", dice textualmente:

   "...muchos neocristianos se inclinaron desde 1550 hacia el calvinismo y otras observancias reformadas. Se sabe, por ejemplo, que un tal Marco Pérez, de origen judío, era presidente del consistorio calvinista de Amberes..." (336).

   Esto demuestra que no se trataba de una mera inclinación sino de un claro afán de dominio, ya que dicho consistorio era, ni más ni menos, el supremo Consejo Eclesiástico del Calvinismo en Amberes, siendo precisamente un marrano su presidente, es decir, la máxima autoridad del mismo.

   Estas infiltraciones judías en el cristianismo han tenido a veces consecuencias peligrosas para los gobernantes cristianos. La misma Enciclopedia Judaica que estamos citando nos brinda otro dato interesante. En su vocablo Gaden Stephan, alias Daniel o Danila Yevlevich, dice:

   "...médico de la corte del zar en el s. XVII...cambió de religión varias veces e ingresó finalmente en la congregación ortodoxa griega...fue asesinado horriblemente debido a su amistad con los boyardos que fraguaron el derrocamiento del zar" (337)

   Otro dato que nos proporciona esa obra oficial del judaísmo es el siguiente:

   "Aleksei Protopop, sacerdote ruso y uno de los jefes de la `secta judaizante´ de Jkiev, Novgorod, Pskov y Moscú (1425-1488). Probablemente fue discípulo del caraíta Zejarya...Iván III, gran duque de Moscovia, lo nombró jefe de la catedral de la Asunción en Moscú, donde logró convertir a numerosos personajes de la corte y de la Iglesia" (338).

   Tratando dicha enciclopedia del judío Bar Hebraeus, cuyo nombre cristiano fue Gregorio Abul Faradch, señala:

   "...historiador, filósofo y jerarca de la Iglesia siríaca, de ascendencia judía...Ver Bar Hebraeus" (339).

   Y a su vez en dicho vocablo Bar Hebraeus se encuentra lo siguiente:

   "Bar Hebraeus (Gregorio Abul Faradch o Abul al-Faradch), jefe de la Iglesia jacobita de Siria, historiador, filósofo, teólogo y médico, n. en Melitene en 1226; m. En Maraga, persia, en 1286. Hijo de Aarón, médico judío converso, llegó a ser obispo de Guba (1246), Alepo (1253) y jefe de la Iglesia jacobita de Persia en 1264. Escribió gran número de obras en árabe y siríaco sobre historia, filosofía, medicina, gramática, comentarios bíblicos y un libro de historias y crónicas que contiene anécdotas y dichos ingenuos, parte de ellas referentes a los sabios hebreos. La tradujo al inglés E.A.W. Budge en 1899". (340).

   En otro lugar, dicha obra monumental del judaísmo asegura que:

   "Abraham, `Rabí´, prior de los monjes descalzos, prosélito, quemado en 1270" (341).

   "Alexander Michael Solomón, judío converso, primer obispo anglicano en Jerusalén...Educado religiosamente, Alexander estudió ciencias rabínicas y en 1820, después de llegar a Inglaterra, desempeñó funciones de cantor en la sinagoga de Plymouth. En 1825, fue bautizado...Fue nombrado superintendente del clero inglés y de sus congregaciones en Siria, Mesopotamia, Egipto y Abisinia" (342).

   No queremos cansar al lector con la infinitud de datos que tenemos sobre esta materia, pero con lo ya dicho podrá juzgar sobre la extensión universal de la quinta columna judía en el clero y también sobre el peligro que significa, no sólo para la Iglesia católica sino para toda la Cristiandad.

   Antes de terminar este capítulo, queremos mencionar un hecho lamentable. En algunos países en que los patriotas protestantes u ortodoxos están luchando heroicamente contra la infiltración comunista en sus Iglesias, al darse cuenta de que ciertos jerarcas de la Iglesia católica ayudan al triunfo del comunismo, cometen el error fatal de querer culpar al catolicismo globalmente de lo que hacen los quintacolumnistas infiltrados en su clero. Semejante actitud es tan injusta como la que a la inversa asumiéramos los católicos culpando a los protestantes y ortodoxos anticomunistas en su gran mayoría, de las traiciones que cometen a diario contra sus respectivas patrias y contra el mundo libre los quintacolumnistas infiltrados en el clero y en la dirección de las Iglesias ortodoxas y protestantes.

