COMPLOT CONTRA LA IGLESIA

Maurice Pinay

Cuarta Parte
LA QUINTA COLUMNA JUDÍA EN EL CLERO

Capítulo Cuadragésimo Cuarto

EL ACERCAMIENTO AMISTOSO CRISTIANO-JUDÍO

   Si la Santa Iglesia llegara a celebrar un convenio con el judaísmo, se contradiría a sí misma y perdería su autoridad ante los fieles al ir en contra de lo acordado por otros concilios de la Iglesia, y por bulas de los Papas, según se vio anteriormente. Sin embargo, estudiaremos a continuación la posibilidad de llegar, por lo menos, a un acercamiento con el judaísmo, para pactar con él siquiera una tregua en esa lucha milenaria.

   Al hablar de lo relativo a la conversión de los judíos ya vimos cómo éstos utilizan tan sublime aspiración de la Iglesia sólo como un mero ardid de propaganda en los medios católicos para crearse un ambiente de simpatía, al amparo del cual tratan luego de obtener con engaños concesiones que aunque de momento aparezcan inofensivas, traen consecuencias desastrosas para la Santa Iglesia y para el mundo cristiano.

   Se ha sabido que tratan de que se apruebe una especie de estatuto fijando las relaciones entre judíos y católicos, sobre la base de que los judíos no ataquen a la Santa Iglesia, ni los cristianos al judaísmo; pero aunque semejante proposición podría parecer prudente para los que no conocen el problema judío, y sobre todo para los que además de ignorarlo en toda su amplitud, son de temperamento timorato inclinado a presentarse un panorama de acuerdo con sus deseos, sobre la base de una hermosa paz en la que el tan poderoso judaísmo dejara vivir pacíficamente y se abstuviera de combatir a la Santa Iglesia, hay, sin embargo, que sacar siquiera ahora lecciones de la Historia y recordar que el judaísmo nunca cumple con sus pactos, que vive engañando a todos, prometiendo lo que nunca piensa cumplir y celebrando convenios que viola en cuanto saca provecho de ellos, con el único fin de debilitar a su adversario.

   En realidad, la clásica política del comunismo, consistente en nunca cumplir con los contratos o pactos, no es más que una manifestación de la política judaica de mentiras y engaños, cosa que no es de extrañar, ya que el comunismo marxista fue ideado por judíos, organizado por judíos y dirigido por judíos, siendo la obra máxima del judaísmo moderno. Si a nadie que se precie de sensato se le ocurre dar crédito a la palabra de un comunista o tener confianza en convenios y treguas pactadas por los comunistas, porque ya se conocen sus desastrosos resultados, con igual razón y aún mayor, debe considerar inútil cualquier tregua, paz o convenio que se pacte con el judaísmo, que es el padre del comunismo y el inspirador de su política falsa, caracterizada por la falta de cumplimiento de los convenios internacionales.

   Se sabe de buena fuente judaica que lo que se pretende con ese estatuto que norme las relaciones entre los cristianos y judíos, planeado en las siniestras sinagogas y en los altos círculos masónicos para ser planteado en el actual Concilio Ecuménico por los agentes del judaísmo en el seno del alto clero, no es otra cosa que lograr que al obligarse los judíos y cristianos a no atacarse mutuamente, queden atados de pies y manos los católicos para defender a la Iglesia, al mundo libre, a sus naciones o a sus cristianas familias, de la acción destructora del judaísmo, quien en cambio, aunque aparente no atacar directamente a la Iglesia y a los católicos, lo hará con su clásico sistema de tirar la piedra y esconder la mano, utilizando para ello a la masonería, al comunismo y a otras sectas subversivas que usa con tal objeto. En una palabra, mientras la Sinagoga de Satanás siga atacando a la Cristiandad y al mundo libre por medio de sus sectas masónicas, comunistas, etc., manifestando hipócritamente que nada tiene que ver con ellas y que es inocente de lo que hacen, logrará atar de pies y manos a los católicos para que no puedan ejercer siquiera la posibilidad de defender sus derechos naturales como individuos contra la conspiración judaica, que una vez paralizada la defensa cristiana, acabará por arrasarlo todo; por ello, mientras la tregua pactada, el acercamiento amistoso o la paz convenida fueran cumplidas fielmente por los cristianos, se verían violados por los judíos, que se aprovecharían del auto-encadenamiento de los católicos, sólo para dominarlos más fácilmente y conseguir el fin que persiguen: la destrucción de la Santa Iglesia, el aniquilamiento de su clero y la esclavitud de la humanidad.

