Arthur Rimbaud

 

Jean-Arthur Rimbaud

Poeta francés.
Nació el 20 de octubre de 1854 en Charleville, departamento de Ardenas. Hijo de una campesina y de un militar aventurero que abandonó mujer e hijos. Educado en un colegio laico, con 8 años compone sus primeros trabajos conocidos en prosa. Estudiante prodigio y niño modelo, gozó de una ardiente fe religiosa que le valió el sobrenombre de "El cochino santurrón". En 1870, el año en que termina sus estudios secundarios, la Revue pour tous publica el poema "Los regalos de los huérfanos". En agosto de ese año realiza su primera escapada a París. El 25 de febrero de 1871 emprende su tercera fuga, por tren hasta Paris. Se queda allí unos quince días y vuelve a pie. El 13 de mayo, escribe a Izarnbard, una primera carta sobre la videncia, el 15 le escribe a Paul Demeny la Carta del Vidente; envía a ambos varios poemas. Entre agosto y septiembre se escribe con Paul Verlaine, quién lo califica como verdadero poeta y como vidente. Paul Verlaine lo llama a París y Arthur llega con su último poema Barco Ebrio. Vive junto a Verlaine y su esposa, en casa de los padres de esta. Frecuenta en París a Jean Richepin, Etienne Carjat y Jean Louis Forain. Junto a Verlaine viaja por Inglaterra y Bélgica. En este último país, Verlaine, intentó en dos ocasiones matar a su joven amigo por sus infidelidades, y éste resultó gravemente herido en el segundo intento por lo que acabó en el hospital y Verlaine en la cárcel. Rimbaud ofrece un relato alegórico sobre este asunto en Una temporada en el infierno (1873). En 1874 vive en Londres desde la primavera con el poeta Germain Nouveau. Allí permanecerá casi todo el año; escribe sin duda la parte más grande de Iluminaciones. En 1875, desde Charleville, en enero, parte hacia Stuttgart con la intención de aprender alemán. Obtiene un puesto de preceptor. A fines de febrero se encuentra con Verlaine. Rimbaud va de Stuttgart a Milán a pie. Repatriado por intervención del cónsul francés en Livonia, en otoño se encuentra nuevamente en Charleville. Continúa el estudio de las lenguas españolas, italianas, árabes, etc.. el propio Rimbaud quema todos sus manuscritos y deja de escribir. A partir de entonces subsistirá como mercader en tierras africanas, donde contrae matrimonio con una abisinia. El tráfico de armas también fue otra de sus fuentes de ingresos por aquellos parajes. Verlaine, convencido de que Rimbaud había muerto, recopiló sus poemas en Iluminaciones (1886). Esta obra contiene el famoso Soneto de las vocales, en el que a cada una de las cinco vocales se le asigna un color. En febrero de 1891, debido a fuertes dolores en la rodilla, es llevado a Adén y en mayo, en Marsella le es amputada una pierna. Viaja junto a su familia a un pueblito de la región de Ardennes. Cuando se encontraba en Marsella con la idea de embarcarse para Etiopía, es ingresado de urgencia en el Hospital de la Concepción donde fallece el 10 de noviembre de 1891.

Adiós

¡El otoño ya! ¿Pero por qué añorar un eterno sol, si estamos empeñados en el descubrimiento de la claridad divina, lejos de las gentes que mueren en las estaciones?

El otoño. Nuestra barca, alzándose en las brumas inmóviles, gira hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme con su cielo maculado de fuego y lodo. ¡Ah, los harapos podridos, el pan empapado de lluvia, la embriaguez, los mil amores que me han crucificado!. ¡De modo que nunca ha de acabar esta reina voraz de millones de almas y de cuerpos muertos y que serán juzgados! Yo me vuelvo a ver con la piel roída por el fango y la peste, las axilas y los cabellos llenos de gusanos y con gusanos más gruesos aún el corazón, yacente entre desconocidos sin edad, sin sentimiento...Hubiera podido morir allí... ¡Que horrible evocación! Yo detesto la miseria.

¡Y temo al invierno porque es la estación de la comodidad!

A veces veo en el cielo playas sin fin, cubiertas de blancas y gozosas naciones. Por encima de mí, un gran navío de oro agita sus pabellones multicolores bajo las brisas matinales. Yo he creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He tratado de inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Yo he creído adquirir poderes sobrenaturales. ¡Pues bien! Tengo que enterrar mi imaginación y mis recuerdos! Una hermosa gloria de artista y de narrador desvanecida!.

¡Yo! Yo que me titulara ángel o mago, que me dispensé de toda moral, soy devuelto a la tierra, con un deber de perseguir la rugosa realidad para estrechar! Campesino!

¿Estoy engañado? ¿Sería para mi la caridad hermana de la muerte?

En fin, pediré perdón por haberme nutrido de mentira. Y vamos.

¡Pero ni una mano amiga! ¿Y dónde conseguir socorro?

Sí, la nueva hora es, por lo menos, muy severa.

Pues yo puedo decir que alcancé la victoria: el rechinar de dientes, los silbidos de fuego, los suspiros pestilentes, se moderan. Todos los recuerdos inmundos se borran. Mis últimas añoranzas se escabullen - celos de los mendigos, de los bandoleros, de los amigos de la muerte, de los retardados de todas clases. ¡Si yo me vengara, condenados!

Hay que ser absolutamente moderno.

Nada de cánticos: conservar lo ganado. ¡Dura noche! La sangre seca humea sobre mi rostro, y no tengo cosa alguna tras de mí, ¡fuera de ese horrible arbolillo!... El combate espiritual es tan brutal como las batallas de los hombres; pero la visión de la justicia es sólo el placer de Dios.

Entre tanto, estamos en la víspera. Recibamos todos los influjos de vigor y de real ternura. Y a la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades.

¡Qué hablaba yo de mano amiga! Es una buena ventaja que pueda reírme de los viejos amores mentirosos, y cubrir de vergüenza a esas parejas embaucadoras - he visto allá el infierno de las mujeres -; y me será permitido poseer la verdad en un alma y un cuerpo.

Abril - agosto, 1873
"Una temporada en el infierno"