   Es por eso preciso, que todos los auténticos cristianos que por lo mismo tenemos que ser anticomunistas, nos demos cuenta de que tanto la Iglesia católica, como las Protestantes y Ortodoxas, son por igual víctimas de la acción destructora de un mismo enemigo: la Sinagoga de Satanás, que por medio de sus infiltraciones en el clero de las distintas Iglesias favorece los triunfos de la revolución comunista y atea, dirigida ocultamente por esa misma sinagoga. El hecho de estar amenazados por un mismo peligro y por un mismo enemigo debería hacernos comprender la necesidad imperiosa que tenemos de unir nuestras fuerzas en contra del enemigo común. Mientras permanezcamos divididos por odios religiosos, raciales o nacionales, los judíos llamados por san pablo "enemigos de todos los hombres", nos irán derrotando a unos tras otros, hasta que logren esclavizarnos a todos, al igual que han hecho con los infelices pueblos que cayeron bajo el yugo comunista.

   Por elemental espíritu de conservación, debemos, pues, unir nuestras huestes en un esfuerzo de carácter mundial, único capaz de enfrentarse con posibilidades de éxito a un enemigo que actualmente tiene no sólo un poder mundial, sino la supremacía en todo el planeta, debido únicamente a la desunión que priva entre todos nosotros, los verdaderos cristianos y los gentiles. El día que nos unamos seremos inmensamente más fuertes que ellos y podremos vencerles fácilmente, librándonos de la amenaza comunista y atea, asegurando la salvación del cristianismo, la independencia y el bienestar de nuestros pueblos.

   De nuestra unión o desunión puede depender el triunfo o la derrota. Nuestra alianza en el terreno político es relativamente fácil, ya que si no estamos ciegos y queremos salvarnos, tenemos que considerarla como una necesidad urgente.

   En cuanto a la unión de todos los cristianos en el orden teológico, aunque es el ideal apostólico que a todos nos anima, para unos se antoja muy difícil y para otros factible; pero en todo caso es evidente que si los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, logramos aliarnos en el orden político contra el imperialismo judaico, contra su revolución comunista y contra su quinta columna introducida en nuestras Iglesias, esta lucha contra el ateísmo materialista del comunismo será el mejor preparativo para un acercamiento mayor en el orden teológico, mediante una amistosa discusión que a todos permita ver dónde está la verdad.

   ¡Qué distinto este modo de anhelar la unidad cristiana del que están planeando los agentes del judaísmo y del comunismo en el clero católico, para poner a la consideración del próximo Concilio Vaticano II!

   Con el pretexto de lograr la unión de los cristianos tratan de destruir las tradiciones básicas de la Iglesia, fundamento de su principal defensa contra la revolución judaico-comunista que pretende destruirla, para que una vez barridas, pueda el marxismo dominar más fácilmente al mundo católico.

   Iguales fines persiguen los movimientos análogos llamados de unidad cristiana que dirigen los quintacolumnistas criptojudíos, que siendo también critocomunistas controlan muchas Iglesias protestantes. Se trata en estos casos de utilizar simplemente el ideal sublime de la unidad cristiana con el fin siniestro de favorecer en una o en otras formas el triunfo de la revolución judaico-comunista. En otros casos, lo que tratan es de controlar las Iglesias que todavía no dominan, mediante esos Consejos Nacionales o Mundiales de Iglesias, para favorecer de diversas maneras el triunfo del comunismo y atacar, desprestigiándolos, a los patriotas que defienden a sus pueblos de las agresiones de la bestia.

   Tendencias hacia la unión de los cristianos contra el comunismo surgen también entre protestantes y ortodoxos. El gran patriota presbiteriano Reverendo Dr. Carl McIntire, concibió la manera de combatir con eficacia la maniobra que acabamos de describir, fundando en los Estados Unidos un Consejo Americano de Iglesias Cristinas y un Consejo Internacional de Iglesias Cristianas (protestantes anticomunistas), para poder combatir con eficacia al llamado Consejo Nacional de Iglesias (de Estados Unidos) y al Consejo Mundial de Iglesias, ambos al servicio del Kremlin.

   Por fortuna son muchos los pastores y jerarcas protestantes que con celo cristiano están luchando desesperadamente por liberar a sus Iglesias de las garras de la quinta columna comunista infiltrada en ellas.

