El Humo y el Grito
Caigo, caigo. Me prendo un cigarrillo. Observo detenidamente el humo subiendo en pequeños espirales, ese humo sin sentido que se disuelve lentamente...
como mi vida. Como llegué a este estado? Tan solitaria, tan desamparada. Simplemente esperando el maldito fin de mi sufrimiento, con esa sensación de
que nunca va a llegar y tan poco ánimo para acelerar el proceso. Me voy, a otro tiempo otro lugar con esa persona, esa maldita persona que me sumió en este
estado sin razón. Tantas cosas desperdiciadas, irrecuperables, perdidas en un tiempo remoto. Maldita sea. Fumo un poco más tratando de encontrar la respuesta
en ese pequeño hilo de humo, que ridículo.
Pienso como demonios puedo hacer para salir de este estúpido estado de dejadez, no descubro como hacerlo ... maldición... lo intento pero no puedo!
El humo sube, se pierde, se desvanece, me desconcierta. Mi cerebro no quiere callarse, no quiere detenerse. Tantas cosas que quiero decir, gritar, aullar,
y aunque en silencio lo hago, es totalmente inútil, esta opresión no se va. Apago el cigarrillo e inmediatamente prendo otro. Un dolor me invade, no importa,
tal vez evite que lo pensamientos se agolpen. Mmm tal vez no....
Humo, humo y más humo... aspiro un poco más de ese dulce humo, pero esto refresca mis ideas, las aviva, las agiganta, las hace insoportables, y malditamente
audibles.
Y esa persona no esta, se fue, siempre se va, dejándome tirada y destruida, sin sentido, sin orientación ... sin NADA. Ni alma ni razón ni corazón sólo este
maldito cerebro que no puede detenerse, este cuerpo vacío de todo, esta alma que no me sirve de nada... y la conciencia de haber hecho mal y de seguir haciéndolo
de estar completamente perdida y de saber exactamente donde estoy... que confusión, otra bocanada de ese delicioso humo, las nauseas se agolpan en mi garganta, un
respiro profundo y pasan, maldita sea, como odio eso.
No creo que morir sea la respuesta, ya estoy muerta de todas maneras, de que sirve el resto. Estoy sola de cualquiera manera, sola y amargamente acompañada a la
vez.
El ruido de una máquina de escribir me distrae, ese estertoreo tintineo de teclas que me martillean el cerebro, porque no viene aquí, demonios, mil demonios.
Planes echados a la basura de forma simple y totalmente dolorosa, sin más sentido que este maldito humo que me rodea.
La televisión prendida lanzando luces de colores que no tienen ningún sentido para mí, simplemente aumentan ese sentimiento de soledad que me absorbe, que me
asesina lentamente, que no puedo arrancar de mi ser, de mi corazón , de mi alma si es que existe, de cada fibra de este envase al que normalmente le llamamos
cuerpo.
Un corte de luz me saca de mi ensimismamiento, oscuridad total, el cigarrillo lleva tiempo en el piso, resbalado de mis dedos totalmente extinto, y esta maldita
oscuridad que me rodea y me devora. Entro en pánico, y mi estado no me ayuda, no me muevo, estoy congelada, pensando que hacer, tratando de controlar este terror
que me invade, este cerebro que me hace pensar en cosas tenebrosas naciendo de la oscuridad. La soledad se diluye y es reemplazada por el miedo creciente.
Lenta y pausadamente abro mi boca y un alarido se abre camino por mi garganta. No lo puedo detener, y grito, grito como nunca lo he hecho, grito por mis
desilusiones, por mis odios, por mi amor destruido, por mi desamparo, por mi soledad, por mi dolor; grito por mis miedos, por la inseguridad de mi ser,
grito, grito, grito... por vos, por los otros, por el, por todos... pero finalmente grito por mi, por lo que soy y por lo que fui. Repentinamente algo me
golpea violentamente y caigo al piso, todo se acaba, ya no queda nada sólo este maldito silencio. Sólo silencio...