Juego de
Poder
Por
Maximiliano
Curcio
Sinopsis:
Charlie Wilson era un congresista soltero de Texas cuya personalidad
de buen vividor escondía una mente política muy astuta, un profundo
sentido del patriotismo y una gran compasión por los más débiles. A
principios de los ochenta, con la amenaza de la invasión soviética,
el más débil era Afganistán. La gran amiga de Charlie, su mecenas
habitual y amante ocasional, era Joanne Herring, una de las mujeres
más ricas de Texas y virulenta anticomunista. En su opinión, la
respuesta estadounidense a la invasión soviética dejaba mucho que
desear, y convenció a Charlie para que ayudara a los muyahidines
–los guerreros afganos– consiguiendo fondos y armas para echar al
agresor soviético. El compañero de lucha de Charlie en esta dura
batalla fue el agente de la CIA Gust Avrakotos. Charlie, Joanne y
Gust recorrieron el mundo para formar una alianza casi imposible
entre paquistaníes, israelíes, egipcios, abogados y una bailarina de
la danza del vientre. Su éxito fue notable. Durante los nueve años
que duró la ocupación de Afganistán, los fondos que el gobierno de
Estados Unidos destinaba para operaciones clandestinas contra la
Unión Soviética pasó de cinco millones de dólares a mil millones
anuales, y el Ejército Rojo se retiró de Afganistán.
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MUY BUENA
Divertida, desprejuiciada y contundente resultan términos que no van
demasiado de la mano con el cine político que acostumbra hacer
Hollywood, intentando (en vano) lavar las culpas de los errores de
su propio gobierno. Esos tres adjetivos y virtudes suma “Juego de
Poder”, que sumado a la fina ironía de “Mentiras que Matan”
y la acidez irresistible de “Bullworth” hacen de este último
film del inagotable Mike Nichols (brillante desde “El Graduado”
hasta su reciente “Closer”) una gran película hecha en
Hollywood y sin sus viejos y conocidos clises. Basada en hechos
reales, esta historia sobre un diputado demócrata de Texas contrasta
el discurso político más estereotipado, las ambiciones de poder, las
alianzas, las promesas en vano y las conocidas jugadas sucias del
mundo de la política. El centro del relato es un candidato a
senador, tal la radiografía de un político actual: promiscuo,
cocainómano, afecto a los excesos, las mujeres, corrupto y poco
devoto de su labor (para la cual no parece ser el individuo más
indicado).
El film
tiene todos los elementos de una sátira absurda pero creíble, es una
biopic atípica que se acerca a un personaje delirante e impredecible
y la vez, entre tanto humor picante, se desliza una veta de realismo
que aporta el acertado enfoque que se realiza sobre el contexto
geopolítico actual. A su vez, desmitifica esta cuestión de tomarse
con agudeza y ceremonia sermón mediante las miserias políticas que
desembocan en guerras sin sentido y en más que crueles
consecuencias. Desde otra óptica y con un punto de vista bien
particular, “Juegos de Poder” se acerca a un grave
inconveniente que hoy DIA afronta la política internacional de
Estados Unidos sin la solemnidad de films tan validos como “El
Sospechoso”, “El Camino a Guantánamo” o “Leones por
Corderos” esta historia es un tipo de denuncia que renueva la
pantalla con lucidez y originalidad.
Diálogos
punzantes dan divertimento al film generando situaciones que
aprovechan personajes llenos de matices y contradicciones. Un
magnifico Tom Hanks, la siempre encantadora Julia Roberts (en su
vuelta a la pantalla tras tres años de ausencia) y el prolífico
Philiph Seymour Hoffman. Un trío protagónico de lujo que Nichols
logra reunir y hacer funcionar a la perfección. Un tópico que apunta
sin rodeos y de frente, con cinismo y certezas a despertar
conciencias en la mediocridad y el desinterés que genera la mala
información de una porción de la sociedad norteamericana.
Provocadora y audaz son dos adjetivos que también le sientan a la
perfección y que no son muy común ver por estos tiempos. Y eso
también la hace una gran película.
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