¿QUÉ OBJETÓ SAN PABLO A
SAN PEDRO EN ANTIOQUÍA?
Por Patricio Shaw

   Un número considerable y conocido de cristianos quieren ponerse a salvo de la Revolución Religiosa del Concilio Vaticano II salvando a sus principalísimos promotores mundiales como Papas. Para dejar en pie —aunque no en honra— el reclamo de título papal de los jefes vaticanos neomodernistas pese a la mucha distancia que separa su conducta de la que se esperaría normalmente de Papas católicos, rastrean en la historia casos que se parecen a fallas doctrinarias de Papas. Entonces proceden a razonar que si otros Papas fallaron doctrinariamente, los jefes vaticanos neomodernistas, fallando doctrinariamente, pueden ser Papas, mal que nos pese.

 

   Los que hacen tal razonamiento son cristianos antimodernistas que tienen suficiente indignación contra las abominaciones neomodernistas como para oponerse a ellas y a sus autores, pero no tienen suficiente sabiduría o fortaleza como para negar a los autores de las abominaciones neomodernistas el título de Papas.

 

   En realidad esos cristianos antimodernistas cometen impresionantes superficialidades de evaluación. Un estudio atento de las peores desviaciones doctrinarias de los Papas de la Historia sólo sirve para poner de resalto su escasez, su accidentalidad, su insignificancia, y su impotencia para desmentir o relativizar la asistencia divina al Papado.

 

   El primer ejemplo que suelen presentar, es la advertencia que San Pablo hizo un San Pedro en Antioquia. Este es el texto neotestamentario.

 

   Gálatas II.

   Y cuando vino Cefás a Antioquía, le hice resistencia cara a cara, por ser digno de reprensión; 12 pues antes que llegasen ciertos sujetos de parte de Santiago, comía con los gentiles; mas llegados que fueron, empezó a recatarse y separarse, por temor de aquellos circuncisos. 13 Y los demás judíos se conformaron con su porte disimulado, por manera que aún Bernabé fue inducido por ellos a usar de la misma disimulación. 14 Pero yo, visto que no andaban derechamente conforme a la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: Si tú, con ser judío, vives como los gentiles, y no como los judíos, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?

   Quienes imaginan un paralelismo entre la conducta de San Pedro, y las abominaciones de los pseudo-papas conciliares, hacen no poca ofensa al Príncipe de los Apóstoles.

   A continuación presentaremos las diferencias abismales entre ambos comportamientos

SAN PEDRO EN ANTIOQUÍA

CONDUCCIÓN PSEUDO-PAPAL NEOVATICANA

1.   El comportamiento de San Pedro en Antioquía no afectó el poco y simple dogma que contenía la Revelación Mosaica, ni su moral ni su liturgia, sino meros preceptos no litúrgicos.

La conducción pseudopapal neovaticana afectó fundamentalmente el dogma, la moral y la liturgia de la Religión Verdadera

2.   El comportamiento de San Pedro en Antioquía sólo fue nocivo a la Fe Católica de manera extrínseca y además potencial, en una ciudad y por breve tiempo. El venerado Obispo Inglés Challoner, en su revisión a la impecable versión bíblica católica inglesa de  Douay-Rheims, comenta así: La falta que aquí se nota en el comportamiento de San Pedro, sólo fue cierta imprudencia, al retirarse de la mesa de los Gentiles por temor de dar ofensa a los judíos convertidos: pero esto, en tales circunstancias, cuando hacerlo habría podido traer malas consecuencias a los Gentiles, que habrían podido ser inducidos a sentirse obligados a conformarse al modo de vida judío, con perjuicio de su cristiana libertad. (del inglés)

La conducción pseudopapal neovaticana ha sido intrínseca, actual y planetariamente y más de tres veces decenialmente letal a la Fe Católica.

3.   El comportamiento de San Pedro en Antioquía no buscó agradar a miembros de una falsa religión, sino a cristianos de origen judío a quienes se permitía observar la Ley de Moisés.

La conducción pseudopapal neovaticana ha sido idóneo para agradar y confirmar todas las falsas religiones, el indiferentismo, el ateísmo, y a todo el anticatolicismo en todas sus variedades incluidas las peores

4.   Al Padre Wladyslaw Lohn, S.J., profesor pre-conciliar de la Universidad Gregoriana de Roma, no se le pueden sospechar intereses algunos en exagerar la pureza doctrinaria de San Pedro. Este estudioso comenta así el pasaje mencionado en la traducción bíblica católica polaca del Padre W. O. Jakub Wujk, S.J. (Cracovia, 1962): Desde el Concilio de Jerusalén, que ya había tenido lugar, estaba claro que los cristianos gentiles estaban eximidos de observar la Ley de Moisés, pero no estaba completamente claro que lo mismo valiera para los cristianos judíos. Esta incertidumbre influyó el comportamiento defectuoso de San Pedro en Antioquía, en el cual hubo más bien indecisión que culpa moral. (del polaco)

La conducción pseudopapal neovaticana mal puede ser vehículo o consecuencia de alguna incertidumbre posible y fundable.

5.   La falta de San Pedro en Antioquia no impuso a nadie ninguna legislación nociva la Fe Católica, ni propuso ninguna doctrina nociva a la Fe  Católica, ni sentó Magisterio.

La conducción pseudopapal neovaticana ha sido gravemente nociva a la Fe Católica en las legislaciones que ha impuesto y en las doctrinas que ha propuesto. Además, hizo cuestionable el Magisterio Perenne Infalible en su totalidad y en sus fundamentos.