   Lo mismo ocurre en el campo de las Iglesias Ortodoxas. Para darnos cuenta de la gigantesca lucha que se libra en dicho terreno, vamos a transcribir lo que el ilustre obispo ortodoxo Alejo Pelypenko dice en su obra titulada "Infiltración comunista en las Iglesias cristianas de América" (edición Buenos Aires, 1961, página 232):

   "Y cuando el patriarca de Moscú colabora con toda clase de sectarios, los cuales en realidad combaten a los sacerdotes de Cristo, financia a los espiritistas que ni siquiera son cristianos pues no reconocen que Cristo es Dios, ni creen en su Resurrección, entonces, ¿por qué nosotros los ortodoxos no podríamos colaborar con nuestros hermanos católicos y unirnos con ellos en un frente común para la lucha contra las fuerzas del infierno? Tenemos que recordar que, si bajo los persistentes ataques del Kremlin y del patriarca de Moscú se derrumbase la unidad y se debilitase la fuerza de la Iglesia católica, ninguna de las Iglesias Ortodoxas quedaría libre, sino que se convertirían en esclavas de Moscú".

   En seguida, refiriéndose a la "ICAB" (Iglesia Católica Apostólica Brasileña), controlada por la Iglesia Ortodoxa del Kremlin, dice:

   "Estoy considerando todo esto al publicar el presente libro. Tengo datos fehacientes sobre el trabajo pernicioso de la `ICAB´ que no son solamente para la Iglesia católica, sino también para todo el pueblo brasileño; y tengo no sólo el derecho de escribir y hablar abiertamente, sino que es un deber sagrado para mí. Quisiera que mi ejemplo sea seguido por muchos otros para que se unan en un frente anticomunista ¡porque la fuerza está solamente en la unidad!" (343).

ATENTADO CONTRA LA INDEPENDENCIA Y LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS

   La Sociedad de Naciones y la Organización de las Naciones Unidas, pese a las ideas nobles que han dicho sostener, han sido controladas en puntos básicos por judíos y masones colocados en posiciones clave de carácter burocrático y también en muchas representaciones nacionales de estados, de las más distintas tendencias ideológicas en la primera, y de tendencia comunista, anticomunista o neutralista en la segunda. En los tres bandos, los judíos y masones tienen posiciones importantes, ya que se infiltran secretamente cuando pueden en todas partes, empleando todos estos puestos clave para favorecer el triunfo del imperialismo judaico y de su revolución comunista o para hostilizar a los gobiernos patriotas de importancia, que el judaísmo no domina. En esa forma, la Liga de Naciones y la Organización de las Naciones Unidas, que mucho bien pudieron hacer para salvaguardar la paz del mundo y favorecer el progreso de la humanidad, han fracasado, ya que con frecuencia han sido utilizadas por el judaísmo, la masonería o el comunismo, con fines muy distintos de los que han justificado su existencia.

   El ideal del imperialismo hebreo ha sido siempre crear un super-Estado mundial que le permita ejercer dominio sobre los estados que todavía no ha logrado conquistar; y una de las medidas que el judaísmo considera indispensable para preparar tan ambicioso proyecto ha sido la de crear una policía mundial controlada por la Organización de las Naciones Unidas que teniendo jurisdicción para actuar dentro de todos los estados, sirva -según dicen- para preservar y mantener la paz mundial y la armonía entre los pueblos, fines estos aparentes que sólo servirán para encubrir los verdaderos que son:

  • 1º - Tener otra nueva quinta columna del judaísmo introducida en las naciones cristianas y gentiles, gozando del apoyo pleno de la Organización de las Naciones Unidas, ya que será un órgano oficial de ésta.   

  • 2º - Utilizar dicha policía universal como medio de espionaje en contra de los Estados que el imperialismo judaico todavía no domina, ya que tal policía será controlada por agentes judíos, masones o comunistas, como ocurre con casi todos los cuerpos burocráticos de la Organización de las Naciones Unidas, aunque dichos agentes militen aparentemente en las más diversas tendencias políticas, desde la derecha hasta la extrema izquierda, siguiendo la táctica secular de la sinagoga.    

  • 3º - Utilizar dicha policía mundial como foco de infección en los estados para favorecer las conspiraciones y golpes revolucionarios que la quinta columna judía y criptojudía organice en tales naciones.  

