"EL
RINCON DE LOS TROVADORES"
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“ EL MENSAJE ”
Autor: Daniel
Adrián Madeiro
JAMÁS LA VENDAS NI LA COMPRES.
Deseo que
comencemos a pensar y a trabajar en la construcción pacífica de un planeta
Tierra (nuestra única casa) para todos, donde prospere el interés por la Verdad
y por la Justicia. Esa es mi utopía. Para ello nació este escrito. Es lo que
deseo, realmente, desde lo más hondo de mi corazón y de mi razón. Por eso,
todos tienen derecho a leer esta obra titulada “El Mensaje”, sin
pagar nada por ella. Es gratis. Todos tienen derecho a publicarla
y a entregársela a otros pero sin cobrar nada por ello, en forma totalmente
gratuita. El Amor a la Verdad y a la Justicia es el único precio de
esta obra, para siempre, en cualquier lugar de la Tierra donde la encuentres. Nunca
la vendas. Y si alguien, alguna vez desea vendértela, entonces: Nunca
la compres.
Yo, el autor de
este relato, me llamo Daniel Adrián Madeiro.
No soy ni me siento un ser especial. Nunca te permitas considerarme un ser
especial.
No soy un Mesías, no soy un elegido, no soy un salvador.
No busco ser tu líder.
Deseo profundamente que Tú seas tu propio líder.
Quiero que escuches todas las opiniones pero que seas la persona que
realmente decide. Que no actúes por impulso. Que medites tu acción.
Sólo soy un hombre común que desea exponer lo que piensa.
Mi nacimiento fue el simple resultado de una ley de la vida: Que hombres y
mujeres se enamoran, se casan y tienen hijos, en procura de hacer más feliz su
existencia.
Por ese medio DIOS
hizo que naciera el seis de junio del año mil novecientos cincuenta y siete.
Crecí y estudié,
viviendo una infancia y juventud por las que estoy agradecido.
Leí cuanto pude y
observé la vida, deseando aprender lo suficiente como para ser un poco mejor
cada día.
Pasado ya mucho
tiempo, y habiendo visto el estado general del mundo; con cuarenta y algo de
años; convencido que es hora de hacer lo que desde siempre supe que debía;
comprendiendo que DIOS es ineludible; desde entonces yo, Madeiro, decidí
exponer este mensaje.
EL CAMINO ANDADO
Seguramente, los
cuestionamientos sobre la verdad y la vida forman parte de tu existencia, tanto
como de la mía. En nuestra tarea de meditar las cosas nos enfrentamos a dudas y
obtenemos respuesta para unas y olvido para otras.
Tomé por costumbre
destejer el devenir, escrutar lo afirmado hasta hoy.
Perdí el miedo a
descubrir una falsedad en lo sostenido por siglos y encontré que siendo sincero
con uno mismo se comprende mejor el mundo.
Desde nuestros
orígenes, los hombres dimos rienda suelta al temor de enfrentar conocimientos
nuevos, al aplazamiento de los pensadores, a la dilación de la superación
personal.
Aferrados a una
actitud indulgente, llegamos hasta el momento actual con una carga de problemas
sin resolver, agravados por la escasez del tiempo disponible.
Una lectura parcial
de la historia imputa como únicos culpables a los poderes e ideas religiosas
que predominaron en las distintas épocas; a las políticas gubernamentales; a
las culturas militaristas; al creciente interés mercantilista desarrollado
desde tiempos antiguos.
Esto es sólo una
parte de la verdad y, más aún, un velo que disfraza a los verdaderos
responsables de nuestra demora: NOSOTROS, y a sus fuerzas motoras: el MIEDO y
la NEGLIGENCIA.
Tomamos por costumbre
simplificar el análisis de nuestro pasado culpando a los que nos precedieron.
Resolvemos nuestra
situación frente al porvenir poniendo en manos de las nuevas generaciones el
compromiso con el futuro.
Hallados los
culpables de ayer y los responsables del mañana, inspeccionamos desde el
televisor o el diario, reclinados en nuestro sillón, cómo se suceden los
hechos.
Siempre se tuvo la
oportunidad de hacer algo que nos permita crecer, afirmarnos en nuestra calidad
de racionales, convertirnos en una pieza importante de este mundo y tener
acceso a una mediana igualdad.
Una marcada falta
de interés por ascender a lo más alto de nuestro espíritu postergó el
nacimiento de una humanidad más sabia y comprometida con el bien común.
Todos nosotros
tenemos que ver con lo que hoy pasa en la Tierra. Si, es verdad: unos más y otros menos. Pienso que queda muy escaso tiempo como para permitirnos un
debate. En él se nos pueden ir los
últimos minutos, la oportunidad final.
Hoy, todos tendremos que hacer mucho más que mirar y hablar de lo que
pasa.
En una isla
diminuta hasta el extremo, rodeada por un océano interminable que la separaba
de otras quizá habitadas, existieron varias razas de hormigas -rojas, negras y demás-,
de tamaño realmente insignificante.
En sus comienzos,
la escasa cantidad de estos insectos permitió una vida placentera para todas.
Las unas poblaron los márgenes de un río, las otras las cercanías de un lago.
Con el paso del
tiempo crecieron y se multiplicaron en tal forma, que grandes grupos, de
distintos bandos, se vieron obligados a emigrar en busca de nuevos
asentamientos.
Así comenzaron las
primeras batallas.
Carentes de la
capacidad de razonar adecuadamente y llegar a un acuerdo (al menos eso es lo
que desprendo de los hechos) disputaron a muerte la propiedad de la tierra y
sus riquezas. Las más fuertes ganaron la posición mientras que las más débiles
huyeron a terrenos inhóspitos.
No tardaron mucho
en reiterarse los enfrentamientos pues las comunidades volvían a crecer.
A todo esto se sumó
la prepotencia de grupos intrínsecamente belicistas que arremetían contra
pacíficos pobladores de otras zonas.
Hubo muchas guerras
y muchas muertes; pero llegó a aceptarse como una parte de la vida.
Crecieron así, en
la isla, millones y millones de hormigas de todo tipo, sin otra preocupación
que cuidarse de sus enemigos y recolectar para sí la mayor cantidad posible de
alimentos.
Pero las cosas no
acabaron allí. También en el tema de la alimentación creció diariamente la
cuota de insensatez.
En las comunidades
que llevaban una vida signada por los enfrentamientos la preocupación por la
comida las llevó a almacenar toneladas de vegetación, previniendo largos
sitios.
Todos los
lugares cercanos quedaron transformados en desiertos y los almacenes
subterráneos no fueron otra cosa que simples pudrideros.
En tanto, las
hormigas que vivían en regiones pacíficas también fueron atacadas por el estado
de cosas en aquellas regiones y asoladas por hordas hambrientas que sembraban
la devastación.
Paulatinamente, el
caos creció en toda la isla con guerras totales y arrasamiento voraz.
Pocas sobrevivieron
al holocausto; tan sólo para terminar devorándose unas a otras, pues era tarde
para cualquier intento de solución.
Hoy aquella isla
diminuta, es un páramo rodeado por un océano interminable, aislado de otros
lugares en los que espero que no haya acontecido lo mismo.
HORMIGAS: los
hombres. ISLA: la Tierra. OCEANO: el Cosmos. VEGETACION: los recursos
naturales.
Era un pueblo con
una particularidad: todos eran “tuertos”.
No se trataba de
una cuestión natural. Era una costumbre. Alguna vez, alguien comenzó a cerrar
un ojo y le gustó, después se sumó otro y otro más, hasta que todos siguieron
haciéndolo así por siempre.
Ya veían su hábito como algo “natural”.
Un día uno de sus
pobladores, convencido de que no se estaban viendo las cosas tal cual eran,
levantó por primera vez el párpado de su ojo “tuerto”.
Tenía razón. Vio
con sus dos ojos y conoció las ventajas de ver algo más del mundo que lo
rodeaba.
Cargado de
felicidad, salió a la plaza y le dijo a sus vecinos: “¡Señores, mírenme!.
Veo por ambos ojos. Mi visión es más amplia que la que tuve hasta ahora. Puedo
defenderme con mayor facilidad de los peligros visibles que me rodean. Con los
dos ojos a nuestro servicio, ya no uno solo, nuestra capacidad visual se
duplica”.
Cada habitante fijó
su ojo sobre él. Se miraron los
unos a los otros.
Su mono visión no
les impidió ponerse de acuerdo y gritaron: “¡Este hombre está enfermo!”.
Comprendían la
verdad de sus palabras pero el miedo paraliza a las personas y termina por
retrasar los cambios necesarios y, lo que es peor, los encuentros con la razón.
