La importancia de los alimentos crudos

En una alimentación equilibrada deben predominar los alimentos crudos sobre los cocidos (70 % sobre 30 %). Esto significa que todos los días y en todas las estaciones del año, tenemos que comer frutas y verduras crudas.

Existe una tendencia general a comer frutas y ensaladas sólo en primavera y verano. Parecería que el frío le rehuye a lo crudo y se consumen sólo platos calientes.

En realidad la temperatura corporal, la capacidad de resistir bien el frío no tiene que ver sólo con la ingesta de alimentos calientes. Nadie duda de lo bien que nos sienta una sopita casera en pleno invierno. Pero esto sólo tiene que ver con una sensación pasajera. La temperatura corporal está determinada por la combustión que producen los alimentos.

Por eso en invierno se deben consumir semillas oleaginosas (nueces, almendras, semillas de girasol, sésamo, etc.) y frutas secas: pasas de uva, ciruelas, etc. Existen cereales ideales para el invierno: avena, trigo sarraceno. Sumado a estos alimentas se deben comer verduras tanto sea crudas como cocidas.

Los alimentos crudos son las únicas fuentes de vitaminas y minerales en su estado más puro. Todo alimento que pasa por el fuego pierde nutrientes. Esto no significa que no debemos comer cocido.

Algunos alimentos pueden comerse crudos y otros no. El equilibrio lo hallamos cuando comenzamos nuestra comida con un abundante plato de ensalada y lo ideal es que utilicemos verduras de estación.

El invierno nos ofrece los cítricos justamente porque es la época que precisamos el aporte de la vitamina C. Lo aconsejable es tomar como mínimo un vaso de jugo de naranjas, mandarina o pomelo diariamente. Si tomamos más cantidad, mejor aún.

Lo crudo más allá de los nutrientes que aporta, facilita el proceso digestivo. Esto significa que nos permite asimilar y digerir mejor el otro plato, que siempre suele ser más complejo y elaborado.

Todas estas son pautas generales. Podrán haber personas con ciertos trastornos intestinales que tal vez tengan intolerancia a los alimentos crudos. En estos casos no deberán resignarse, sino que, guiados por un profesional, tratar de comenzar a ingerirlos en forma muy paulatina y lenta. Ocurre a menudo que personas que durante años no comieron ni frutas ni verduras, revirtiendo malos hábitos y comenzando a incorporarlos muy lentamente, pueden volver a ingerirlos. En estos casos se los suele cortar muy chiquitos o bien procesarlos hasta lograr que el organismo se acostumbre a ellos. O bien para quienes hace muchísimos años que no comen verduras, una forma de empezar a hacerlo, es a través de los jugos realizados en la juguera centrifuga.

A los amigos de la fruta y la verdura a seguir siéndolo por siempre y a aquellos que las miran de lejos, les sugiero que se comiencen a familiarizar con ellas, que bien vale la pena los beneficios

que obtendrán. A parte de los aportes nutricionales, son un regalo para nuestra vista por su maravilloso colorido.

 

Silvana Ridner

Terapeuta Nutricional

E-mail: silvanaridner@hotmail.com