MACHETE 52

Desarrollo Humano Sustentable.

 

 

Los valores en la construcción de la identidad.

1. Introducción

Sin lugar a dudas, el concepto mismo de "Desarrollo Humano" y todo programa que se inspire en él, es un concepto cargado de valores, promotor de valores, e inspirado en valores; a su vez, ellos están firmemente asociados con la idea de persona y su realización, que los anima de principio a fin.

Este nuevo paradigma fue definido sintéticamente como la formación de las capacidades y el despliegue de las oportunidades de todas las personas y de toda la persona. Responde entonces a la necesidad de complementar lo que atañe específicamente al crecimiento económico con aquello que involucra al ser humano en su integridad vital, con lo que constituye su fondo espiritual más profundo. Y este fondo es, sin dudas, axiológico: está hecho de valores y es constantemente atravesado por valores.

De aquí que la Libertad Humana sea, a la vez, un derecho y una responsabilidad de los pueblos. Por ella puede optar, elegir entre diversas posibilidades; pero, a su vez, esta elección es también una "pesada carga" y en ésta entra en juego existencial todo ese fondo valorativo y preferencial que lleva a determinados comportamientos y no a otros. Con la Libertad, nace entonces propiamente la denominada vida moral.

Esta opción, esta Libertad, tiene un aspecto material y otro espiritual. En este sentido, la Libertad de opción es un aspecto medular del bienestar humano. Por ello, si bien el acceso a una mayor cantidad de productos permite el aumento del ingreso individual y lo mejora materialmente, no es un fin en sí mismo, sino que debe considerarse sólo como un medio para el desarrollo de las capacidades éticas y morales de la persona.

Y es aquí donde -de la Libertad como valor elemental y básico- se pasa al valor Justicia que necesariamente debe complementarla. Tiene así esta idea de Justicia, un papel rector axiológico en las sociedades contemporáneas. Unida a la noción de Libertad, informaron desde el comienzo este paradigma del Desarrollo Humano.

A su vez, ambas desembocan en la necesidad impostergable de la Participación, otro valor fundamental del paradigma. En efecto, se trata de un Desarrollo Humano Sustentable y ello implica que la comunidad busque por sí misma la solución de sus problemas, y no la salvación por parte de élites o gobernantes de tendencias mesiánicas o de tecnocracias esclarecidas. La necesaria formación y el fortalecimiento de las capacidades endógenas en las comunidades sólo es posible si se respetan las particularidades culturales y la historia social de cada comunidad.

Por todo ello se han sintetizado en cinco claves (que son a su vez valores) las metas básicas del Desarrollo Humano: equidad, participación, seguridad, gobernabilidad y sustentabilidad. Y estas metas le fijan a su vez un método al nuevo paradigma: afirman la necesidad de promover la interacción de estos principios para reafirmar la necesidad de reconstrucción de la comunidad sobre el imperativo de la Justicia Social.

El Desarrollo Humano no puede concebirse divorciado de su carácter sustentable. El principio de sustentabilidad implica un proceso de desarrollo capaz de controlar armónicamente los medios que utiliza. No se trata de limitar el crecimiento sino de liberarlo de sus propios límites conceptuales y fácticos, que lo extravían al dicotomizar progreso material y humanización de la historia, preservación del ambiente y expansión de recursos disponibles. El Desarrollo Humano no es un nuevo límite al crecimiento sino el sentido y la realización concreta del mismo, todo ello a partir de la asunción explícita y activa de valores fundamentales -tanto individuales como sociales.

El incentivo de esos valores, los esfuerzos por alcanzarlos y la concreción gradual de los mismos -en una atmósfera de Libertad y Participación- es lo que permite hablar de la ciudadanía plena y mantener este objetivo como ideal mayor de todo programa de Desarrollo Humano.

Se entiende por tal la integración de la ciudadanía política, social, ambiental y económica para todas las personas de cada comunidad, en una única y plena ciudadanía integral. Así, a la ciudadanía política, ya consagrada como derecho universal, y a la ciudadanía social, en proceso de consumación, es necesario incorporar las ciudadanías ambiental y económica, que garanticen a todos los integrantes de una comunidad nacional el derecho a vivir en un medio sano y a participar en los mercados, tanto en carácter de consumidores, como en el de personas dispuestas a incorporarse, por medio del trabajo remunerado o del ingreso no salarial, al intercambio de bienes y servicios necesarios para acceder a una vida digna. Esta ciudadanía plena constituye un objetivo moral de primer orden.

 

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ECONOMIA SOCIAL Y DESARROLLO LOCAL SUSTENTABLE

Una Patagonia Sustentable & Plena para Todos se logra con Participación.

 

 

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