JOSEPH RATZINGER: ¿QUIÉN ES?
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BENEDICTO XVI EN EL SANTUARIO

DE MARIAZELL, EN AUSTRIA[*]

   El 9 de septiembre de 2007, en su viaje a Austria, al visitar el Santuario de Mariazell, Benedicto XVI dijo:

aquí encontramos a Jesucristo, en quien Dios está con nosotros como afirma el pasaje evangélico de hoy.”[1]

   Esa es una declaración increíblemente maliciosa que tiene como base el nestorianismo que subsiste en el modernismo. Para desenmascararlo basta y sobra la profecía de Isaías, retomada por San Mateo en su primer capítulo:

Sabed que una virgen concebirá y parirá un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros.” (Mt 1, 23).

   La Sagrada Escritura dice clarísimamente que el Señor Jesucristo es el “Emmanuel = Dios con nosotros”, en otras palabras, que ser el Dios que está con nosotros es un nombre y atributo de Jesucristo. Sin embargo, Ratzinger-Benedicto XVI, declara que en Jesucristo está “Emmanuel = Dios con nosotros = Jesucristo”. Divide a la persona Jesucristo como nestoriano y güntheriano, algo que es según la definición en la Sagrada Escritura una de las características del Anticristo:

Todo espíritu, que rompe la unidad de Jesús, no es de Dios; antes éste es espíritu del Anticristo, el cual habéis oído que viene oído que viene.” (1 Jn 4, 2-3).

    Desliza sutilmente, que hay dos “personas de Jesucristo” (dualidad de sujetos), en lugar de una persona con las dos naturalezas, la divina y la humana. En otras palabras niega, como todos los modernistas, el dogma católico de la unión hipostática: sólo habría una unión moral y accidental y no personal y sustancial, como denuncia Santo Tomás de Aquino en su Suma: “en este sentido admitió Nestorio que Dios era hombre de modo que con tal afirmación sólo se diera a entender que Dios está unido al hombre con el vínculo con que Dios habita en el hombre, y está unido a éste por el afecto y por la participación de la autoridad y el honor divinos. (IIIª q. 16 a. 1 co.)”

   El sagrado Concilio de Éfeso en el año 431 condenó la herejía referente a esto como “sermones ateos”. El Papa Pío XI condenó la herejía nestoriana en su maravillosa encíclica “Lux veritatis” como doctrina de Anticristos y confirmó la Doctrina Católica de la unión hipostática:

Aquel hombre arrogante, juzgando que dos hipóstasis perfectas, vale decir la humana de Jesús y la divina del Verbo, se hubiesen reunido en una común persona, o “prósopo” (como él se expresaba), negó aquella admirable unión sustancial de las dos naturalezas que llamamos hipostática; así, pues, enseñó que el Unigénito Verbo de Dios no se había hecho hombre, sino que se encontraba presente en la carne humana por su inhabitación, por su beneplácito y por la virtud de su operación. De aquí vendría que Jesús no debiera llamarse Dios, sino “Theóphoros” o sea Deífero (N.: Portador de Dios); de modo no muy desemejante de aquel por el cual los profetas y otros santos pueden llamarse Deíferos, esto es, por la gracia divina que les fuera concedida.”

   De ese error hay un nexo muy cercano al monstruoso error modernista denunciado y condenado por San Pío X:

Tenemos así explicado el origen de toda religión, aun de la sobrenatural: no son sino aquel puro desarrollo del sentimiento religioso. Y nadie piense que la católica quedará exceptuada: queda al nivel de las demás en todo. Tuvo su origen en la conciencia de Cristo, varón de privilegiadísima naturaleza [N.: Portador moral de Dios], cual jamás hubo ni habrá, en virtud del desarrollo de la inmanencia vital, y no de otra manera. ¡Estupor causa oír tan gran atrevimiento en hacer tales afirmaciones, tamaña blasfemia! ¡Y, sin embargo, venerables hermanos, no son los incrédulos sólo los que tan atrevidamente hablan asi; católicos hay, más aún, muchos entre los sacerdotes, que claramente publican tales cosas y tales delirios presumen restaurar la Iglesia!” —Encíclica Pascendi.

   En la misma encíclica el Papa Pío XI confirmó bien explícitamente que Jesucristo es Dios con nosotros = Emmanuel.

