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         A los dirigentes, a los que ejercen
        altas magistraturas, les decimos las palabras del profeta:
        "Aprended los que regís los pueblos". Aprended a conservarlos
        inmunes de todo contagio espiritual que pueda convertirlos o lanzarlos
        fuera de las rutas de su genio o de su historia. No consintáis que se
        debilite en ellos la fuerza de Dios, que es el vigor inmortal de todas
        las cosas. No pactéis con el mal, ni a título de las exigencias de la
        libertad social: concederle los derechos de ciudadanía, y más, admitirlo en el santuario de las leyes, será pactar la ruina, a
        plazo más o menos largo, del pueblo que dirigís.
             
              
                
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                    aCARDENAL
                    I. GOMÁ, 23 de noviembre de 1936                    | 
                 
               
             
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