Enrojecidos pero
con la cabeza erguida, todos se retiraron de la plaza.
Triste, rechazado,
el hombre comprendió: Si no te cuidas, los que tienen por costumbre ver con
un solo ojo, te harán llorar por los dos.
Pero no se dio por
vencido. Agradecido por su nueva visión de las cosas y consciente de su
responsabilidad, se dijo: “¡Fuerza!. Tal vez es hora de empezar a llorar”.
Yo no veo que la Justicia
sea moneda corriente en el mundo.
El valor de la
Verdad fue puesto en duda desde que se dijo: ¿Qué es la verdad?.
La falta de actos
de Amor, en sus muchas formas, causan cada día mayor incomprensión, soledad y
destrucción.
Desde niño,
observando esta situación, siento una profunda tristeza. Desde ese tiempo,
pienso que tenemos que cambiarlo. Y estoy convencido que podemos.
Te puede parecer
pura palabrería romántica de soñador.
Respeto tu opinión,
pero: Hay gente corrupta, estafadora, etcétera, que arruina el bienestar común,
porque si la Justicia falta o se malogra, jamás recibe castigo. Hay gente que
logra engañar a otros con propagandas, discursos o promesas, porque no nos
preocupamos en profundizar qué es Verdad y qué no lo es. Hay gente que, apoyada
en la falta de Amor, finge que te ama para sacarte todo lo que pueda.
Si te amas ¿Por qué
te ofreces como víctima de la injusticia, la mentira o el desamor?.
Si amas a alguien
¿Por qué lo dejas indefenso?.
Si estás viva o
vivo y sabes que la vida es corta ¿Por qué eliges vivir en constante peligro de
extinción o de ruina?
¿Te gusta cómo
están las cosas por aquí?. ¿Crees que podrás ir a otro planeta si esto
empeora?.
Si tienes cónyuge,
hijos, nietos, padres, amigos del alma, o quien fuera que ames: ¿No te
importan?. O me dirás que tú: Estás esperando un milagro.
No podrás salvarte
solo. Toda ambición egoísta provoca muerte. Millones de personas están sujetas
a este error.
La Tierra será
buena sin: hambre, miseria, injusticia, mentira, opresión, guerra,
discriminación, enfermedad. Este es un trabajo por hacer.
Muchas vidas se
perdieron en la ilusión de creer que se podía solos. Debes comprenderlo
definitivamente: Los que destruyen la Tierra trabajan unidos. Nosotros debemos
aprender a trabajar juntos para el bien común.
¿Estás esperando que llegue alguien con carisma para que te dé las
instrucciones?. ¿Y si te engaña?.
Hay mucho para
pensar, para hacer, para cambiar, para transformar definitivamente.
Todos podemos tener
buenas ideas y podemos aportar.
Tenemos que estar
unidos. Sin predominio de unos sobre otros.
No hacen falta
líderes. Hace falta trabajar en común, aportando cada uno lo suyo.
No hay uno que pueda saberlo todo.
Todos debemos aprender a trabajar juntos como si fuéramos uno.
Yo sé que se puede. Muchos no dudarán en demostrar que pueden.
En donde estés, tengo la esperanza de que estarás trabajando por el bien
definitivo de la Tierra.
Lo repito: En
donde estés, tengo la esperanza de que estarás trabajando por el bien
definitivo de la Tierra.
Si entendiste mis
palabras y la importancia de tu compromiso, lo juro: Yo creo en Ti.
DIOS se agotó de
tanta falta de Amor a la Verdad y a la Justicia.
¿Tú también estás cansado?,
Que DIOS vea tu cansancio.
DIOS está al lado
de aquellos que asumen su responsabilidad frente al futuro de la Tierra.
No podrás salvarte solo. Toda ambición egoísta provoca muerte. Millones de
personas están sujetas a este error.
La Tierra será buena
sin: hambre, miseria, injusticia, mentira, opresión, guerra, discriminación,
enfermedad. Este es un trabajo por hacer.
Muchas vidas se
perdieron en la ilusión de creer que se podía solos. Debes comprenderlo
definitivamente: Los que destruyen la Tierra trabajan unidos. Nosotros debemos
aprender a trabajar juntos para el bien común.
DIOS quiere que nos unamos. Si lo hacemos, ÉL hará crecer la Verdad y la
Justicia en todo el planeta.
Tus ojos verán la
caída de los destructores.
DIOS puede contra
todo mal si nosotros trabajamos para todo bien.
Lo repito: DIOS puede contra todo mal si nosotros trabajamos para
todo bien.
Un mismo suelo se dispuso para sostener a todos los hombres. ¿Por qué no
sostendrás tú a un hermano que siente o piensa distinto?. ¿Por qué te enojas y
pones tan mala cara porque tu hermano piensa diferente?. Si aprendes a
acercarte, serás aceptado. De otra manera sólo el mal dará su fruto. DIOS quiere que nos unamos. Hay que transformar la Tierra.
Tienes que elegir ahora desde que lado verás la transformación.
A ti, que
preguntas: “¿cuándo vienes a ayudarnos?”; DIOS te contesta: “No haré
nada hasta que aprendas a tomar en tus manos lo que creías que sólo era trabajo
mío”.
Por las mañanas, de lunes a viernes, mi
despertador suena a las siete y media.
Mi esposa ya está levantada y terminando
de preparar a mis dos hijos menores para ir a la escuela.
Yo me cambio y estoy con ellos unos
minutos hasta que se marchan.
Al rato vuelve mi esposa, desayunamos y salgo
a tomar el colectivo hacia mi trabajo.
Regreso a casa pasadas las siete de la
tarde.
Un amigo mío tiene menos suerte. Él
entra a su trabajo a las siete para salir doce horas después. En las mañanas,
mientras desayuna, sus hijos todavía duermen.
Hace muchos años, yo vivía con mis
padres en Longchamps, un pueblo distante aproximadamente 20 kilómetros de la
ciudad de Buenos Aires. En aquel tiempo el tren no era eléctrico y era lento. A
las seis de la mañana, en la estación yo abordaba alguno de los vagones que
llegaban repletos de obreros y empleados. Muchos de los que allí estaban vivían
aun más lejos. Esto representaba hasta una hora más de viaje.
Seguramente, mi relato te resulta
familiar. Tú mismo debes salir todos los días a una hora determinada hacia el
trabajo para regresar con la puesta de sol.
Si tu labor se desarrolla en alguna
ciudad capital y tienes la “suerte” de contar con algunos minutos para salir al
mediodía, ves a cientos y cientos de personas atestando las casas de comidas, o
sentados en las plazas consumiendo su vianda. Quizá nos hemos visto alguna vez.
“Imagínate que todos compartiéramos
el mundo”, escribió John Lennon en su canción Imagine. Tú ¿Estás en
la lista de los que imaginan y desean eso?. Si es así, entonces estoy seguro que
“pueden decir que soy un soñador, pero NO SOY EL ÚNICO”.
Yo,
al regresar a casa, tomo algo mientras converso con mi mujer y mis hijos. Un
par de horas después estamos cenando. Antes de eso, suelo hacerme un espacio
para escribir. No siempre puedo, no siempre tengo ánimo o inspiración; con
frecuencia, el agotamiento de un día de trabajo no me permite hacer demasiado.
Pero siempre, desde que me levanto por
las mañanas hasta que me acuesto en las noches, pienso en lo necesario que es
trabajar por un mundo mejor; para mis hijos, para mi mujer, para mí y también
para ti. Porque si TÚ no estás incluído en mi proyecto de bienestar, ahora que
comprendemos mejor la interrelación entre todos los organismos de la Tierra,
que sabemos que globalización es un sinónimo de “estamos todos en el mismo
barco”, si TÚ no estás incluído en mi proyecto de bienestar, sólo estoy
respondiendo a un interés egoísta. Y ¿No es eso lo que solemos criticarle a
tantos que andan por allí abandonando a su suerte a los pobres, desatendiendo
las miserias humanas que podrían ayudar a reparar?; ¿No despierta nuestra
repugnancia el desenfrenado interés egoísta de algunos por acumular cada día
más y más?.
Confío en que Tú también, cuando piensas
en la construcción de un mundo mejor, no dejas de sumar al lado de tus seres
amados a aquellos a quienes no conoces.
Pero lo cierto es que nuestros trabajos,
nuestros diarios quehaceres, nos obligan a dedicar cada día más horas a ellos y
menos a nosotros y nuestros proyectos.
“Hombres y mujeres rehuyen las
dificultades ajenas a sus trabajos e, inmersos en los requerimientos concretos
del quehacer cotidiano, rehúsan reflexionar sobre el sentido de sus vidas y su
vocación fundamental” (El silencio de DIOS, José Manuel Saravia, Emecé
Editores, Pág.129).
