EL ANEXIONISMO Y EL ALCA
No podemos hablar del ALCA solo como una “Alianza de Libre Comercio” sin antes mencionar que dicho proyecto integra una de las etapas, la etapa final, de un plan prolijo y planificado del imperialismo actual (monopolios financieros transnacionales, o “neoliberalismo”) tendiente a consolidar el dominio sobre las naciones dependientes e incorporar sus territorios, definitivamente, a su área de influencia.
Dicho plan es parte del proceso de desarrollo histórico del modo de producción capitalista, que se manifiesta en la cada vez mayor concentración de capitales, en especial de los capitales financieros y especulativos, en menos manos o grupos.
Es un proyecto “anexionista”, que constituye la parte final de una nueva fase del imperialismo actual. Y así como el paso del colonialismo al neocolonialismo requirió de cambios de estrategia por parte de los países imperiales, reemplazando fundamentalmente la ocupación militar por la dependencia económica y política; así, este nuevo proceso, también requiere de cambios. Cambios que pueden encontrarse más avanzados en algunos países dependientes que en otros, estando relacionado ese grado de avance logrado, de modo inversamente proporcional al grado de resistencia que ejerza la población de esos países para evitar desaparecer como tales, para evitar ser anexados; ya que este nuevo proceso culmina con la desaparición de las naciones como tales y la incorporación, es decir, la anexión de sus territorios al imperio dominante.
Son cinco las fundamentales transformaciones que requiere el proceso de anexión llevado a cabo por el imperialismo. En nuestra América, por el imperialismo yanqui.
ALCA es, en síntesis, la última fase del proceso anexionista que caracteriza al capitalismo actual, donde predominan los monopolios financieros altamente especulativos.
ALCA es un tipo de “asociación” entre una enorme, gigantesca y dominante potencia industrial y financiera, que produce ella sola una cuarta parte del producto bruto mundial, con países arrasados por la pobreza, la marginación, el subdesarrollo, la dependencia, causadas en gran parte por estar bajo la órbita de organismos internacionales controlados por los EEUU como lo son el Banco Mundial, el FMI, y el Banco Interamericano de Desarrollo. Recordemos que en esta supuesta “globalización” la concentración es mayúscula. El 48% de las empresas y bancos más importantes del mundo son de EEUU, el 30% de la Unión Europea y el 10% del Japón, sumando estos tres grupos imperialistas casi el 90% del dominio industrial, comercial y financiero del mundo.
En América Latina y el Caribe, todo, absolutamente todo lo que queda, pasara a manos de las empresas de los EEUU pues será imposible competir “en igualdad de condiciones”, en cualquier rama de la industria o los servicios. Y sólo quedaremos como proveedores de las materias primas que el imperio requiera, pagadas a precios cada vez más bajos y cuotificando su producción, o del armado de piezas fabricadas en las metrópolis.
Los agricultores latinoamericanos serán desbastados, pues no podrá enfrentar los altos subsidios con que el gobierno de los EEUU protege a los suyos. Como ejemplo observamos que, en mayo de este año, el Congreso de los EEUU aprobó 182 mil millones de dólares para subsidiar la agricultura en la próxima década. Se reducirán entonces, en el resto de los países, las áreas de siembras y su consecuencia directa será la ruina de miles de campesinos, el incremento brutal de la desocupación rural y un faltante mayor de alimentos para la población local.
La industria seguirá reduciéndose, toda la pequeña y mediana empresa desaparecerá, miles y miles de desocupados nuevos pasaran a engrosar el ya enorme número de marginados. No tendrán opción de ir a trabajar al imperio. Pues en este acuerdo todo es “libre”, menos el tránsito de personas. Y ello es así pues fue creado con el fin de anexar los territorios y consolidar el predominio de la región frente a otros grupos financieros internacionales, como lo es la Unión Europea.
La enorme desocupación generará, entre otros males, el pago de muy bajos salarios y la no existencia de seguros de desempleo. Se reducirán aún más y hasta desaparecer, los gastos sociales en salud, educación y el destinado a “seguridad” estará ligado y subordinado a una policía internacional especializada en reprimir poblaciones o manifestaciones contra el sistema.
La política monetaria la dictará directamente la Reserva Federal de los Estados Unidos. Y la política también.
Las naciones podrán mantener escarapelas, banderas e himnos, pero ningún otro rastro de soberanía real les permitirá definirlas como tales. A partir de la implementación del ALCA las naciones, aún con sus banderas, dejarán de serlo, para pasar a ser territorios inefinidos, territorios ANEXADOS.
Un anticipo de lo que afectará el ALCA a la economía lo podemos observar en lo nefasto que significó para México el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), una especie de ALCA en menor escala. Es un anticipo, pues el TLC responde a la misma filosofía neoliberal que el ALCA y también está relacionando a un país dependiente con la mayor potencia, por ahora, del mundo, los EEUU. Tenemos aquí un ejemplo con más de 7 años de “experiencia”.
