JOSEPH RATZINGER: ¿QUIÉN ES?
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VIAJE A FRANCIA:

MEDIOCRIDAD DE LA IGLESIA CONCILIAR[*]

 

Benedicto XVI sorprendió en París: reafirmó la separación entre los asuntos que competen a Dios y al césar, elogiando a continuación la laicidad del sistema republicano francés.

   El viaje a Francia de Benedicto XVI-Ratzinger, manifestó plenamente la nulidad del contenido intelectual, el sentimentalismo que pretende ser Fe, los errores y la inconsistencia doctrinal y la mediocridad de esta sub-iglesia postconciliar plenamente desplegada bajo las cámaras de la cadena de televisión francesa KTO. Estos tres días en Francia han expuesto el cuadro de esta falsificación de iglesia católica, esta iglesia gnóstica a la cual se sumaba el cuadro abigarrado del mosaico de las “opiniones” postconciliares contradictorias y únicamente unidas por el Vaticano II y que fueron expuestas en todas en las entrevistas y debates.

   Después de haber pisoteado con elegancia y suavidad la doctrina política y social católica del Cristo-Rey celebrando la laicidad en el Eliseo, Benedicto XVI cumplió lo que se ha convertido en un cuasi-rito de sus desplazamientos: renovó su apostasía alabando la “Primera” Alianza “nunca revocada”, delante de los rabinos talmudistas que abrían su Shabbat. Cumplidos estos preliminares, el falsificador pudo entregarse de lleno, a lo largo de tres días, a sus secuaces postconciliares de todo horizonte —menos católico verdadero— que le tejió laureles: desde Rémi Brague, su adulador de Ratisbona y colega de Communio, hasta el director del “Pèlerin magazine” el cual, ante las cámaras de KTO, en un debate complaciente con sus cofrades de Vida y Familia Cristiana, no refrenaba más sus ardores y confesaba su entusiasmo por el “erotismo” (sic!) de la “marcha de luz” del viernes por la noche de Notre-Dame de París a los Invalides. Parece que la pseudos-encíclica de Benedicto XVI-Ratzinger sobre el Eros, (Deus est caritas), haya producido pleno efecto entre sus fieles.

   Benedicto XVI, falsificador del pontificado católico que ha usurpado, al unísono con los “obispos” de Francia que ha confirmado, después de haber alimentado el culto de la personalidad convertido en característica de las cubiertas mediáticas contemporáneas, un culto que hace las veces de contemplación del fondo, ha dejado lugar a un vacío estupefaciente: ¿qué queda finalmente de esta visita a Francia? ¿Qué mensaje importante? ¿Qué contenido para la Fe? Nada, absolutamente nada. A dos días de su partida, el gusto del vacío, de la nada con un tufo de mediocridad, sumerge el alma. Si importara resumir en un rasgo en qué consiste esta falsificación de iglesia católica, este falso clero que no tiene sucesión apostólica, esta alianza del trono liberal y democrático con el altar de madera contrachapada aglomerada de los Invalides (frecuentado por el vaivén de la silueta del abad Thuiller, maestro de ceremonia promovido), los clérigos inválidos de esta iglesia conciliar, el rasgo reside en esta vacuidad.

   Habiéndose sustituido a la Iglesia Católica, la contra-iglesia de Benedicto XVI-Ratzinger, que estafa a las muchedumbres de fieles postconciliares y atrae a los clérigos reunidos en sed de reconocimiento, no transmite a Nuestro Señor Jesucristo, pero sí asfixia los canales de la gracia divina. En eso el viaje de Benedicto XVI ha alcanzado su meta: quod erat demonstrandum.

   

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