Necesitamos un mundo mejor, debemos
ocuparnos en la creación de un mundo mejor. Pero, tras doce horas de trabajo,
¿Qué fuerza tendrá mi amigo para sumarse a ese proyecto?; ¿Cómo hará para hacer
lo que quisiera si además siempre hay labores pendientes en la casa?; ¿Quién
forma para un mundo mejor a los niños cuyos ambos padres tienen que salir a
ganarse el pan?; ¿Qué liberación femenina disfruta la mujer que se ve obligada
a ejercer labores fuera de su casa cuando desearía estar con sus pequeños?;
¿Qué ideales anidan los niños que tienen que trabajar?.
Necesitamos hacer un mundo mejor pero
nos agobian cada día con más horas de trabajo, con menos tiempo familiar, con
una creciente escasez de comunicación.
No estoy exaltando a alguna ideología.
Simplemente, estoy preguntando ¿Hacia
dónde vamos casi seis mil millones de habitantes del planeta?. ¿Cuándo
comenzamos a hacer el mundo que queremos?.
Es tiempo de rever todas las actitudes
egoístas y fomentar la diaria ejecución del altruismo, de la solidaridad, de la
justicia y de la vocación por la verdad.
Debiera haber no sólo trabajadores
interesados en esto. También deberían sumarse sus empleadores. Los dirigidos y
los dirigentes, los estudiantes y los maestros, los que gozan del arte y los
artistas, los que reciben el beneficio de la ciencia y los científicos, los
gobernados y los gobernantes. Todos deben comprender la necesidad de terminar
con un materialismo que sólo logrará la extinción del concepto de familia, de
amistad, de prójimo, de humano.
En el escaso tiempo que nos queda,
todavía es posible que juntos, con resolución y constancia, podamos alcanzar un
mundo para todos.
“Podrán decir que soy un soñador”...
Por favor, demuéstrame que no soy el único.
A través de la
pantalla del televisor vi a una madre anunciándole a su hija que había sido
seleccionada para formar parte de un grupo de cantantes. Ambas lloraban de
felicidad. La madre porque estaba orgullosa de su hija y de ser la encargada de
darle la novedad. La hija porque no sabía aun el resultado y no lo esperaba
dicho por su propia madre.
Como yo, muchos se
enternecieron con esas escenas y con otras similares que reflejaban la
experiencia vivida por los elegidos.
Suele sucedernos
que nos ponemos felices cuando observamos cualquier situación donde se aprecia
el amor familiar, conyugal, de amistad, o un emotivo festejo tras el triunfo en
una competencia, etcétera.
Nos emociona ver a los padres despidiendo a sus hijos que van solos por
primera vez de vacaciones. O la pareja recién casada que es agasajada por sus
seres queridos.
En definitiva,
solemos acompañar con nuestra propia felicidad la de aquellos que, a veces por
los medios o frente a nuestro camino, nos muestran la suya.
Hay un sólo motivo
para que esto pase: DESEAMOS Y AMAMOS, PROFUNDAMENTE, LA FELICIDAD. Y no tan
sólo la nuestra.
Todos amamos y
deseamos cosas similares.
Nos gusta ver seres
humanos felices porque sabemos lo hermoso que es la felicidad.
Por nuestra propia
experiencia, somos conscientes del gran esfuerzo que representan muchos logros
ajenos. Sabemos valorar cuanto tesón e ilusiones se ponen en la vida para
tener: un estudio, un trabajo, un hogar, una pareja, una distinción o una mera
valoración positiva hacia nosotros.
¿Qué pasa entonces
que no siempre trabajamos para la felicidad?.
Todos tenemos
deberes y derechos, pero si cumplimos con nuestros deberes ¿Por qué en
ocasiones vulneran nuestros derechos?. ¿Por qué lo permitimos?.
¿Es nuestra única salida
quedarnos esperando que alguien decida no frustrarnos más?.
Saldríamos
enloquecidos a enfrentar a quien molestara cruelmente a nuestro ser querido. Te
pregunto ¿Qué crees que pasa cuando vulneran tu derecho?. ¿Crees que no vendrán
más tarde a vulnerar el de tu ser amado?. ¿Piensas que lo que empieza en ti
también terminará en ti?.
Es cierto que
amamos la felicidad. Pero para tenerla realmente, no debemos permitir que la
manipulen a su antojo. No sólo tu felicidad, también la del desconocido aquel.
Porque tarde o temprano, el abusador vendrá a derribar tu puerta.
Sin respeto y
aprecio por la felicidad de unos y otros es imposible la felicidad.
Sin unión de los
unos con los otros es imposible alcanzar y trabajar para la felicidad
verdadera.
PARÁBOLA DEL
AGRICULTOR
Aquel anciano se presentó ante mí y me dijo: “Soy un agricultor y quiero
que recuerdes mis palabras. Si aprendes de mi arte, todo cambiará para siempre.
Primero: no debemos depender de la suerte para
acceder al buen fruto de la tierra.
Segundo: está en nuestras manos cuidar el
suelo y ayudarlo a desarrollar lo bueno que sembramos.
Tercero: no te descuides. Toda maleza
matará tu semilla, toda plaga la devorará.
Cuarto: no hay fruto donde hay maleza; no
hay crecimiento donde hay plaga. No te equivoques, en un campo sembrado con
buena semilla, no tendrás contemplación frente a la maleza y la plaga.
Quinto: Ninguna semilla crece sin cuidado
permanente. Dale el sol, el aire y el agua justos. Cuida siempre tu cultivo.
Sexto: Para un fruto excelente, trabaja
todos los días hasta el último.
Séptimo: Cuéntale a todos los hombres que
sólo serán felices cuando se transformen en agricultores comprometidos con la
buena semilla”.
¿Por qué vas a la
guerra?. ¿Desde cuándo te gusta matar gente?.
¿Te dieron tan
buenas razones que desde hoy te alegra exponerte?.
¿Sientes que tu
nuevo rol te tornó poderoso?.
¿Acaso prefieres
perecer en un combate al que se opone tu conciencia?.
Cuando entreguen
tus restos... ¡Papá y mamá no estarán felices de tu entrega!.
¿Acaso alguien
puede reemplazar a un hijo o una hija, por una medalla que no crece, ni se
casa, ni da nietos?.
Escuché decir que atrás
de cada guerra hay intereses económicos. ¿Será verdad?.
¿Qué valor se le da
a tu vida en ese caso?.
Son muchos los que
van a la guerra.
Son pocos los que
son exceptuados de ir.
Queremos un mundo
sin dolor, entonces necesitamos un mundo sin guerra.
Queremos países que
convivan en paz, entonces necesitamos países sin guerra.
Queremos que la
humanidad resuelva sus conflictos racionalmente, sin incitar al odio y al
exterminio; entonces necesitamos tomar la firme resolución de consensuar un
verdadero desarme.
Queremos que para
siempre la barbarie pase a formar parte del pasado; ha habido millones de
muertos por la codicia, por enfrentamientos religiosos, por discriminación
racial; entonces debemos aprender a respetar nuestra diversidad, reprimir los instintos
sanguinarios y trabajar cada día, cada hora, por un planeta Tierra sin guerras.
En las guerras de
siglo XX murieron más de ciento cincuenta millones de seres humanos. Un número
enorme. Imagínate 150.000.000 de
tumbas. Sí, ¡Horroroso!.
¿Cuántas guerras
pudieron ser evitadas?, Y con ello ¿Cuántas muertes?.
Hagamos el mejor de
los esfuerzos para evitar todas las formas de la guerra.
Sé, sabemos, que no
es un objetivo sencillo. Por eso, debemos convocarnos unánimemente para
comenzar a dar los primeros pasos firmes hacia la paz en el planeta.
YO TE INVITO
Cuando
pienso en cementerios militares,
en
los millones de muertos por la guerra,
en
las víctimas civiles indefensas,
en
sus cuerpos bajo el polvo de la tierra;
en
la pobreza y la ruina que provoca
tanta
violencia mortal sobre el planeta,
tanto
odio incontenible, tanta saña,
tantas
guerrillas, atentados y revueltas,
y
veo que las fábricas de armas
no
se trocaron en hospitales o escuelas,
que
aun quedan miles de ojivas nucleares,
ángel
de muerte, sobre todas las cabezas;
y
siguen los ensayos belicistas
y
enfrentamientos en los puestos de frontera;
me
pregunto hasta cuándo sigue esto,
y
aunque parezca una pregunta sin respuesta,
pueden
pasarnos tan sólo dos cosas
y
es preciso atender a la advertencia,
porque:
o morimos todos sin remedio
o
cambiamos el sentido a la existencia.
