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Perfiles: Roman Polanski
Roman Polanski,
de orígen polaco pero nacido un 18 de Agosto de 1933 en París, es uno de
los principales estandartes del cine de autor de las nuevas olas de
dirección surgidas en los ’60 en Europa y cuyo éxito y talento trasladó
a Hollywood para consagrarse con un merecido y tardío Oscar otorgado por
su reciente labor de “El Pianista” (2002), película con la que
también triunfo en Cannes y que cuenta la historia de un hombre
perseguido por la brutalidad de la guerra y que mucho tiene que ver con
los origines de Polanksi: hijo de judíos y polaco de nacionalidad, nació
en Francia, pero el antisemitismo, la ocupación territorial y los campos
de concentración lo persiguieron como fantasmas a lo largo de su infancia
(hecho que moldeo su carácter y marco a fuego memorias atroces) hasta que
su familia huyo a Polonia y ya de joven, se refugio en el cine, quizás
para encontrar la seguridad que su mundo real no le daba. A lo largo de su
trayectoria, su carrera profesional estuvo salpicada por eventos nada
gratos de su tumultuosa vida privada: en 1969 la secta de Charles Manson
asesino a su por entonces esposa Sharon Tate y luego en 1978 Polanski se
convirtió en un proscrito de Hollywood y tuvo que volver a Europa para
evitar el encarcelamiento al ser encontrado culpable de un abuso a un
menor, un hecho que se consumo en un confuso episodio que tuvo lugar en la
mansión de su colega y amigo Jack Nicholson. Luego del mencionado escándalo
sexual y desde Europa, Polanski continuo en pie con su carrera cinematográfica,
aunque con cierta irregularidad, entregando títulos de gran calidad como
el romanticismo lírico de “Tess” (1979) y un thriller psicológico
como “La Muerte y la Doncella” (1994), fracasos estrepitosos
como “La Pirata” (1986) y films que cumplieron, pero no
agregaron demasiado a la filmografía del director, como el thriller
convencional “Búsqueda Frenética” (1988) , el drama erótico
“Lunas de Hiel” (1992), una mezcla de misterio y terror en “La
Ultima Puerta” (1999) y su mas reciente adaptación de la
novela de Charles Dickens “Oliver Twist” (2005). Pero para
entender como concibe el cine Polanski, vale decir: sus motivaciones, sus
obsesiones, su visión del mundo y sus lugares recurrentes, es preciso
analizar con mas detenimiento sus comienzos, sus inicios en el campo de la
cinematografía con los primeros largometrajes rodados en su tierra natal,
que nos ayudan a comprender la formación de este como un cineasta
coherente y sólido, con una profundidad y una sutiliza dignas de
observar. Su primer gran film se llamo “El Cuchillo Bajo el Agua”
(1962), un film de origen polaco que no estaba asociado con la guerra y
sus derivaciones, como acostumbraba aquel cine por ese entonces. Con
suspenso, plagado de simbolismos (la metáfora del cuchillo como
violencia, el inmenso mar que encierra al trío) y precisión visual, es
un drama psicológico donde dos hombres de diferentes generaciones (un
extraño y el marido de ésta se disputan a una mujer, potenciándose como
rivales para impresionarla. Si bien Polanski toma reminiscencias del cine
de los ’50 de Rossellini, Antonini y Bergman, por medio de esta película
revisiona el concepto del anti-héroe puesto en tela de juicio y
evidenciado en su tortuosa relación con una mujer. Para Polanski es
motrar el deterioro de las relaciones maritales con la consecuente
infidelidad, para que luego las conformidades económicas y la renuncia a
cualquier ilusión de libertad posible deja todo en su lugar a pesar de
ese vacío existencial. Su siguiente película
fue “Repulsión” (1965), un relato de locura y alienación,
film con el que se consagra en el Festival de Berlin. Siniestra y
paranoica, es un cuento de locura, manipulación y venganza. El clásico
terror que Roman Polanski elige para mostrarnos una compleja pero efectiva
exploración en la mente de un desequilibrado. Polanski, mediante
elementos indudablemente perturbadores nos impacta de forma osada y extraña
para la época al mostrarnos a un hombre mentalmente fuera de control. Es
interesante el lenguaje cinematográfico que trabaja Polanski, que en sus
registros abunda de elementos sugestivos y se permite insinuar de manera
permanente con lo real y lo ficticio, con lo actual y con lo soñado,
recurso que veremos tomar forma en una puesta en escena cargada de
surrealismo a la que Polanski remite para referirse a estados
alucinatorios y caracterizada por la utilización de planos que resalten el
clima de violencia y la distorsión visual que vive su personaje al mismo
tiempo de ver como su entorno se deteriora cuando un ambiente opresivo, lúgubre y
gris como es el departamento en el que transcurre gran parte del relato.