   Todas estas tretas judías se deben a la alarma que sienten los israelitas porque en Estados Unidos, en Latinoamérica, en todos los países de Europa, en le Mundo Islámico y en el resto del orbe, han estado surgiendo movimientos anticomunistas, sobre todo en Norteamérica, movimientos que si se unen pueden salvar a la humanidad del peligro comunista y del dominio israelita, ya que muchos de ellos tienen conciencia de que detrás del comunismo, detrás de la masonería, detrás de toda la acción tendiente a destruir la civilización cristiana, está el judaísmo como cabeza del pulpo que es necesario aplastar, si se quiere que los tentáculos, que son el comunismo, masonería, socialismo y demás sectas, puedan ser eficazmente vencidos, pues mientras no se ataque la cabeza del pulpo, podrá regenerar de nuevo sus tentáculos.

   El conocimiento de la existencia de estos movimientos políticos de defensa que toman en muchas partes proporciones importantes, sobre todo en los Estados Unidos, a pesar de las constantes calumnias que les lanza la prensa y la propaganda judaicas, calificándolos de fascistas, clericales o nazis, según el caso, es lo que tiene más alarmado al judaísmo, que se ha empeñado en una vasta campaña mundial, no sólo en el seno de la Iglesia Católica sino también en las confesiones protestantes o disidentes y en otros sectores sociales. Este movimiento tiende a celebrar supuestos pactos entre judíos y cristianos, supuestos acercamientos entre unos y otros, que nada más tienen por objeto engañar a los creyentes en Cristo y a los hombres en general, sobre la naturaleza de la verdadera cabeza de la conspiración, para que absteniéndose de atacarla, pueda ésta seguir vigorosamente llevándola hasta la victoria final, que es el triunfo definitivo de la esclavitud judaico-comunista.

   La Historia nos ha demostrado que cuando se ha lanzado un ataque eficaz y destructivo contra la cabeza del dragón, o sea el judaísmo, éste, puesto a la defensiva, no ha tenido tiempo ni posibilidad de organizar revoluciones ni de realizar eficazmente sus actividades destructivas. Así, en los momentos críticos de la represión visigoda, los judíos, empeñados en subsistir, no tuvieron calma ni tiempo de organizar herejías. Lo mismo ocurrió en las épocas en que la represión inquisitorial fue más eficaz y puso al judaísmo en posibilidad de desaparecer. Los judíos, para poder seguir cómodamente realizando su actividad subversiva, necesitan que nadie los ataque, evitando así perder en su propia defensa las energías y recursos económicos que requieren para la acción revolucionaria tendiente a esclavizar al mundo. Por ello se han ingeniado en buscar medios que les permitan impedir que los cristianos en defensa propia puedan contraatacarlos, habiendo urdido toda esa tramoya del acercamiento y amistad judeo-cristiana, de sociedades mixtas, pactos de no agresión, etcétera.

