Escríbenos !!!
| |
Muchas veces nuestra manera de ver, pensar o interpretar los hechos nos condicionan y limitan. En algunas oportunidades nos acarrea discusiones eternas ("yo no quise decir tal cosa", "vos entendiste mal") , inhibiciones por nuestros prejuicios ("si hago esto van a pensar mal de mí"), restricciones ("uy, no lo pensé de esa manera")... En otras palabras, con frecuencia nuestras limitaciones de pensamiento, además de traer malos entendidos, dificultan las relaciones consigo mismo y con el entorno. A menudo consultan pacientes con este tipo de problemáticas, tanto a nivel individual, conyugar o familiar. Si bien, no es nada patológico, los problemas que se originan trae malestares a las personas y se torna necesario resolverlos. A modo de reflexión, quiero compartir con ustedes este hermoso cuento, de Milton Erickson, psicólogo norteamericano ya fallecido.
¿Cómo pasar de un cuarto a otro?
Le pregunté a un alumno: "¿Cómo harías para ir de este cuarto a aquel otro?" Me respondió: "Primero hay que pararse, luego dar un paso hacia adelante..." Lo detuve y le pedí: "Nombrame todas las formas posibles para llegar de este cuarto al otro." Enumeró: "Puede irse corriendo, caminando, saltando, a los brincos, dando vueltas de carnero... Uno puede llegarse hasta esa puerta, salir de la casa, entrar por la otra puerta y dirigirse a ese cuarto. O bien, si uno quiere, puede saltar por la ventana..." Le dije: "Ibas a incluir todas las formas posibles, pero cometiste una omisión, una importante omisión. Normalmente yo empiezo por dar el siguiente ejemplo: 'Si quiero pasar de este cuarto a aquel otro, salgo por la puerta, tomo un taxi hasta el aeropuerto, compro un pasaje a Chicago, Nueva York, Londres, Roma, Atenas, Hong Kong, Honolulú, San Francisco, Chicago, Dallas, Phoenix, vuelo en una limosina y entro por el patio de atrás, paso la puerta trasera, y de la habitación del fondo paso a ese otro cuarto.' ¡ Y tú sólo pensaste en ir hacia adelante! No se te ocurrió ir hacia atrás, ¿no es cierto? Tampoco se te ocurrió gatear." Mi alumno agregó: "Ni deslizarme sobre mi estómago." ¡Nos limitamos tan espantosamente en todo lo que pensamos! |