6.   No se sabe de una sola alma que haya sufrido daño religioso siquiera indirecto o accidental por el comportamiento de San Pedro. Podría no haber habido tiempo para ello, por la rápida intervención de San Pablo. Si llegó a ocurrir algún daño en absoluto, éste fue, en el peor de los casos, indirecto, no doctrinal, no forzoso, restringido a pocas personas, breve (a lo sumo de algunas semanas), y reparado amplia y efectivamente.

Como consecuencia de la conducción pseudopapal neovaticana, millones o decenas de millones han perdido Fe, millones han abandonado su práctica, millones se han entibiado, millones se han desorientado o extraviado de innumerables modos. El daño resultante ha sido directo, doctrinal, forzoso, universal, prolongado por cuatro décadas —por poco dos generaciones—, no reparado, y constantemente confirmado y defendido.

7.   San Pedro dio excesiva consideración a tradiciones judaicas superficiales que habían caducado hacía poco tiempo.

La conducción pseudopapal neovaticana desconsideró y contradijo tradiciones católicas fundamentales, y las puso en estado de precariedad, agonía, envenenamiento o muerte en decenas o centenas de millones de conciencias.

8.   Las tradiciones mosaicas que San Pedro respetó demasiado, eran válidas, y divinamente dictadas, poco antes —de hecho, grandes teólogos discuten acerca del momento exacto en que caducaron.

Muchas doctrinas falsísimas y modos de vida irreligiosísimos que la conducción pseudopapal neovaticana ha estado respetando todo el tiempo, son intrínseca y eternamente inválidos.

9.   San Pedro no quebró una sola tradición católica.

La conducción pseudopapal neovaticana quebró tradiciones católicas fundamentales, inclusive la misma razón de ser de la Encarnación del Verbo, de la Redención, y de la Iglesia.

10.       San Pedro se arrepintió de manera sincera e inmediata ni bien percibió su falta.

La conducción pseudopapal neovaticana hasta ahora se gloría de sus abominaciones, y solamente se «arrepiente» de supuestas faltas pasadas de la misma Iglesia de Cristo.

11.       El comportamiento de San Pedro en Antioquía fue privado. Sólo se hizo público como pasado y ya corregido.

La conducción pseudopapal neovaticana ha sido pública tanto en la intención como en el efecto, y jamás ha sido corregida por sus culpables.

12.       Más importante aún: El comportamiento de San Pedro en Antioquía no empeñó su autoridad.

La conducción pseudopapal neovaticana ha empeñado vigorosamente su falsa autoridad, pretendiendo hasta tenerla mayor que el Conciliio de Nicea  (Pablo VI).

13.       Como el Hijo fue enviado por el Padre, así cada miembro de la Iglesia Docente es enviado por el Hijo a enviar Su Revelación al mundo. Esta transmisión no puede fallar en la Iglesia. San Pedro en Antioquia no tuvo ni la voluntad ni la libertad de enviar nada malo o defectuoso desde la Iglesia hacia la Iglesia mediante la Iglesia.

La conducción pseudopapal neovaticana ha enviado de mil modos la devastación y la corrupción a grandes partes del Cuerpo de la Iglesia, y eso, pretendidamente “desde la Iglesia” y “mediante la Iglesia”.

14.       Lo peor de que Santo Tomás de Aquino acusa a San Pedro es de haber pecado venialmente y haber hecho peligrar la Verdad del Evangelio. El mismo Doctor califica el grado del peligro al llamar a ese pecado venial. Es de notar que, sea cual fuere el peligro señalado, no se realizó —lo cual resalta más bien cuánto Dios impide que un Papa falle, que cuánto un Papa puede fallar en la conducción de la Iglesia. San Agustín acusa a San  Pedro de pecado venial de falta de discernimiento. San Jerónimo exonera completamente a San Pedro de cualquier culpa.

La conducción pseudopapal neovaticana es una avalancha incomprensible de lo más atroz que hay en cuanto a escándalos, sacrilegios, ardides antirreligiosos, y engaños universales y fundamentales. Ha pasado por incalculables años luz la línea de mero peligro potencial.

15.       San Pedro en el peor de los casos descuidó por un tiempo sus potestades garantizadas por Dios, y algunos Papas posteriores harían otro tanto de otros modos, pero ni él, ni ningún sucesor suyo, pudo contradecir las potestades papales garantizadas por Dios; supuesto que Dios constituyó esas potestades como plenas, como nada más que plenas, y como incapaces de persistir en otra medida que en la plena.

La conducción pseudopapal neovaticana contradijo los poderes papales, y lo hizo de manera activa, forzosa, eficiente, metódica y global. Esto prueba que en esa conducción no estaban plenas las potestades papales, y la negación cierta de la plenitud de potestad papal conlleva la negación cierta de cualquier grado de potestad papal.

16.      San Pedro cometió un tipo de falta que es posible que Dios permita que un Papa cometa, por ser inferior y extrínseca a las potestades papales.

La conducción pseudopapal neovaticana cometió tipos de faltas contradictorias a los poderes papales, daños que es imposible que Dios permita que los cometa alguien siendo Papa o que alguien sea Papa cometiéndolos.

 

   Dios dio al Papa potestades extraordinarias. Él las ordenó a un fin. Él las hizo necesariamente conducentes a ese fin. El fin es que los frutos de la Redención duren para siempre. El Papa es la Base de la Iglesia, y la Iglesia es la dispensadora de la Redención y de la Vida Sobrenatural y es la Columna de la Verdad. Si Dios no ordenara ni condujera necesariamente las potestades papales al fin al cual las ha ordenado, la inmensa obra de la Redención pierde todo sentido.