Paul
Verlaine
Poeta
francés
"La
independencia siempre fue mi deseo, la dependencia siempre fue mi destino"
Nació el 30 de marzo de 1844, en Metz, hijo de un oficial del Ejército.
Cursó estudios en el liceo Bonaparte de París. Inicia estudios de
derecho y posteriormente trabaja como empleado en una compañía de
seguros y luego en el ayuntamiento de París durante siete años. En los
cafés escribe versos y se relaciona con los poetas parnasianos. En 1863
aparecía en la Revue du progrès moral el primer poema de Paul Verlaine
augurando una obra ambigua, infinitamente bella, que vagabundea en el
umbral de la modernidad. Sus primeras obras como, Poemas saturnianos
(1866) y Fiestas galantes (1869), exponen el rechazo al romanticismo
parnasiano. El 11 de agosto de 1870 se casa con Mathilde Mauté de
Fleurville -que apenas tenía dieciséis años-, intenta integrarse en una
burguesía decente aspirando a una vida "sencilla y tranquila",
aunque abandonó a su esposa dos años después para viajar y vivir con el
poeta de 17 años Arthur Rimbaud. En 1873, borracho, hirió a Rimbaud de
un disparo, por lo que pasa dos años en prisión. Su colección Romanzas
sin palabras (1874), escrita durante su estancia en la cárcel, se basada
en la relación con Rimbaud. Busca refugio en el catolicismo, su
reconversión inspiró un volumen de poesía religiosa titulado Sabiduría
(1881). Fue profesor de francés en Inglaterra de 1875 a 1877 y regresó a
Francia posteriormente donde dio clases de inglés. A su alumno Lucien Létinois,
al que llamaba, hijo adoptivo, dedicó muchas de las elegías de Amor
(1888). Se publicó Los poetas malditos (1884), obra crítica, y Antonio y
ahora (1884), colección de poemas, y así se convierte en poeta
simbolista. También escribió prosa autobiográfica, como Memorias de un
viudo (1886), Mis hospitales (1891) y Confesiones (1895). Falleció el 8
de enero de 1896 en París.
MANDOLINA
Los que brindan serenatas
y las bellas que las escuchan
se dicen insípidos requiebros
bajo enramadas sonoras.
Tirsis y Aminta son ellas.
Ellos: Clitandro, el de siempre,
y Damis, el de los versos suaves
a las hermosas crueles.
Sus cortas blusas de seda,
sus largas faldas de cola,
su elegancia, su alegría
y sus lánguidas sombras azules
van girando en pleno éxtasis
de una luna rosa y parda.
Mientras, la mandolina susurra
entre temblores de brisa.
Paul Verlaine, 1869
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