  • 4º- Emplear esa policía universal para combatir y aplastar los movimientos patriotas que en cualquier Estado luchen contra el comunismo o para liberar a sus pueblos de las garras y dominación del imperialismo hebreo.

   Como se ve, esta policía mundial en manos de una Organización de las Naciones Unidas, satélite de la sinagoga, sería una de las más importantes medidas tomadas por los hebreos para destruir los restos de la independencia de las naciones y de la libertad de los pueblos.

   Este asunto pensábamos dejarlo, como muchos otros, para el segundo tomo de esta obra, pero una desagradable noticia que nos dieron antes de terminar este capítulo, nos obligó a incluirlo en la última parte del mismo.

   Tanto a la Sociedad de naciones, como después a la Organización de las Naciones Unidas, quiso el judaísmo convertirlas ene se super-estado con poderes suficientes para suprimir la independencia de los pueblos, pero las resistencias provocadas por el celo de muchas naciones para salvaguardar su soberanía, obligó al imperialismo hebreo a reconocer esa soberanía, con el fin de poder englobar en dichas asociaciones de estados a la gran mayoría o a la totalidad de ellos, muchos de los cuales se hubieran negado a formar parte de tales asociaciones, si se hubiera atentado contra su independencia. Por ello, el judaísmo se vio obligado a establecer dos organizaciones superestatales con poderes muy limitados. Todo eso fue aceptado transitoriamente, mientras en forma paulatina podían irles dando mayores poderes hasta suprimir por completo la soberanía de los estados. Y uno de los pasos preparatorios para realizar tal finalidad es la proyectada policía mundial, con derecho a funcionar y ejercer jurisdicción en el seno de los distintos Estados del mundo. Lo que nos parecería inusitado e increíble, si no fuera porque la fuente que nos lo informa ha demostrado que sus anteriores informaciones han sido confirmadas todas por los hechos, es que ahora tratan de utilizar ni más ni menos que a Su Santidad Juan XXIII, el Papa ahora reinante para proponer al mundo la formación de esa policía mundial. Proyectan utilizar esas fuertes influencias que afirman tener en el Vaticano, para lograr que semejante proposición se incluya en algún documento que lo defina como doctrina de la Santa Iglesia. Asimismo planean lograr que la Santa Sede se convierta en una especie de satélite de la Sinagoga de Satanás, que incluso le sirva de vocero cada vez que se crea conveniente utilizarla, para que en nombre de la Santa Iglesia haga proposiciones o definiciones de doctrina que favorezcan directa o indirectamente los planes políticos del judaísmo internacional, incluyendo en ellos, como es natural, aquellos relacionados con la condenación de los patriotas que luchan contra el imperialismo hebreo, o con medidas que en una u otra forma faciliten el triunfo del socialismo marxista y de la política del Kremlin. Estos proyectos judíos, además de satánicos, nos parecen monstruosos, y demuestran una vez más, que así como los escribas y fariseos constantemente estaban tentando a Cristo Nuestro Señor, procurando hacerlo caer en la trampa para luego tener argumentos para aniquilarlo, los sucesores de dichos escribas y fariseos, heredando los sistemas de sus antecesores, tratan de ponerles trampas constantemente a los máximos jerarcas eclesiásticos, para que si caen en ellas, les brinden los argumentos que necesitan para desprestigiar a la Santa Iglesia y preparar su desintegración.

   En el actual pontificado, la Sinagoga de Satanás se está comportando como en los tiempos de algunos antipapas criptojudíos o satélites del judaísmo, pues cree tenerlo ya casi todo en sus manos.

   Pero con lo que no cuentan es con la asistencia que Cristo Nuestro Señor ha dado siempre a su Santa Iglesia, la cual ha hecho fracasar siempre las conjuras infernales de la sinagoga. Por ejemplo, en los tiempos de S.S. Pío IX, las fuerzas judaico-masónicas ya cantaban también victoria. Llegaron a jactarse de que dicho Papa era masón. Pero Dios Nuestro Señor iluminó a tiempo al Vicario de Cristo, que acabó por abrir los ojos, descubriendo las infames intrigas del judaísmo. Entre las medidas que hicieron ver claramente su cambio de política destaca la de haber encerrado a los judíos una vez más en el guetto.

