» LA INFANCIA DE
CHARLY
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Charly
siempre dice que Carmen, su madre, no recuerda a qué hora nació. “No
sé – suele comentar ácidamente – creo que estaba muy ocupada con
otras cosas”. Pero Carmen sí que se acuerda, o por lo menos otorga un
dato preciso: Carlitos nació a las 12.50.
Carlitos era un niño hermosísimo. Distintas fotos familiares nos
lo muestran como un bebé robusto y con una simpática serenidad en su
rostro. Primogénito, gozó de la exclusividad de los mimos paternos
hasta que llegó su hermano Enrique, a los dos años. Después arribarían
a la familia Daniel y Josi.
Carlos Jaime García Lange, papá de Charly o Carlitos, venía de una
familia adinerada, por lo que sus hijos estaban destinados a crecer en
un hogar en donde los problemas económicos no existían. Es más: cada
uno llegó a tener su propia habitación, su niñera personal, un cuarto
de juegos y otro de costura para Carmen.
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Los primeros años de
su infancia, transcurrieron casi "entre algodones", en el seno
de una familia típica porteña de clase media-alta. Su padre, en ese
tiempo, era un importante industrial, pero años después, una serie de
malos negocios, mezclados con una especie de persecución política, lo
llevaron a la ruina, por lo que se vio forzado a volver a ejercer la
docencia (era profesor de física y matemática) al tiempo que su
madre tuvo que salir a trabajar para mantener el hogar.
La vocación musical del pequeño Carlitos comenzó a gestarse cuando
los papás le regalaron un pianito de juguete al que muy pronto comenzó
a sacarle sonidos articulados, rudimentarias melodías que asombraron a
sus padres convenciéndolos de que esa inquieta criatura de apenas tres
años tenía una natural disposición para la música. Así fue que lo
llevaron a la casa de un vecino que tenía un piano y lo sentaron frente
al instrumento. Quedaron atónitos cuando Carlitos comenzó a tocar como
si hiciera meses que practicaba. Se trataba, sin dudas, de un prodigio.
Durante un tiempo, el precoz talento siguió con su juguete predilecto
hasta que en el año 1956 lo inscribieron en el conservatorio Thibaud
Piazzini, en el que inició sus estudios de música con la profesora
Julieta Sandoval, una docente estricta y rigurosa. Con apenas cinco años
se sumergió en las profundas aguas de los clásicos.
Chopin, Mozart y Bach
lo acompañaron minuto a minuto hasta los doce años, cuando se recibió
de... ¡profesor de teoría y solfeo! Durante ese período, en el que
alternaba la escuela primaria con las clases de música y las largas
horas practicando los ejercicios de piano, Charly esbozó sus primeras
composiciones (por supuesto de estilo clásico) y participó de varios
conciertos colectivos.
Un hecho decisivo que forjó el espíritu y la personalidad del pequeño
prodigio, fue el viaje que sus padres emprendieron solos a Europa, que
él, por entonces, vivió como un insondable abandono. Así fue que, con
toda su sensibilidad en llagas, se refugió en su piano y en su música,
perfeccionando su virtuosismo natural.
» LOS HERMANITOS GARCIA
Charly es el mayor de cuatro hermanos. Le siguen: Enrique, Daniel y Josie.
Enrique ocupó un espacio fundamental en la familia. Murió en 1988 en un
accidente automovilístico. En esa época, Enrique trabajaba en Ohanián
Producciones, una empresa vinculada con los espectáculos de rock. Su
muerte fue un gran impacto para Charly, quien se sintió culpable al ver
que su hermano quiso estar en una actividad relacionada con la suya. De
chicos peleaban mucho, pero esa confrontación se transformaba en alianza
cada vez que eran interpelados por su padre. A Enrique le gustaba el
folklore tanto como el rock y tenía muy buena voz.
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Cuando
los padres regresaron de Europa, el panorama económico de la familia
entró en hecatombe. Carmen, la madre, comenzó a trabajar como
productora de un exitoso programa de radio titulado
"Folklorísimo" que solía llevar como invitados a las
máximas estrellas del folklore, que por entonces estaba en auge. Carmen
les comentaba a todos acerca de las virtudes de su hijo como pianista.
Así fue que grandes artistas como Ariel Ramírez, Eduardo Falú y
Mercedes Sosa lo escucharon tocar y quedaron perplejos ante semejante
talento precoz. Las intrincadas vueltas del destino que, treinta años
más tarde, Mercedes y Charly consolidaran una amistad entrañable,
compartieran múltiples escenarios como invitados recíprocos a los
invitados de ambos y plasmaran su talento en 1997 en un disco grabado
por la incomparable cantante con una totalidad de temas compuestos por
García (Alta Fidelidad).
Además de su pasión por la música, en aquellos días de la infancia,
Charly sentía un profundo
interés por diversos temas, principalmente lo atraían la mitología
griega, las cuestiones del cosmos, los dinosaurios y la religión, algo
infrecuente para un niño de su edad. Esa rica vida interior funcionaba
como un refugio frente a las rigideces que le imponía "el mundo
del lado de afuera", incluido el estricto régimen disciplinario
que configuraba su educación musical.
Decíamos que Carlitos estaba completamente inmerso en el universo de la
música clásica, la música popular le resultaba totalmente
indiferente. Por entonces habia intentado componer un par de piezas, que
fueron descalificadas por su profesora, que creía que Charly iba a
llegar a ser un gran concertista, pero que para la creación no tenía
talento alguno. Hasta que en 1964, los Beatles irrumpieron en el alme de
Charly, con la fuerza de una explosión, momento en el cual se produjo
la despedida definitiva de la música clásica. |
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UN VIAJE PARTICULAR
Un día de 1955,
sus padres se fueron de vacaciones a Europa, dejándolo en Buenos Aires.
Carlitos los extrañó horrores, y se puso arisco. En cambio, Enrique, el
segundo de los hermanos, que aún usaba pañales, no se dio mucha cuenta
de las ausencias. Un día, aquel carnaval que iba por dentro afloró: la
piel del niño de cuatro años se había decolorado por partes. La
enfermedad se llama vitiligo, dijeron los médicos. Los padres encontraron
un chico decolorado y ansioso, cuando volvieron a aquel país que vivía
los días finales del primer peronismo. Cuando el golpe de setiembre papá
y mamá García festejaron. El chico tendría para siempre la piel de dos
colores. Años después afirmaría que sus padres debieron exiliarse,
perseguidos por el peronismo. No era cierto: aquél había sido un viaje
de placer, de una familia con posibilidades económicas. Sólo que él lo
había sufrido en su propia piel. |
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