Yo
te invito a cambiar y a sumarnos,
más
de seis mil millones da la cuenta;
a
unirnos por la paz contra la muerte,
planificando
un mundo sin violencia,
todos
los días, desde todos los lugares,
sin
descansar hasta alcanzar la meta;
siempre
tenaces, siempre trabajando,
para
la Paz de nuestro Hogar, la Tierra.
YO HARÉ, TÚ HARÁS, NOSOTROS HAREMOS
-Yo escribiré este artículo. Tú lo
leerás. Ambos estaremos momentáneamente unidos por él, pensando y sintiendo las
palabras que lo forman-.
Aceptamos sin dificultad el enunciado
anterior como si se tratara del más firme axioma.
Sin embargo, dar esto por cierto es
basarnos en espuria futurología.
¿Puedo asegurar que no dejaré inconcluso
este escrito?.
¿Puedes afirmar que lo leerás pase lo
que pase?.
¿Podemos garantizar que lograremos
compartirlo?.
No. No podemos.
¿Por qué?. Porque una profunda
incertidumbre ante lo que sucederá en el próximo segundo, es la única certeza
que tenemos por delante.
-Así que yo también tendré que morir
como Enkidu. ¡La desesperación me inunda el corazón!-. Esas son las
palabras de Gilgamés quien, ante la muerte de su amigo, toma conciencia de su
propio e irremediable futuro.
Sus palabras reflejan lo que con
frecuencia observamos en nuestra experiencia infantil.
Camila, mi hija menor, hace un tiempo
atrás, solía despertarse temerosa algunas noches pensando que podía morirse.
Como el héroe sumerio, ella también tomó conciencia de su mortalidad.
Quizá este abrumador descubrimiento
sobrevino, principalmente, a raíz de la pérdida de una de sus abuelas; sin duda
la proximidad afectiva fue el desencadenante de su alarma que se venía gestando
desde antes por la visión de escenas en televisión o por la escucha de
conversaciones de adultos.
Como sea, para todos, hay un punto en
nuestra infancia donde nos percatamos que moriremos y... los adultos que nos
tutelan también.
Y la angustia se tornaría inmanejable si
no pudiéramos abrigarnos bajo las alas de un ser inmortal y omnipotente al que
llamamos DIOS.
Poco a poco, vamos incorporándonos a un
juego entre la conciencia de finitud y la esperanza de eternidad.
Las más de las veces, y aun cuando nuestro
deseo de objetividad en el asunto sea el más fuerte y sincero, todos queremos
que sea verdad que la muerte no existe.
No nos afligen del mismo modo la matanza
de gallinas o vacas, el envenenamiento de cucarachas u hormigas, ni las flores
marchitas o las hojas secas de los árboles. Todas formas de vida que perecen
como nosotros. Para ellas no hay eternidad.
¿Para nosotros, sí?.
Una de las plegarias que los egipcios
anotaron en el Libro de los Muertos dice: “¡Salve, Osiris, padre mío
divino!. Lo mismo que tú, cuya vida es imperecedera, mis miembros conocerán la
vida eterna. No me pudriré. No seré comido por los gusanos. No pereceré. No
seré pasto de la miseria. Viviré, viviré”.
No está de más recordar que citas
similares, más lejanas o cercanas a nosotros, se pueden encontrar en todas las
religiones, incluso en las actuales.
Somos los únicos seres de este planeta
que reniegan de su destino final. Los únicos que no admiten la definitiva
desaparición de su rostro en los espejos.
La pérdida de un ser querido cambia
todos nuestros planes, toda nuestra visión del futuro, ahora sin él.
Ante ello, iba a decir que “no es
fácil aceptar” que nuestros padres, hijos o cónyuges, por ejemplo, ya no
existen, ya no son. Pero la expresión “no es fácil aceptar” es
inapropiada. Lo que realmente creo es que es imposible dejar de pensar que
están vivos de algún modo. El más racional de los seres, debe admitir esto.
Sus voces resuenan en nuestra mente; su
ropa, sus muebles, sus fotos, nos ilusionan haciéndonos pensar que regresarán
como lo hace un viajero.
No nos resignamos a aceptar que la
muerte sea más poderosa que nosotros.
“El sentimiento de la unidad
indestructible de la vida es tan fuerte e inconmovible que repugna y niega el
hecho de la muerte. En el pensamiento primitivo jamás se considera la muerte
como un fenómeno natural que obedece a leyes generales; su acaecimiento no es
necesario sino accidental. Depende, siempre, de causas singulares y fortuitas;
es obra de hechicería o de magia o de alguna otra influencia personal hostil”
(Antropología filosófica - Ernst Cassirer).
Esta ancestral creencia en la
invulnerabilidad de la vida es lo que llevó a los hombres primitivos a enterrar
a los muertos con sus bienes, a veces con sus familias y esclavos, para que les
sirvan en esa “otra vida” a la que iban.
Es el mismo sentimiento que moviliza a
personas como el Dr. Raymond Moody a escribir libros como “La vida después
de la vida” o al periodista Víctor Sueiro a realizar el ciclo televisivo “Misterios
y Milagros”, a partir de su experiencia personal tras haber sido declarado
clínicamente muerto.
Y es posible que la vida después de la
muerte exista. No es un hecho que yo esté en condiciones de demostrar. De igual
modo, también es probable que no la haya. Cualquiera de ambas posibilidades, al
menos hasta hoy, no pueden ser probadas de manera irrefutable.
Sí podemos asegurar que la muerte
existe. Nada sobre el después.
De
todos modos, seguiremos planificando día a día, hora a hora, nuestras acciones.
Planearemos las vacaciones venideras, la fecha de nuestro casamiento, la
reunión con amigos, el próximo libro por leer.
Nos olvidaremos, naturalmente, que la
muerte está delante nuestro, quizá sentada al lado. Que no discrimina entre
chicos y grandes, ricos o pobres, sanos o enfermos, negros o blancos, mujeres u
hombres, sabios o burros.
Con
su actitud imparcial puede que nos esté diciendo que nos dejemos de perder el
tiempo en segregaciones, en conflictos, en disputas que ella no hace y que
atendamos debidamente a nuestro único propósito: ENALTECER LA VIDA.
Uno de los versos
de “La aldea de Kiang”, del poeta Tu Fu, dice: “El sino respetó mi
juramento de volver vivo”. También a mí me permitió terminar este escrito.
Es mi mayor deseo que te permita a ti leerlo y a ambos sentirnos
momentáneamente unidos.
HAY MUCHA CONFUSION EN EL MUNDO. QUE NO TE CONFUNDAN
Cualquiera sea tu
edad, te pido que me acompañes a realizar un ejercicio con la imaginación.
Esto nos compete a
grandes y a chicos.
Me permito decirte
que será maravilloso si lo lees en familia.
Supón que te
invitan a una reunión o charla.
Llegas a un lugar
que puede ser grande o pequeño, con mucha gente o con poca. No importa.
Al llegar alguno o
algunos de los presentes te reciben con un cálido saludo y una sonrisa.
Observas a los que
están allí y ves que sus rostros se fijan en ti y adviertes cierta dulzura en
su mirada.
Puedes ver en
ellos que están felices de que te encuentres allí.
Quizá haya otros
junto a ti que por primera vez visitan el lugar.
En pocos minutos
se iniciará alguna forma de disertación. Quizá breve, quizá extensa...
Comienzan a hablar
hacia todos los presentes en general, o específicamente a ti y a otros como tú,
sobre cosas que te resultan gratificantes, simples de entender, alentadoras
hacia el futuro y dignas de ser escuchadas por todos.
También pudiera
ser en cambio que hablen de una forma especial, a veces un poco incomprensible,
misteriosa, como si se tratara de un secreto, confidencialmente, como si fuera una
información clasificada para pocos.
Puede que los
integrantes habituales de la reunión intervengan en la exposición con alguna
pregunta o con alguna respuesta.
Si alguien del
lugar se encuentra a tu lado, es probable que cada tanto te aclare, con dos o
tres palabras, algo de lo que se está exponiendo si advierte o considera que
puedes tener alguna duda. O tal vez tan sólo te hable movido por el entusiasmo
del discurso y de tu presencia.
Es importante que
te des cuenta que, normalmente, estás en el lugar por tu propia voluntad. Por
el fruto de una invitación de un ser querido o conocido, o motivado por un
anuncio muy interesante sobre un tema que te atrae, o por la necesidad de
escuchar algo que te saque de alguna forma de dolor personal.
Como sea, no estás
allí contra tu voluntad.
No es extraño
entonces que encuentres atrayente la reunión, la gente y los enunciados
expuestos.