A Cristo efectivamente lo llamamos nuestro hermano dotado de naturaleza humana, pero también Dios con nosotros, o Emmanuel”.

      El sagrado Concilio de Éfeso en su condena de la herejía nestoriana pronunció en su primer canon el siguiente anatema:

Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema.” (DZ 113).

   Ratzinger-Benedicto XVI tampoco confiesa eso, sino que hace más bien dos personas de Cristo, una humana y una divina, al igual que Nestorio. Que según esta herejía haya entonces un problema con la designación ‘Madre de Dios’ es una deducción lógica. No es ninguna rareza, pues, que el Ratzinger conocido como Benedicto XVI en Mariazell  nunca haya señalado a la Madre de Dios como tal sino sólo, como “Madre del Señor” o María. Es sabido que Nestorio privó a la Virgen María del título Madre de Dios (Theotokos) sobre la base de su herejía y solo dejaba valer el título de “Madre de Cristo” o “Madre del Señor”. Todo eso proviene de que según la herejía nestoriana María no concibió ni dio a luz a Dios, porque Nestorio no reconoció ninguna unidad de persona entre el Logos y el Hijo de Maria. En otras palabras Nestorio no pudo aceptar el título “Madre de Dios”, porque según su herejía “El Dios con nosotros” está EN Jesucristo y no sería así que “Dios con nosotros” ES Jesucristo. Por eso tampoco es de extrañar que hable del “Dios” DE Jesucristo como lo hizo en Pavia. La herejía nestoriana es un pilar fundamental de la doctrina de Anticristos del Novus Ordo, desarrollada con diligencia por jerarcas de la iglesia conciliar. “Lux veritatis” de Pío XI lo explica muy bien:

   “Además es bueno notar aquí que, así como Arrio —aquel astuto subversor de la unidad católica— impugnó la naturaleza divina del Verbo y su consubstancialidad con el eterno Padre, así Nestorio, procediendo por una vía del todo diferente, esto es, rechazando la unión hipostática del Redentor, le negó a Cristo, aunque no al Verbo, la plena e íntegra divinidad. En efecto, si en Cristo la naturaleza divina sólo hubiera estado unida con la humana con vínculo moral (como él neciamente deliraba) —algo que, como hemos dicho, en cierto modo también han conseguido los profetas y los otros héroes de la santidad cristiana, por la propia íntima unión con Dios— el Salvador del género humano poco o nada diferiría de los que él ha redimido con su gracia y con su sangre. Renegada pues la doctrina de la unión hipostática sobre la que se basan y tienen solidez las dogmas de la encarnación y la redención humana, cae en ruinas todo fundamento de la religión católica.”

   En este contexto vale recomendar especialmente el estudio de esta encíclica del Papa Pío XI, y de paso hacer notar brevemente que el Papa Pío XI comparó gráficamente la unión hipostática de Cristo con la Iglesia Católica y el ecumenismo con el nestorianismo:

   “Y aunque de esta unidad de la religión católica hemos tratado más difusamente pocos años atrás en la encíclica Mortalium animos, será útil sin embargo volverla a llamar aquí brevemente a la memoria, ya que la unión hipostática de Cristo, confirmada de modo solemne en el Concilio Efesino, propone y representa el tipo de aquella unidad de que nuestro Redentor quiso ornar su cuerpo místico, es decir la Iglesia, “un sólo cuerpo” (Ephes., IV, 16), “bien compacto y conexo” (Cor., XII, 12). Y realmente, si la unidad personal de Cristo es el arcano ejemplar al que Él mismo quiso conformar la única trabazón de la sociedad cristiana, cada hombre de juicio comprende que ésta no puede en absoluto surgir de cierta vana unión de muchos discordes entre sí, sino únicamente de una jerarquía, de un único y sumo magisterio, de una única regla de la creencia, de una única fe de los cristianos (Encíclica Mortalium animos).”

   Jerarquía católica presente no tenemos en acto, pues la jerarquía materialmente sucesora de la católica apostató toda en el Vaticano II por aceptación de falsa doctrina o de falsa jerarquía superior. Nos queda la jerarquía de 19 gloriosos siglos de orden, con su único y sumo magisterio que condena al Vaticano II y su falsa doctrina y jerarquía, nos queda la única y eterna regla de creencia, contraria y victoriosa respecto de la Eclesialidad Oficial conciliar.

   

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