   En otras ocasiones el pontificado ha sido capturado por cardenales criptojudíos o satélites de la sinagoga, que han desbarrado en todos los órdenes, pero en tales casos la asistencia de Dios a su Santa Iglesia se ha manifestado iluminando y dando fuerza a otros jerarcas de la misma que supieron organizar santos concilios y convencer a los Padres de la necesidad de desconocer su carácter de Papas a los sucesores de Judas Iscariote, declarándolos antipapas y, como en el caso de Pierleoni, nulos todos sus actos, declaraciones doctrinarias y ordenaciones de clérigos; aunque éstos hayan estado durante muchos años o toda su vida en Roma, sentados en el trono de San Pedro y hayan sido electos por una mayoría de dos terceras partes de los cardenales.

   Es también revelador el caso de otro conocido Papa, el primer Juan XXIII, que convocó primero al santo Concilio de Roma el primero de abril de 1412 y después al Concilio Ecuménico de Constanza en 1413. Acusado por el santo Sínodo Universal en su séptima sesión del 2 de mayo de ser hereje, simoníaco, escandaloso e incorregible y en la sesión del 2 de mayo del mismo mes, que fue la doceava, se añadían a los cargos anteriores los de ser notorio simoníaco, dilapidador de los bienes y derechos de muchas iglesias, escandaloso por sus detestables y deshonestas costumbres, pertinaz y reo de otros muchos crímenes; terminando el santo Concilio por destituir a dicho Juan XXIII de su cargo de Papa y privándolo de todo gobierno. Todo lo cual se logró, como en el caso del antipapa Pierleoni, por la ayuda militar que prestaron al santo Concilio algunos poderosos jefes de estados cristianos, que comprendieron que era un deber salvar a la Santa Iglesia y a sus naciones de la amenaza que sobre ellas pendía.

   La historia de la Santa Iglesia nos muestra que la asistencia divina a ésta se ha manifestado de muy distintas maneras, pero librándola al fin siempre de las más perversas asechanzas de sus enemigos. Por algo Cristo Nuestro Señor nos prometió que "las fuerzas del Infierno no prevalecerán contra ella". 

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NOTAS  

  • [320] James Finn, Sephardism or the History of the Jews in Spain and Portugal, 1841.  

  • [321] Cecil Roth, Historia de los Marranos, Cap. VI, pp. 117, 118.   

  • [322] Cecil Roth, Historia de los Marranos, Cap. VI, pp. 117, 118.    

  • [323] Cecil Roth, obra citada, Cap. VI, pp. 118-120.   

  • [324] Cecil Roth, obra citada, Cap. VI, pp. 119, 120.   

  • [325] Cecil Roth, obra citada, Cap. IV, pp. 73, 73.   

  • [326] Cecil Roth, obra citada, Cap. VI, pp. 116, 117.   

  • [327] Cecil Roth, obra citada, Cap. IV, p. 74.    

  • [328] Cecil Roth, History of the Marranos. Filadelfia: The Jewish Publication Sciety of America, 1932, p. 359.   

  • [329] Frederick David Mocatta, The Jews in Spain and Portugal and the Inquisition. Londres, 1877. p. 96.    

  • [330] Frederick David Mocatta, obra citada, edic, citada, p. 29.   

  • [331] Fray Francisco de Torrejoncillo, Centinela contra judíos puesta en la torre de la Iglesia de Dios. Madrid, 1673, pp. 195, 195.   

  • [332] Fray Francisco de Torrejoncillo, obra citada, pp. 196, 197.   

  • [333] Fray Francisco de Torrejoncillo, obra citada, pp. 192-198.   

  • [334] Fray Francisco de Torrejoncillo, obra citada, p. 111.  

  • [335] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo IX, vocablo Sefardíes, p. 515, col. 2.  

  • [336] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo V, vocablo Holanda, p. 484.  

  • [337] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo V, vocablo Gaden, etc., pp. 25, 26.  

  • [338] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo I, p. 157, col. 1.  

  • [339] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo V, vocablo Grecia, p. 162. 

  • [340] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo II, vocablo Bar Hebraeus, pp. 76, 77.  

  • [341] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo I, vocablo Abraham Rabí, p. 43.  

  • [342] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo I, vocablo Alexander Michael Solomon, p. 211.  

  • [343] Alejo Pelypenko, obispo Ortodoxo, Infiltración comunista en las Iglesias Cristianas de América. 2ª edición. Buenos Aires, 1961. pp. 232, 233.  

  • [344] Enciclopedia Judaica Castellana, tomo IX, vocablo Sefardíes, p. 512, col. 2.