"EL
RINCON DE LOS TROVADORES"
Autor
Invitado:
"Alfarero"
(Poeta
español)
Su obra:
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El pescador y el mar ( poesía en prosa )
Nos deja la tarde en el camino,
sueñan los retoños y campanas
y las aves con el rastro peregrino,
bendiciendo así nuestras miradas
para dejar atrás los viejos años.
Moldes distraídos e invisibles,
salvajes vientos
con alto intenso suelo
viajando en pequeños remolinos,
recorriendo suaves con adornada ligereza
en horizontal espuma de figurada gentileza.
Se apartan entonces,
los cabellos de los rostros
y el tiempo detiene su mirada
cuando se sujetan con fuerza nuestras manos
del asidero de la vida.
Y llega la gambeta contra olas
de la silueta negra,
es la solitaria garza
en el trasfondo infinito:
- Teatro de la tarde -
mostrando danza lenta,
lanzando blancas redes
para atrapar del cielo
perlas blancas y trilladas,
temblorosos algodones de algún fanal intenso
con ciertas llamaradas que dejara: - La retina -,
astro alguno en aquel cielo
es el triste despertar
la amada noche,
que nunca él podrá tocar.
- ¡Que no limpien luz nuestras pupilas! -.
Jícama reloj.
Aquí estoy,
con lluvia de palmeras,
sos agua dulce
y yo te quiero, sin un reloj,
así, así,
en una hora,
con el labio que no implora.
Aquí estoy,
jugando como un tuerto,
buscando el alfil que se me esconde,
cuando abrazas, preguntando
si es beso
así, así,
aquella ola que va en marcha
cuando deja oculto un cangrejo
en baja arena.
Caminando contigo en la cantera,
aquí estoy,
buscando una salida, estoy perdido,
así, así,
en una rosa,
y la madrugada que es sola,
siempre espera.
Detrás de tu reflejo,
lejo bosque, rey de sombras,
allí estoy, sos un viejo,
así, así,
en la vereda,
y te reviertes en bosquejo.
Perdona,
ha sido una mala broma,
mañana me voy contigo,
germinando primavera.
Barrilete.
Con el viento, tan caliente
Va volando, ya sin hilos.
Lleva el corazón,
para morir dormido,
cuando cae
de nuevo sobre el bosque
arrastrado en profundo azul.
lánguido océano,
metrónomo, sin tinieblas.
Cita con la noche.
Cientos de pájaros
vienen del sur,
se escuchan
levitando tan quedos;
más bien susurrando:
- verdes alas tienes -.
Acompañan los vientos candentes,
efímeros ríos padecen de mar,
vuelan sedientos,
buscando las manos de abriles conversos,
atraviesan la loma y la peña,
y de nuevo otra peña y la loma.
Ante la mirada del sol muy atento,
la tarde espera comerse los restos:
- has llegado a la hora puntual.