Si ello no
sucediera, esperarás a que termine o te retirarás pronto, sin más demoras. No
te interesó y entonces vuelves a lo tuyo.
Pero si la charla
te atrae, si la gente del lugar te resulta particularmente afectuosa, si los
enunciados, las propuestas, las ideas que se exponen tienen alguna semejanza
con tus actuales puntos de vista, y más aún: si el mensaje escuchado toca tu
corazón en un momento muy particular de tu vida (una pérdida, una separación,
una enfermedad, un fracaso, etc.), si estás pasando por un momento difícil,
entonces es muy posible que vuelvas al lugar, que te vincules con su gente, que
sientas que allí encontraste lo que necesitabas.
Seguramente,
estarás pensando que sería maravilloso que algo así nos suceda cada vez que
necesitamos ayuda, comprensión, guía, amor genuino.
No te diré que sea
imposible.
Hay grupos de
personas verdaderamente solidarias hacia otras, sin ningún interés económico ni
segundas intenciones ocultas. Pongamos por caso: los bomberos voluntarios; los
grupos de autoayuda para drogadictos, suicidas, alcohólicos, enfermos
terminales; grupos comunales que organizan comedores para niños o grandes
indigentes; e importantes comunidades religiosas que brindan su solidaridad no
sólo entre ellos mismos sino también hacia otros ajenos a su fe.
Pero debes tener
presente que también hay quienes se aprovechan de nuestra necesidad de amor,
compañía, identidad, sólo para su propio interés materialista.
Entonces, en este
mundo tan necesitado de amor, donde tenemos que estar tanto tiempo separados de
nuestros seres queridos, donde la lucha por la subsistencia nos agota, no
podemos darnos el lujo de dejar de pensar en hacer lo mejor para nosotros.
¿Y de qué forma
podemos hacer lo mejor para nosotros?. Pensando lo que hacemos, lo que hicimos
y lo que vamos a hacer.
En medio de tanta
confusión que suele invadirnos, no podemos permitirnos estar confundidos.
Tenemos que
aprender a reconocer lo verdadero de lo falso.
Hay señales que
delatan a los que pretenden defraudarnos y debemos prestarles toda nuestra
atención.
Sus
características, habitualmente, no se hacen visibles en los primeros contactos;
pero a poco de asistir con cierta frecuencia comenzaremos a entrever algunas de
las siguientes particularidades:
·
Hay un líder que
sustenta una autoridad especial.
·
El líder
acostumbra tener la última palabra.
·
Es visto como
alguien que está por encima de los miembros de la organización, sin posibilidad
de discrepar con sus criterios.
·
Quizá hay una
elite de personas en los que se depositan todas las decisiones del grupo.
·
Se pregona que el
grupo está por sobre el individuo.
·
Se procura obtener
bienes materiales de los miembros del grupo.
·
Se determina qué
es una buena compañía y qué una mala, llegando al extremo de pensar que
cualquiera que no es del grupo es peligroso.
·
Se determinan las
lecturas, los espectáculos, los gustos y las formas de vestimenta y
comportamiento general de los integrantes del grupo.
·
Se dictamina que
uno de los objetivos principales es buscar nuevos adeptos.
·
Se incita a los
miembros a considerar su misión como la más importante, al extremo de
representar un elemento vital para la salvación del mundo.
·
Se tiende a
separar. Si hace falta se invitará a dejarlo todo para salvarse dentro del
grupo, porque la verdad y la salvación están allí.
Hay más cosas
posibles.
Imaginemos que nos
dan una publicación que utilizan los integrantes del grupo para el estudio de
sus ideas o creencias:
·
¿Están sus
párrafos identificados con números o letras que se corresponden con preguntas
impresas al pie para que luego de leer, respondamos?.
·
¿Acaso, sin que estén
numerados los párrafos, se advierte que tras cada uno de ellos se inserta una
pregunta vinculada a la oración precedente?.
·
¿Suelen estar
diagramados los textos y el cuestionario de tal manera que no haya otra
posibilidad que una sola respuesta?. Por ejemplo: “Nuestro Líder, con la
claridad de sus palabras y constante ejemplo de vida, nos invita a sumarnos a
su misión, y nosotros siempre somos conscientes que esa es nuestra obligación”.
Preguntas: “¿Qué caracteriza a nuestro líder?; ¿Cuál es nuestra obligación frente a las palabras y el ejemplo de
nuestro líder?; ¿De qué debemos ser
siempre concientes?”.
Otro elemento a
considerar: La organización vende a sus integrantes material bibliográfico
(libros, revistas, folletos) a un precio levemente inferior a los del mercado.
Sin embargo, dispone de locales propios o cedidos sin cargo (no alquila); tiene
subsidios otorgados por el estado o aportes de sus propios miembros para
enfrentar gastos de mantenimiento; la mano de obra para la elaboración del material
es brindada por algunos adeptos sin cargo, como una contribución voluntaria; la
cadena de distribución es gratuita ya que la efectúan los propios seguidores;
todo lo que se imprime se vende porque todo lo compran los integrantes que lo
revenderán o lo regalarán a personas interesadas que quizá se sumen mañana.
Entonces, hay una
ganancia sustancialmente mayor que la que acompaña a una editorial de libros o
de revistas que paga alquileres, operarios, mantenimiento, distribuidores,
publicidad y no vende todo lo que imprime. ¿Quién rinde cuentas de lo que se
hace con lo que puede significar una monumental ganancia?; Si esa ganancia es
derivada para ayuda a la comunidad ¿Quién y cómo verifica y da fe de este acto
altruista?.
Hay mucha
confusión en el mundo. Que no te confundan.
Todos debemos
encolumnarnos atrás de la búsqueda de la Verdad no de personas que digan
tenerla.
Las ideas están
para ser escuchadas o leídas, pero todas deben ser: meditadas, pensadas,
razonadas. No podemos dejar librado al azar nuestro destino.
Tenemos todas las
neuronas que necesitamos para pensar con seriedad, con responsabilidad,
haciéndonos cargo de nuestros pensamientos y resoluciones.
No debemos
permitir que se aprovechen de nosotros. Debemos ayudar a que este sea un
criterio general.
Por eso, debemos
trabajar juntos para favorecer el crecimiento de la Verdad y de la Justicia
sobre la base de nuestro abnegado esfuerzo personal y conjunto, respetando la
diversidad de ideas, trabajando sobre los acuerdos alcanzados, respetándonos
los unos a los otros sinceramente, con actos concretos de entendimiento y de
convivencia.
Otro mundo mejor
para todos es posible y no depende de unos pocos iluminados o unos genios o un
milagro. Un mundo mejor para todos es el fruto del trabajo de todos,
interesados siempre en la Verdad y en la Justicia.
¿BIENESTAR O ARMAMENTOS?
En una nota
elaborada por el Sr. Enrique Valiente Noailles, para el periódico argentino La
Nación, leí las palabras del ex presidente de Costa Rica y Premio Nobel de
la Paz, Sr. Oscar Arias Sánchez, en alusión a los gastos en la industria
armamentista.
Él pregunta: -Cuando
llora de hambre un niño en medio de la noche, ¿En vez de leche habremos de
darle armas?-.
Luego, se dirige
al presidente del Banco Mundial, Sr. James Wolfensohn, presente en el lugar, y
lo exhorta a que los organismos de financiamiento internacional vean la
posibilidad de analizar cuánto destinan al presupuesto militar aquellos países
que piden créditos.
El Sr. Wolfensohn,
al subir al estrado, abraza con complacencia la idea expuesta por Arias, y lo
invita a presentarla ante los cinco países más poderosos del planeta.
¿Se habrán
reunido?. Cuando eso suceda, ¿Tendrá éxito la idea de Arias?. ¿Se reducirá el
financiamiento otorgable a los países que tienen enormes gastos en industria
armamentista?.
Luego, el
necesario desmantelamiento de la producción de armas ¿Es un elemento suficiente
para erradicar la pobreza?.
Todos comprendemos
que la respuesta es compleja.
Hace algún tiempo
leí un sucinto informe de Thalif Deen, Naciones Unidas, de Enero de 2002, para
IPS (Inter Press Service). Da cuenta que, según el Banco Mundial, “aproximadamente
1200 millones de personas viven con menos de un dólar por día, y casi 3000
millones viven con menos de dos dólares diarios”.
Esto significa que
alrededor de tres cuartas partes de la humanidad vive muy mal, si es que se
puede llamar “vivir” a ese cotidiano padecer.
Como indica un
estudio de la Organización de las Naciones Unidas: “La pobreza es una razón
importante de que los bebés no sean vacunados, de que no haya agua potable ni
saneamiento, de la escasez de fármacos y otros tratamientos y de que las madres
mueran durante el parto”.