   Si se viera una ligera posibilidad de sinceridad del judaísmo en sus supuestos intentos de ir logrando una reconciliación entre judíos y cristianos, a base de conocerse mejor y sentarse a la mesa de negociaciones para ir logrando limar asperezas y conseguir primero un acercamiento y luego una paz duradera, seríamos los primeros en aceptar tal oferta de entendimiento y de paz, siempre que no significara contradecir en alguna forma lo aprobado por los Papas, los Padres de la Iglesia o los santos concilios; pero desgraciadamente se sabe bien y se ha demostrado en este libro, que el judaísmo ha utilizado siempre estas apariencias de buena voluntad y estos ofrecimientos de amistad o de acercamiento sólo para debilitar y paralizar las defensas de quienes, engañados, se fían de sus promesas y caen en la tradicional y secular trampa. Si alguien lo duda y cree que este criterio es exagerado, le vamos a brindar la posibilidad de comprobarlo personalmente: si los jerarcas eclesiásticos que sirven de instrumento a la quinta columna judaica introducida en la Iglesia insisten en que se llegue a un acercamiento, a ese pacto de no agresión que estipule las relaciones pacíficas entre los judíos y católicos, sería indispensable previamente –para probar la sinceridad del judaísmo con respecto a esas posibles negociaciones- exigir pruebas evidentes de que la sinagoga está realmente resuelta a no atacar más a la Santa Iglesia ni a las naciones cristianas, ni a conculcar los derechos naturales de los pueblos, ni a tratar de destruir la civilización cristiana. Si el judaísmo diera pruebas claras de su sinceridad al respecto ya podría seguirse negociando con algunas probabilidades de éxito. Pero sólo hay una forma en que el judaísmo podría demostrar con pruebas evidentes que realmente está inspirado en un deseo de conciliación, de acercamiento y de paz; ésta consistiría en que aceptara tomar inmediatamente las siguientes medidas:

  • 1º Disolución real y eficaz de la masonería en todo el mundo y supresión de su acción anticristiana.   

  • 2º Disolución real y eficaz de los partidos comunistas, socialistas marxistas y de control masónico que han venido luchando por minar las instituciones cristianas y llevar abierta o hipócritamente a los Estados cristianos a la dictadura socialista del comunismo judaico. 

  • 3º Celebración inmediata de elecciones libres en Rusia, en Polonia, en Cuba, en Checoslovaquia y demás estados cristianos tiranizados cruelmente por el comunismo judaico, así como en China, donde habitan millones de cristianos oprimidos. Reforma inmediata a las constituciones de tales estados, restableciendo las libertades, entre ellas, la religiosa, suprimiendo la propaganda atea y materialista con que los judíos envenenan las conciencias de los jóvenes de familias cristianas. 

  • 4º Retiro inmediato de las tropas judaico soviéticas de los países de Europa Oriental que tienen ocupados.

   Si los judíos con la ejecución sincera y real de estas medidas previas demostraran que realmente desean un acercamiento amistoso con la Santa Iglesia y con la Cristiandad en general, nosotros seríamos los primeros en desear que se negociara un acercamiento y en felicitarnos por tan importante paso dado en beneficio de la paz mundial, que demostraría que al fin el corazón de los hebreos ha empezado a ablandarse como un presagio de su futura conversión a la religión de Nuestro Divino Salvador. Pero si por el contrario empiezan con sus engaños a asegurar que el comunismo no es cosa judía, que hay judíos comunistas y otros anticomunistas, que no dirigen ni controlan la masonería y que no pueden hacer nada para impedir que esas sectas sigan atacando a la Santa Iglesia; si dicen que nada pueden hacer por quitar el yugo judaico comunista a los pueblos cristianos y a las Iglesias cristianas trituradas y perseguidas por él, entonces se verá claramente qué es lo que persigue en realidad la sinagoga con el supuesto acercamiento, con la pretendida tregua y con el respectivo pacto que normaría relaciones de cristianos y judíos; y quedaría en claro que lo único que persiguen con esa mendaz propuesta es maniatar a los cristianos para que se abstengan de atacar al dragón en la cabeza (el judaísmo), mientras sus garras (comunismo, masonería, partidos socialistas, sectas, etc.) siguen su labor destructora contra la Santa Iglesia, la Cristiandad y el mundo libre.   

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