La economía Mexicana reduce su crecimiento de un 6,5% promedio anual en la década del 70 a un 3% (menos de la mitad) con la de vigencia del TLC. El trabajo informal, que siempre existió, y que no contempla ni vacaciones, ni indemnizaciones, ni fondo de desempleo, ni jubilaciones para el trabajador, creció al doble, hasta el 50% de los trabajadores se encuentran en esa situación de precariedad. La inversión extranjera creció, en sólo dos años, 1998 al 2000 ingresaron más de 36 mil millones, pero en igual lapso salieron más de 48 mil millones. Ello tiene efecto directo sobre la deuda externa, que pasó a ser de casi 170 mil millones de dólares, el doble que diez años atrás. Las exportaciones, la “carnada” del “desarrollo” impulsado por los neoliberales, se concentraron hacia los EEUU, en casi un 90%, pero esas exportaciones están en manos de no más de 300 empresas, la mayoría de ellas filiales norteamericanas. Parte de esas exportaciones son en realidad ensambles o armados (“maquilladoras”), que utilizan mano de obra mexicana, que son casi 15 veces más económica que la de los EEUU. También se concentran las importaciones, ahora México ingresa un 75% de las mismas desde los EEUU. Entre el maquillaje y las exportaciones simuladas, por cada dólar que México exporta, menos del 20%, o sea menos de 20 centavos es de origen mexicano. La agricultura ha sido diezmada. Arroz, papas, algodón de origen local han sido reemplazados, en gran parte, por lo que producen los agricultores altamente subsidiados en los EEUU. Como consecuencia se reduce considerablemente el área sembrada y más de seis millones de trabajadores agrícolas perdieron su trabajo. Parte de ellos tratan de cruzar la frontera hacia los EEUU y son cazados como liebre o mueren en el intento. El costo de los alimentos de consumo básico, lo que conocemos como “canasta familiar”, durante la vigencia del TLC creció casi un 600% mientras los salarios, en igual lapso, no superaron el 150%. Las compras del sector público deben hacerse “a las empresas que tengan mayor experiencia y mayor volumen de negocios”. Eso, y decir, deben todas las compras del sector público encargarse a las empresas transnacionales de los EEUU, es exactamente lo mismo. Y algunas cláusulas especiales indicarían que hasta la deuda que se contraen con las empresas (norteamericanas) recibirían el tratamiento de “inversiones”, es decir, se podrían exigir garantías especiales por las mismas.
El profesor
cubano Carlos Alzugaray Treto menciona que “un conjunto de factores económicos
sociales y políticos influyeron en la situación creada en América Latina y el
Caribe a partir de 1989, cuando el fin de la bipolaridad estratégica (caída
del socialismo real) ofreció significativas oportunidades para que EEUU rediseñara
su estrategia económica de dominación sobre la región” Y considera, al
menos, cuatro factores estructurales “tradicionales”: 1. La voluntad de
excluir la influencia y/o presencia de cualquier competidor global que pudiera
poner en peligro la primacía de los EEUU como potencia preponderante en el
Hemisferio Occidental, tanto en lo económico como en lo político y militar; 2.
La conquista de posiciones preferenciales para el comercio de EEUU con la región
y para las inversiones de coorporaciones multinacionales norteamericanas y, en
consecuencia, el rechazo y derribo de cualquier proyecto social que intente
liberar a un país de la dependencia a la que está sometido; 3. El profundo
menosprecio por la identidad cultural y nacional latinoamericana, basada en el
concepto aceptado del profesor Lars Schoultz, de la Universidad de Carolina del
Norte, que expresa textualmente que “la inferioridad latinoamericana
constituye el núcleo esencial de la política de EEUU, porque determina los
pasos precisos que EEUU dan para proteger sus intereses en la región.”; y 4.
El uso unilateral de la coerción y la fuerza como instrumentos preferidos de
política para el logro de sus fines.
Pero si bien es una verdad indiscutible que la caída del socialismo real ha permitido al imperialismo, y en especial al imperialismo yanqui, avanzar sobre las conquistas sociales de todos los países dependientes y sobre las de su propio país, también es una verdad absoluta e indiscutible de que el modo de producción capitalista avanza siempre e inevitablemente hacia la concentración de mayores capitales en menos manos sin que, simultáneamente, desaparezca la competencia entre los distintos bloques capitalistas.
Y es precisamente esa competencia la que induce a los imperialistas a avanzar sobre nuevas formas de dominación, presentándose en nuestros días el Anexionismo como lo más nuevo, constituyendo el ALCA un eslabón de ese proceso de destrucción de las naciones, constituyéndose el ALCA como la última y más importante de las etapas, que concluyen con la anexión total de los territorios nacionales al imperialismo dominante.
Oscar
Natalichio
Docente
de la Universidad Madres de Plaza de Mayo
Carrera
de Economía Política y Social
Junio
del 2002