Los problemas de
desigualdad, marginación, pobreza, y a raíz de ello de enfermedad,
desnutrición, falta de educación, muerte prematura, etc., no son nuevos.
Acompañan a la humanidad desde su origen.
Los seres humanos
somos mucho más voraces de lo que sospechamos.
Si tenemos
presente que, como señalan algunas teorías científicas, los dinosaurios podrían
haber desaparecido como consecuencia de la aparición en escena del hombre,
tenemos una vaga idea sobre nuestra capacidad de dominio y de destrucción.
De hecho podemos ver
que, siendo seres tan débiles y desprotegidos durante los primeros años de
vida, llegamos hasta aquí prevaleciendo sobre las demás especies.
El desarrollo del
cerebro ha tenido mucho, muchísimo que ver en ello.
Pero la
inteligencia ha sido una herramienta ocupada en buscar la forma de prevalecer
los unos sobre los otros.
En cambio, la
inteligencia debe ser una herramienta para buscar el bien común.
Somos altamente
inteligentes. Podemos lograr ser altamente felices.
Oscar Arias
Sánchez preguntó: -Cuando llora de hambre un niño en medio de la noche, ¿En
vez de leche habremos de darle armas?-.
James Wolfensohn
se mostró interesado en encontrar una respuesta.
Todos debemos
empezar a buscar respuestas a tantas preguntas dolorosas que asolan este
planeta.
Estoy totalmente
seguro que hay muchos oídos que comenzarán a escucharnos complacidos.
NO SUEÑES, PIENSA.
No se trata de
querer cambiar todo de golpe. Se trata de tener presente las cosas a cambiar y trabajar
metódica y persistentemente sobre ello.
No se trata de
soñar un mundo mejor. Se trata de planificarlo y realizar, en forma
sistemática, todos los pasos necesarios para crearlo, para hacerlo real.
No es suficiente desear
que todos nos unamos. Tenemos que empezar a convertirnos en personas que se
acercan unas a otras para trabajar unidas.
Mi empleo de los
términos “metódico”, “sistemático”, “persistente”, no es casual. Es imposible,
repito imposible, alcanzar un objetivo sin esos elementos.
Resumidamente puedo
decir que: Sólo luego de haber determinado un objetivo preciso, fijado una
forma ordenada de proceder y trabajado constantemente, se logra lo que se desea
alcanzar.
Para hacer una casa
se diseña un plano, se construye una base firme, se levantan paredes y techos,
se colocan puertas y ventanas. Todo controlando que cada paso se realice de
forma correcta para asegurar el resultado final.
Además, en la
construcción de una casa, cada cual realiza la tarea que le es propia: Los
albañiles levantan paredes, el electricista instala la luz, el plomero el agua,
el gasista el gas, el pintor embellece las paredes, etcétera. Si no fuera así
el resultado podría ser catastrófico.
Del mismo modo se
procede con la transformación del planeta: Cada cual trabajando especialmente
en lo que sabe sin perder de vista el objetivo común.
Toda esta
planificación, cuidados y trabajos, son aplicables para el objetivo de
transformación de la Tierra.
Se deben realizar
reuniones periódicas para establecer puntos en común y trabajar sobre ellos.
Las reuniones
tienen que ser de dos tipos: Unas formadas por personas con un propósito
específico atinente a su ocupación y al tema que mejor dominan. Otras con la
unión de grupos diferentes para ver avances y renovar el objetivo común que es
transformar la Tierra en un lugar para todos, con Verdad y con Justicia.
Debe procurarse la
construcción de grupos donde cada integrante comprenda que todos tenemos que
pensar y trabajar y “no hay un líder por sobre el resto”.
Esto último es muy
importante: “no hay un líder por sobre el resto”. Esto es una
prevención contra cualquier intención de dominio de un grupo de personas para
fines egoístas; esto ayuda a evitar la formación de una secta o sea de un
conjunto de personas obedeciendo los dichos de alguien considerado por encima
del resto.
Siempre habrá quien
sobresalga; nunca deberá ser considerado por sobre los demás.
Todos deben ser
valorados por igual.
En todo grupo hay
diversidad. Esto no debe permitir que aquel o aquellos que sobresalgan por
algún talento en especial pretendan transformarse en conductores autorizados.
El que sea más
inteligente o capaz que ayude al resto a mejorar sus capacidades.
Que aquel que sea más capaz se maneje con humildad recordando que es tan
sólo una persona más en el grupo y en la Tierra.
Que todos estén
siempre atentos para no permitir que alguien intente ponerse por encima del
resto.
Todos debemos
liderar este cambio, “para siempre”, en nuestro planeta. Todos,
absolutamente TODOS.
El autor del
presente trabajo también está sujeto a estas premisas.
No hay nadie
especial entre nosotros. Todos somos uno.
REFLEXIÓN SOBRE UNA CASA
Se
afirmó sobre la parcela
más
sólida del terreno,
plantando
allí sus pies
de
piedra, acero y cemento.
Desde
entonces se irguió despacio,
con
ladrillos y argamasa
cabalmente
tejidos,
hasta
alcanzar la altura
que
su función prescribe.
Se
cubrió de tejas
contra
el sol y la lluvia,
y
amplió su propio espacio
con
puertas y ventanas.
Puedes
verla maciza,
inamovible,
fuerte.
Así
debiera obrarse
en
la hechura de un hombre:
trabajar
sobre firme,
de
abajo para arriba;
dejaríamos
de ser
tolderías temblorosas.
Me imagino a DIOS preguntando:
-¿Cuándo oiré
decir que ya no quieren trabajar a favor de la injusticia?.
¿Cuándo se
devolverá aquello que fue robado aprovechándose de la miseria o la ignorancia
humanas?.
¿Cuándo termina
para siempre la asociación de los que causan dolor?.
Es ahora, es inminente-.
TODO CAMBIO SE ENFRENTARÁ A RESISTENCIA.
En el capítulo 8
del libro “Los dragones del Edén”, de Carl Sagan, puede leerse esta
maravillosa reflexión: “Por regla general, las sociedades humanas no son innovadoras,
sino más bien jerárquicas y ritualistas. Cualquier sugerencia de cambio se
acoge con recelo, ya que implica la incómoda transformación futura del ritual y
la jerarquía imperantes (...). Sin embargo, llega un momento en que es preciso
que las sociedades cambien”.
Carl Sagan veía dos
alternativas respecto del futuro de la humanidad: o cambiamos todo lo necesario
o la humanidad dejará de existir como fruto de su inacción.
Cualquier persona
que haya tomado conciencia respecto del enorme potencial de destrucción que
implica, por ejemplo, el armamento nuclear que hay en la Tierra, sabe
perfectamente que todo puede terminar mal. No podemos permitirlo y no debemos
permitirlo.
Pero no es lo único
malo que pasa.
Ahora estamos más
informados sobre los graves daños ecológicos que se produjeron a lo largo de
las últimas décadas y que aún continúan: contaminación del agua y del aire,
disminución de la capa de ozono, efecto invernadero, tala indiscriminada de
árboles, desinterés por aumentar las áreas verdes en el planeta, accidentes
nucleares, etcétera.
Muchos gobiernos se
desentienden de su obligación de ponerle límites a las empresas que nos
destruyen nuestra única casa, la Tierra.
¿Acostumbra Usted
permitir que alguien defeque en el medio de su dormitorio?. Seguro que no.
Frente a estos temas, tiene que llegar a ser una costumbre diaria impedir esta
destrucción.
¿Ha tenido Usted
conocimiento o intuye que se instigan revueltas y guerras terribles, por amor
al poder, por comercio, para apoderarse de lo que los pueblos tienen y hasta
por abominables interpretaciones de supuestas profecías divinas?.
Si algo de esto es
así, debemos oponernos.
Estas cosas y
muchas más pasan en nuestro planeta. Seguirán pasando si no hacemos algo ahora
mismo, de manera rápida pero también organizada, inteligente e “incorruptible”.
Hay muchos
intereses en juego. Los cambios son difíciles no sólo porque las
mayorías se acostumbran a vivir como las dejan vivir sino porque,
además, afectan muchos intereses.
Si hay dirigentes, empresas y personas en general que obtienen poder y
ganancias gracias a la continuidad de estos procesos destructivos del planeta:
¿Cómo entenderán que es necesario acabar con ellos en beneficio de la
humanidad?.
Yo no apoyo procesos violentos. Lo repito: Yo no apoyo procesos
violentos.
Yo no aliento la violencia como camino hacia el cambio.
