EL
DINERO NO HACE LA FELICIDAD... LA COMPRA HECHA.
"Un estudio científico
determinó que la gente adinerada
tiene un
índice de satisfacción con su vida sustancialmente mayor. La especial
relación entre la capacidad económica y el bienestar".
Así comenzaba un artículo publicado en el diario
Infobae, pero yendo a un punto mas profundo, la realidad, a mi
entender, es que el dinero por sí mismo no hace la felicidad, y que
ésta es una sumatoria de factores.
Para ser feliz creo que se necesitan ciertas cosas: amor,
salud y bienestar, éste último si viene por el dinero, el dinero que
sabemos conseguir con nuestra labor diaria, el hecho de levantarnos
temprano e ir todos los días al trabajo a cumplir con una rutina (tal
vez), con responsabilidades (seguro), con exigencias, con alegrías,
frustraciones y enojos que pueden o no, dependiendo de la persona,
causarnos estrés. Pero nuestro trabajo es el pequeño aporte que la
sociedad necesita para funcionar en éste sistema capitalista, y es por
esta labor que somos remunerados, en mayor o menor medida, dependiendo
de nuestra labor, y en mejor o peor medida dependiendo de si existe
explotación o sobre-explotación de nuestras competencias.
Hasta acá, nada nuevo, solo una definición del trabajo, lo
que da para decir que me fui por las ramas, pero no es tan así.
Para ser feliz, el trabajo nos tiene que gustar, debemos
estar en armonía con nuestro entorno, estar enamorado, y saber que al
final del día una cálida cena nos espera en nuestro hogar, eso nos
daría un buen índice de satisfacción con nuestra vida. Sin
embargo esto no siempre se da así.
Creo que el estado de “felicidad” es cercano a la vida
estilo “Familia Ingalls”, o mas bien tipo “Ned Flanders” donde todos
son perfectirijillos. Pero la realidad está lejos de eso, al
menos en nuestro país -tal vez en los países del 1° Mundo las cosas
pueden ser muy diferentes- las cosas no son tan simples, el hecho de
llegar a fin de mes y pagar todos los servicios a término se complica,
la inflación está lejos de ser la mejor amiga del “pobre obrero” y la
inflación salarial es bastante pobre para el obrero.
¿Pero si tengo salud y amor, por qué el dinero haría la
felicidad?
El dinero no hace la felicidad, o acaso: ¿ver su dinero lo
anima cuando está triste...? Bueno, ese puede no ser un buen
ejemplo... ¿pero el dinero lo abraza cuando llega a casa? Eso sí que
no.
Lo curioso es que mientras escribía éste artículo sonó el
teléfono: atendí, y era la grabación de Telecom informándome de mi
mora en la paga del servicio. Eso me pone a pensar todavía mas en lo
que me impulsó a escribir éste texto, y es que el dinero no hace la
felicidad, sino que da tranquilidad.
El saber que uno tiene en el bolsillo lo necesario como
para afrontar todos los gastos del mes sin aprietos, darse algunos
“gustillos” y saber que se puede ahorrar para unas dignas vacaciones
después de tanto trabajo genera tranquilidad, no felicidad.
La felicidad corre por tener una familia constituida, sin
peleas, con tranquilidad, corre más bien por el amor, que por el
dinero. Pero muchas veces el dinero quita esa tranquilidad, genera
peleas y pone en juego la constitución familiar, sí, aunque parezca
mentira. Tal vez el dinero no sea la causa, sino el que genera la
ignición de una mezcla combustible que se viene generando con el
desgaste de la relación.
El caso es que el dinero por sí mismo no tiene valor, lo
que tiene valor es lo que se puede obtener con el dinero. Lo que
comúnmente se dice: “la plata va y viene” es cierto, uno no debe
preocuparse por el dinero sino por administrarlo bien para que éste
cubra las necesidades básicas y frívolas; tampoco sirve guardarse el
dinero y llevárselo a la tumba, debe ser difícil hacer transacciones
dentro de un cajón de madera, digo, ¿no?.
En una sociedad “gasolera” como la nuestra donde la
economía es siempre un punto de discusión y pesar, hay que ser
realista y reconocer que con buenos ingresos en nuestros bolsillos
podríamos tener un mejor bienestar y un grado menos de estrés. Después
de todo, en el diccionario de la
Real Academia Española, la felicidad se define como: “Estado
del ánimo que se complace en la posesión de un bien”. ¿Dicho bien,
puede ser el dinero?
Suicidios:
Aunque parezca mentira, en muchos países del primer mundo
como Finlandia se da uno de los más altos índices de suicidio
(ver gráfico), mientras que Ecuador, un país bastante pobre
presenta menores índices de suicidio. Tiene en esto mucho que ver el
clima frío contra el cálido, el frío entristece a las personas,
y eso va más allá del poder adquisitivo y la felicidad familiar.
Periodísticamente puede haber manipulaciones en las encuestas, es
decir, países del 1° mundo muestran un mayor índice de suicidios en
consecuencia con la seriedad de sus encuestas que no ocultan la
realidad como puede pasar en países tercer mundistas.
Sobre estos datos de suicidio se podría decir que “el
bolsillo lleno les atrofia el lado espiritual y por eso se quitan la
vida”, yo no creo eso, me parece más envidia que otra cosa. Después de
todo, si uno es feliz quiere decir que cumplió sus sueños, sus
ambiciones, que su esfuerzo a lo largo de su vida dio sus frutos y que
ahora es feliz... ¿entonces... que viene después?. ¿Si ya cumplí mis
metas, qué resta por hacer? Creo que estas preguntas son la razón de
los suicidios en los países mas desarrollados, a diferencia de los
subdesarrollados en los cuales la mayoría de la gente busca durante
toda su vida una mejoría inalcanzable en la misma, y esas ambiciones
mueven al ser humano hacia delante, hacia el progreso.
Por otro lado, en muchos casos la gente más necesitada es
quien más recurre a la iglesia, yo creo que se debe a que necesitan de
la búsqueda de Dios para solucionar los problemas domésticos, es
decir, que Dios les dé la inspiración necesaria para solucionar los
problemas mundanos. Sin embargo, en los casos opuestos de personas de
mediano-alto poder adquisitivo la búsqueda va
por algo NO mas allá de Dios, sino distinto a él, tal es así el
caso de Cinesiología ó Dianética, que vende
soluciones a costos
monetarios altísimos, y muchas de las personas que pertenecen a esa
“religión” o “ secta”
–creo que ninguno de
esos términos define bien a Cinesiología, ya que ambas palabras son
usadas tanto por los adeptos y los descreídos respectivamente-
es gente que tiene muchísimo dinero, todas sus necesidades cubiertas,
pero aún así sienten un vacío que solo un gasto de dinero desmedido
hacia una pseudo-religión puede llenar.
Es
por eso que el dinero no hace la felicidad ni la compra hecha,
simplemente nos eleva el índice de satisfacción, genera tranquilidad y
la posibilidad de aprovechar mejor el tiempo de ocio para estar más
relajados y así también mejorar nuestra espiritualidad sabiendo que el
lado financiero lo tenemos resuelto. La felicidad real está en el
amor, y éste no se compra, se construye.
Por:
Ignacio Manchado.
Fecha:
jueves 4 de enero de
2007.
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