Estos códigos visuales van construyendo una atmósfera claustrofóbica
que surge amenazante a la par de por demás traumática psiquis de su
personaje central de una mujer reprimida en sus instintos sexuales,
emocionalmente autista de su entorno y aislada completamente del mundo que
la rodea. Para este efecto, el talento de Polanski se evidencia una
vez mas en una impecable dirección de actores donde la cámara
puesta sobre actores brillantes interpretando emociones humanas (como los
trastornos mentales en este caso) al limite del realismo, haciendo al
film convincente y aterrador. Luego vinieron
la bizarra “Cul de Sac” (1966) y la sarcástica “La Danza
de los Vampiros” (1967), pero fue realmente la polémica “El
Bebe de Rosemary” (1968) la película que lo catapultara al
estrellato y elevara su reputación en Hollywood, un sofisticado thriller
psicológico con implicaciones satánicas. La visión del terror de
Polanski, en un punto de vista mas que singular, influyo a generaciones
modernas y podemos ver su continuación en films como "El
Exorcista" o "La Profecía", es decir historias
de terror con alto contenido religioso que combinaba lo sobrenatural y lo
prohibido con elementos naturales en donde, a la manera de Hitchcock se
creaba la sorpresa o lo inesperado. Como bien lo mostraría en películas
posteriores del género, Nueva York aparece como la ambientación ideal
para la película de Polanski, una trama gótica clásica donde le sienta
ideal para desarrollar el relato. Polanski, entonces, nos vas describiendo
escenarios y personajes siempre jugando abiertamente con registros
ambiguos de la realidad y la distorsión manejando con oficio los tiempos
del terror psicológico que en esta ocasión aparece cargado con
abundantes elementos de ocultismo en la faz sobrenatural que la trama
posee. Es en este punto donde el film se hace fuerte: tiene el sentido del
ritmo y un manejo de espacios exactos para meter al espectador de lleno en
la trama y hacerlo desconfiar o temer de sus protagonistas dejando que el
clima de terror se apodere de la escena en cuestión a medida que vamos
descubriendo el horror al que el titulo del film refería. Los años ’70
encontrarían a Polanski rodando su controvertida versión de “Macbeth”
de Shakespeare (1971), seguido de “¿Que?” (1972), una
comedia surrealista y sexual para posteriormente ser el responsable de una
obra maestra del cine noir que revitalizo un genero que se agotaba: “Barrio
Chino” (1974) para luego llegar a un film de características
de autor en el que nos centraremos a analizar: “El Inquilino”
(1976), una brillante concepción del terror y la sugestión. El relato
fue para la época algo nunca antes visto consiguiendo ambientar la
historia con un aura entre misteriosa y perturbadora. Bajo la dirección,
Roman Polanski concibe un film destacable, donde otra vez afloran los
simbolismos y la sugestión. Se vale de los más rústicos y elementales
objetos que le rodean para recrear un ambiente de terror escalofriante y
extraer de una simple toma un pasaje de maestría. Los protagonistas son
claves en el film dado que cada uno explora de acuerdo a sus compromisos
las problemáticas más recónditas de la mente en una clara visualización
de los mas aterrador y misterioso del ser que en un espiral coloca a su
personaje en el límite cada vez más indistinguible entre la cordura y la
locura, entre lo real y lo onírico. Si la mayoría
de las películas de Roman Polanski se encuadran dentro del genero de
thriller psicológico, un tema recurrente en sus obras es la relación
entre víctimas y victimarios. Sus historias describen mundos crueles,
grotescos y repletos de repulsión sexual y humor negro, muchas veces
estas historias vistas desde la visión de Polanski, como un voyeur. Es
esta perspectiva gris del mundo, una atmósfera ominosa y un relato que
posee características nihilistas las marcas más indelebles que Polanski
ha dejado en su legado cinematográfico. Y si sus films han sido
aparentados con los de Alfred Hitchcock en cuanto a la particular concepción
y uso del humor, la tensión y el surrealismo que visten a esas historias
amorales de hombre comunes en un medio hostil y muchas veces irónico para
ponernos en la piel de sus personajes e identificarnos con ellos. Los
films de Polanski encuentran todas un punto fuerte de unión e ilustran de
la mejor manera en una suerte de continuación de la obra del director las
motivaciones ideológicas y el perfil estético del director. Sin embargo,
seria erróneo encasillar a Polanski en un genero, a diferencia de
Hitchcock, se ha mostrado efectivo explorando otros registros cinematográficos,
pero es notable destacar un punto en común que une las historias que
cuenta Polanski: una unilateral visión pesimista del mundo nos da la
llave para entrar en el mas recóndito lugar de su mente donde se
encuentra el motor de su trabajo y la naturaleza de su ser: el dolor
insuperable de sus difíciles años de juventud se traslucen en la obra de
uno de los mas grandes cineastas del siglo XX.
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