Decía Gandhi, y lo comparto: “La no-violencia es el primero y el último
artículo de mi fe”
Pido a todos que pensemos unidos métodos inteligentes, pacíficos,
constantes, incorruptibles, organizados, simultáneos y globales para modificar
el actual estado de situación.
Los seres humanos,
a lo largo de nuestra evolución, nos sobrepusimos a muchas catástrofes.
Nuestra sed de
permanecer, de vivir, no nos dejó caer los brazos. Pero si no hubiéramos
utilizado nuestra inteligencia a pleno, nuestro deseo de supervivencia no
habría bastado.
Sólo el uso
adecuado de nuestra inteligencia nos permitirá sobrevivir a este siglo. Y
cuando digo inteligencia no me refiero exclusivamente a una cuestión racional.
Hablo de ser inteligentes para planificar,
organizar y también para fortalecernos en la práctica de valores éticos al
servicio de la humanidad.
Cada uno de
nosotros, cada mujer y cada hombre, debemos llegar a ser todas las mujeres y
hombres del planeta. Ser UNO. Sin duda, no todos serán parte del UNO pero... la
unión de miles de millones de habitantes de la Tierra hará posible el cambio.
Recuerda: No hay
líderes.
La consigna es:
todos unidos cumpliendo cada uno su papel.
SINÓNIMO TIERRA HOGAR
Contaminaron
con petróleo
los
mares, los océanos
y
arrojaron inmundicias a los ríos;
de
haber sucedido
en
el tanque de agua de nuestra casa
gritaríamos
furiosos.
Arrojaron
gases invisibles,
ponzoñosos,
en el aire,
y
dañaron el ozono,
y
elevaron el calor global;
de
haber sucedido
en
nuestras propias habitaciones
reaccionaríamos
enérgicamente.
Talaron
sin medida,
sin
reparo, sin amor,
los
árboles, los bosques;
de
haber sucedido en nuestro jardín
preguntaríamos:
-¿Con qué derecho?-./span>
Pusieron
en peligro de extinción
a
decenas de peces, de pájaros,
de
animales terrestres;
de
haber lastimado a nuestra mascota
conocerían
nuestro enojo.
Almacenaron
centenares
de
explosivos nucleares
por
distintos continentes,
poniendo
en peligro la tierra;
de
haber pretendido minar
nuestra
propia casa,
los
obligaríamos a erradicar
hasta
la última bomba.
Quiera
DIOS y quieras Tú que falte poco
para
que Tierra y Hogar sean sinónimos,
y
empecemos a gritar furiosos,
reaccionemos
enérgicamente,
preguntemos:
-¿Con qué derecho?-,/span>
mostremos
nuestro enojo,
y
los obliguemos a erradicar
hasta
la última bomba.
Aunque, probablemente, por su corta edad
no logren entenderlo por completo, compuse este trabajo pensando en Ustedes:
las Niñas y los Niños de este planeta Tierra.
Lo que deseo decirles, está dicho en
cada enunciado.
Lo que pienso sobre la responsabilidad
de los adultos, también.
Nosotros,
los mayores, siempre estamos vinculados de alguna forma con Ustedes. No
solamente siendo sus padres. También siendo sus: hermanos, abuelos, tíos,
primos, vecinos, maestros, científicos, artistas, militares, gobernantes, y
muchos roles más.
En cualquier lugar que ocupemos, lo que
hagamos y lo que dejemos de hacer, influirá en Ustedes.
Sepan que no nos estamos ocupando de
muchos temas urgentes, dolorosos, preocupantes, fruto algunos del egoísmo,
otros de la sinrazón, otros de la incapacidad... Y ¡Quién sabe cuantas razones más!.
Y se amontonan pilas de problemas sin
resolver en esta única casa que tenemos y que se llama Tierra.
Permitimos la destrucción de los
recursos naturales del planeta donde Ustedes viven y vivirán; arruinamos la
tierra, el agua y el aire.
No encontramos el modo de desterrar la
guerra; y mueren muchos por la irresponsabilidad de unos pocos.
Dejamos que nos obliguen a dedicarle más
horas a la producción que a los hijos.
El alcoholismo y la drogadicción avanzan
sobre nuestras comunidades.
Tal como camina el mundo, les dejaremos:
guerras, sobre-población, índices altísimos de pobreza, analfabetismo y
enfermedad, selvas arruinadas, efecto invernadero, capa de ozono dañada, más y
más horas de trabajo cada día hasta que ya no recuerden qué es la familia;
drogas y alcohol con un letrero informando que es perjudicial.
Los adultos, tenemos que construirles un
mundo mejor.
Un mundo mejor “para todas las niñas y
niños de la Tierra”; ese debe ser nuestro objetivo.
No pretendo, ni me parece necesario, un
desenfrenado aluvión de marchas y protestas. No.
Sí me parece necesario empezar,
urgentemente, a trabajar unidos y convencidos, por una Tierra mejor. Aprender a
convivir, compartir, dialogar, escuchar, respetar, amar con inteligencia.
En el Informe Anual 2002 del UNICEF,
pueden leerse unas breves y elogiables palabras del Sr. Kofi A. Annan,
Secretario General de las Naciones Unidas. Quiero transcribir una pequeña parte
de ellas: “Nuestra misión en el siglo
XXI es colocar a los seres humanos en el centro de todo lo que hacemos; es
preciso comenzar con los niños y las niñas, quienes tomarán el relevo más
adelante... Sólo así podremos lograr un mundo en paz y más equilibrado”.
Quiera DIOS que este humilde trabajo
pueda ayudar.
Reciban mi más fuerte y cálido abrazo.
(*) Este texto ha
sido adaptado para el presente trabajo. Corresponde al prólogo para un trabajo
integrado por un conjunto de poemas y un cuento infantil, titulado “POEMAS PARA TODAS LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS DE LA TIERRA”, publicado
en Internet y de libre distribución.
Esa
niña tendrá
alrededor
de once años.
Su
rostro todavía es puro,
su
cuerpo se ve delgado.
La
miro desde el autobús,
su
pelo es castaño y lacio;
viste
campera de nylon
y
un jean azul despintado.
Vaga
errante por la acera
y
a aquel que pasa a su lado
le
pide alguna moneda.
La
niña está mendigando.
Si,
esa niña tendrá
alrededor
de once años.
Su
rostro todavía es puro,
su
cuerpo parece intacto.
¿Cuánto
le queda al pimpollo
de
su rosa, aún cerrado,
para
que a humillarlo vengan
perversas
y sucias manos?;
¿Cuánto
tiempo pasará
pobre
y sin perder su encanto?;
¿Cuánto
tardará en venderle
a
un chacal su cuerpo santo?.
¿Perderá
el mundo a una niña
inocente
de once años
porque
hay pobreza, señores,
y
nadie se está ocupando?.
Veo
muchas niñas y niños
por
las calles suplicando
por
míseras moneditas
o
por un magro bocado.
Sucede
esto en mi país
y
en el tuyo, en muchos lados.
Esto
que pasa en la Tierra
no
debiera estar pasando.
Si
me estás oyendo, piensa:
es
momento de hacer algo,
que
hay niñas y niños pobres
sedientos de nuestros
brazos.
Este trabajo no
pretende ser una obra acabada.
No lo concebí como
un manual donde recabar información sobre lo que hay que hacer.
No soy el maestro
de nadie; nadie lo es. Tengo mucho que aprender; todos tenemos.
El objetivo de esta
obra es: Invitar a los lectores a reflexionar sobre la importancia de
buscar la Verdad y trabajar por ella en todas las cosas.
La Verdad sobre nosotros mismos, individualmente, sobre nuestros deberes y
derechos, sobre el uso que damos a nuestra capacidad intelectual y sobre
nuestras acciones con vistas al futuro de la humanidad.
Una invitación a
revisar la Verdad sobre nuestros valores, creencias, ideales, filosofías; no
para la anarquía o el caos, sino para ajustarnos lo más posible a la realidad y
cuestionarnos si en algunas cosas no es hora de empezar de nuevo, alejándonos
de toda fantasía y apostando a la Verdad aunque duela.
A tomarse el
trabajo de pensar y distinguir entre lo verdadero y lo falso; en otras
palabras, a reconocer cuando nos mienten o nos mentimos, como un paso
fundamental para ser realmente adultos responsables.
Luego, si ese
camino hacia la Verdad es andado con constancia, con humildad, combinado con un
necesario respeto a la diversidad y un trabajar juntos aunque estemos
separados, se podrá aspirar a un segundo propósito: la Justicia.
Habiendo repensado
adecuadamente nuestros valores, nuestras ideas, nuestras necesidades, nuestro
futuro, nuestro accionar conjunto como habitantes de un único país llamado
“Tierra”, podremos alcanzar mayor eficacia en la práctica de la Justicia.
Tendremos mejores herramientas para la construcción definitiva de un mundo con
mejor distribución de las riquezas, erradicando la pobreza, el hambre, las
enfermedades, el analfabetismo, la guerra.
Podremos entender
que ser distintos, pensar diferente, suele ser una cuestión a veces momentánea,
a veces de lugar, de culturas, pero nunca una razón suficiente para vivir
separados, desunidos, fragmentados.
Y si aprendemos a
amar la Verdad y la Justicia, entonces y sólo entonces, habrá verdadera Paz en
nuestra única casa, la Tierra.
Quiero reiterar
algunas cosas que expresé anteriormente pues no quiero correr el riesgo de
algún malentendido.
Yo, Daniel Adrián
Madeiro, que DIOS sabrá por qué tuve desde siempre tantos deseos de
poder escribir todo esto; yo, que corro el peligro de ser considerado por toda
esta exposición como un tonto soñador, un idiota, un embaucador, un delirante,
un vanidoso, o mil cosas más;
yo deseo que se
sepa que:
·
No escribí esto porque me considere a mí mismo un iluminado, un mesías o
cualquier otra exaltación de la figura humana a un lugar ajeno al sentido
común. Quien pudiera pensar eso se equivoca rotundamente. Yo no puedo cambiar
el mundo, Tú no puedes cambiar el mundo; pero todos juntos podemos cambiar el
mundo. Esa es mi idea. Yo creo profundamente en que lograremos ser rescatados
de la destrucción tomando conciencia de la unidad que debemos ser.
·
Sólo soy una persona como cualquier otra que desea aprovechar su modesta
habilidad para escribir, con el objeto de prestar su aporte a la sociedad
humana, utilizando también para ello el maravilloso vehículo de comunicación
que representa la Internet.
·
No apoyo, bajo ningún concepto, movimientos violentos, no pacíficos. Sólo
la no-violencia, el constante ejercicio de la inteligencia, apoyada en la
búsqueda de la Verdad y de la Justicia es el camino hacia la Paz.
·
No creo en la necesidad de gestar nuevas organizaciones. Con eso estoy
diciendo que este escrito no está pensado para que alguien venga a decir que
hace falta crear alguna institución que dirija o supervise esta utopía mía. Hay
suficientes organizaciones en el planeta y cada día surgen otras nuevas. Me
parece mejor camino el “uno mismo”. “Uno mismo” siendo el representante de esta
búsqueda de la Verdad. “Uno mismo” siendo como una organización que trabaja
todo el tiempo por la Verdad y la Justicia desde su propio lugar. “Uno mismo”
colaborando con las organizaciones mundiales que considere más serias para
sumarse a sus propuestas de erradicar la injusticia, el hambre, la pobreza, la
enfermedad, el analfabetismo, la guerra. “Uno mismo” aprendiendo día a día a
unirse a otros “uno mismo”, con respeto mutuo, para ver el modo de aplicar sus
inteligencias a favor de la concreción de un planeta Tierra para todos, con
personas Veraces, Justas, Pacíficas y disfrutando de Paz.
·
No persigo fines económicos con este trabajo ni busco favorecerme
personalmente logrando alguna forma de fama o publicidad. De todos modos, si
esto último sucediera sería un posible indicio de que este trabajo puede ser de
utilidad. Por ello mismo, hice la aclaración al principio (ver “Léalo le
interesará” y “Jamás la vendas ni la compres”) para que esos faltos
de honra y vergüenza que siempre andan hurgando por allí, se abstengan de
aprovecharse de otros y para que todos sepan que esto es Gratis para siempre.
En tal sentido quiero invitar a aquellos que encuentren provechoso para sí mismos
y otros este escrito que se cuiden constantemente para no corromperse y no
vincularse a los corruptos. Donde hay corrupción no prosperan la Verdad ni la
Justicia.
·
Finalmente, y vinculado al punto anterior, no puedo dejar que este escrito
sea anónimo. No porque me entusiasme la aparición de mi nombre sino porque,
como todas aquellas cosas que bien o mal se hacen en pos de un humilde fin
altruista, se corre el riesgo, si tiene éxito, de ser tomado por algún
inescrupuloso para su propia ganancia personal. Y así, lo que pudiera ser algo
provechoso resulta una puerta abierta a los profanadores de los ideales
humanos.
Alejandría
me guardó
el
saber de sus hijos
y
sus anaqueles me mostraron
el
cielo de Babilonia.
¿Cómo
crecería un hombre nuevo
si
los viejos ocultaran su saber? ;
¿Cuántas
veces habría que empezar
si
los de ayer no dejaran huellas?.
Comprendí
mi deuda
de
hombre con los hombres:
Soy
por lo que otros del ayer
hoy
me enseñaron.
Trazaré
un mapa
con
un millar de estrellas
y
se sabrá mañana
su
lugar, brillo y tamaño.
La
finitud es nuestra,
mas
la obra continúa;
quizá
sirva al futuro
saber de nuestros pasos.
(*) Hiparco de Nicea
(-190 al -120 aprox.). Es considerado
por muchos como el mayor de los astrónomos antiguos. Consciente de haber tenido
acceso a la ciencia gracias al trabajo de sus predecesores, entendió la
importancia de hacer las cosas en interés de la posteridad.
EL MILAGRO SE LLAMA: “TOMAR CONCIENCIA Y TRABAJAR POR UN MUNDO
PARA TODOS”
¿Quieres saber qué
deseo que pase con este mensaje?.
Que su divulgación
tenga un crecimiento exponencial. Dicho en otras palabras, que su difusión por
todo el mundo aumente a un ritmo cada vez más rápido.
Por ejemplo, tú lo
transmites a dos personas, ellos a su vez a otros dos cada uno, haciendo un
total de cuatro destinatarios; estos a su vez igual sumando ocho nuevos, y de
esa forma duplicándose constantemente.
A simple vista,
este parece un método suficiente para llegar con este mensaje a todo el planeta.
Pero no es así, y es mejor tener una visión lo más objetiva posible sobre la
realidad. No debe desanimarnos. Por el contrario debe ser un elemento de ayuda.
El entusiasmo sin
fundamento es malo. Sólo se puede cambiar la realidad cuando se la conoce.
Decía que no es tan
simple llegar a todos. Veamos: Alrededor de una quinta parte de la humanidad es
analfabeta; están imposibilitados de leer el mensaje. Esta es una barrera a
vencer, pues si se demora su alfabetización se atrasa el proyecto del mensaje.
Es necesario
trabajar juntos para superar esta limitación y encontrar formas alternativas de
comunicación apropiadas para estas personas.
Por otro lado,
muchos de los que leen y escriben no tienen acceso a la información (vía
Internet, libros, televisión, radio, diarios, folletos, etcétera) por razones
económicas o de falta de desarrollo tecnológico en su país, o porque sufren
gobiernos que censuran mensajes que consideran inconvenientes a sus propios
fines.
¿Qué harás en estos
casos?. Aún falta ver algo más.
Entre quienes
pueden recibir y leer la información, también habrá un alto porcentaje que
necesite ayuda para comprenderla y ponerla en práctica, y otros a los cuales no
le interesará.
Como puedes ver, no
se trata solamente de divulgar el mensaje. También hay que enseñarlo,
repetirlo, vivirlo. Hacerlo parte de la vida diaria hasta transformar sus
propuestas en realidad permanente y generalizada, con el trabajo persistente de
todos.
A esto debes
sumarle, que debemos imprimirle la mayor velocidad posible a este objetivo de
cambio mundial de la mentalidad: todos al servicio de todos.
Conclusión: Después
de leer este trabajo debes tener muy claro que está en tus manos la
transformación.
El valor de este
escrito está sujeto a lo que cada mujer y cada hombre hagamos.
Tenemos que cambiar
para que todo cambie.
Es razonable que
durante tu infancia te gustara más jugar que cumplir tus obligaciones; también
que alguien se hiciera responsable por ti.
Si ya eres una
mujer, si ya eres un hombre, te invito a hacerte cargo de tus obligaciones
contigo y con la Tierra.
¿Cuánto tiempo
llevará?. Depende de cuánto logremos desarrollar una inteligencia respetuosa y
solidaria, y del empeño que pongamos cada día.
No descanses ni
permitas que tu ánimo decaiga, hasta lograr que el trabajo diario a favor de la
Verdad y de la Justicia en la Tierra sea un Interés de todos, por un planeta
para todos.
Usted puede
escribirle al autor a:
Madeiro@Tutopia.Com
Demos_Amor_al_Mundo@Yahoo.Com.Ar