El Rincón de los Relatos

Barlovento es mi Sangre

“Barlovento, barlovento, tierra ardiente y del tambor…” seoye cantar a una negra moliendo maíz en su portón. Aunque vengo todos los años a la fiesta de San Juan, mi sangre no deja de alborotarse en mis venas al sonar de los cánticos, al olor del fogón encendido esperando asar las arepas que serán el deleite de mas de un turista que asiste buscando la aventura , descargas de adrenalina que muevan su corazón al golpeteo del tambor, tambor de fuego, tambor de pasión y porqué no decirlo, tambores de sexo… Sigo mi camino a pie, me gusta disfrutar el paisaje, los olores, los colores de mi Barlovento amado. Me dejan en el centro del pueblo como siempre, me quito las sandalias, me gusta sentir la tierra bajo los pies y ese calorcito que me inunda todo elcuerpo. siempre busco sentirme una mas, una negra mas movida por el ardor y el alborozo de la fiesta de San Juan, aunque la mayoría del tiempo no lo logro y eso que ya me conocen muchos en el pueblo…sin embargo no me abandono al sentimiento de frustración de años anteriores, todo lo contrario , me abro espacio entre tanto fulgor y se que este año será diferente , mi alma me lo dice, me lo dice mi sangre, me lo dice mi cuerpo …me lo dice todo mi ser… AAA niña Cata, ¿entoavía sigue viniendo pa’ ‘ca?, me pregunta la negra tomasa. Hola tomasa, siempre me gusta volver a verte…¿me dejarás usar tu pilón esta vez?, le digo con picardía y decisión. E’ pilón no es pa niñas bonitas, me dice guiñándome un ojo . ¿Y aonde ta’ esa niña bonita que tu mientas?, le pregunto muerta de risa. Tomasa que ya me conoce me extiende su mano curtida para que alcance el mazo de su pilón, lleno de granos de maíz mas que tierno…se me queda mirando absorta esta vez por la energía y la maestría con que muevo arriba y abajo el mazo, destruyendo cada granito, como si hubiera sido mi oficio toda la vida… Aaaa niña Cata, ¡a ese paso se va a comvertí’ en la negra mas quería en to’ Barlovento!, dijo Tomasa emocionada, tanto que sus ojos cansados de tanto trabajar tomaron un brillo especial . ¡esa es la idea mi negra adorada!, le dije soltando el mazo y colgándome a su cuello arrugado por el paso del tiempo. Aaaa niña Cata, no cambia, no cambia na’, respondió Tomasa esbozando una sonrisa con esos dientes tan blancos que siempre me dejaban maravillada , aún mas cuando era niña. Seguí mi camino y como siempre, como todos los años, me volvía el centro de atracción …el que me conocía me recibía en el portón de su casa y el que todavía no lo hacía terminaba por saber en todo caso …que yo era Cata, “La cadera de fuego blanco” así me llamaban… ¡llegó la cadera!, ¡llegó la cadera!...iban gritando los niños por toda la calle, como queriendo avisar a todas las negras del pueblo. Las mujeres mayores ya sabían quien era y se lo tomaban con serenidad, como si yo formara parte de la tradición. Las mas jóvenes se engrinchaban, bufaban y hasta maldecían , por sentir que una extranjera empezaba a apropiarse de un espacio reservado solo a una de ellas…un espacio que yo no estaba dispuesta a perder esta vez. Durante todo el camino me acompañó el alboroto, los gritos, los niños jugando y bailando algunos a mi alrededor…solo se hizo silencio al pasar por su casa…no salió al portón ni abrió la ventana, hace un par de años ya no lo hacía, sabía que solo yo causaba semejante revuelo. Sin embargo podía sentir sus ojos verdes taladrarme hasta lo mas profundo, yo tampoco sentía ya la necesidad que se asomara, sabía bien que estaba ahí preparándose como siempre para lo que venía por la noche…la gran noche… Llegué a la casa por fin, ahora acompañada solamente por los nietos de Tomasa, estaban mas grandes y disfrutaban mi compañía porque solía dejarlos hacer lo que querían. Antes de cruzar el portón, sentí la mano pequeña de juancito tomándome por dos dedos…sus ojitos negros se fijaron en mi y sin temblar ni remotamente me preguntó: ¿Eta noche a niña baila? Asentí con un movimiento de cabeza ¡y baila con negro Juan?, siguió preguntando Asentí nuevamente y sus ojitos se iluminaron como si en ellos se reflejara la llama del triunfo Entré rapidamente a la casa, mientras los escuchaba alejarse desbordando esa alegría que solo los niños pueden reflejar y sin poder evitarlo se formó en mi, una sonrisa …una sonrisa amplia y totalmente diferente …esta vez sonreía desde el alma. Cata, ¿se puede saber que fue todo ese alboroto?, me preguntaron casi al unísono Javier, María y carlos…ellos ni enterados, pues era la primera vez que venían conmigo, menos mal al rato llegó José y les contó gran parte de la historia (siempre hacía lo mismo) aunque se reservaba el resto para el final, que solía ser justo al momento de desatarse los acontecimientos . comimos en un restaurantito cerca del centro del pueblo…les sugerí que comieran todo lo que pudieran porque con todo el ron que circulaba esa noche les haría falta amortiguar , pues si no caerían muertos en el primer tercio del repique…así que comieron todo lo que pudieron: arepas, pollo, aguacate chorizo, morcilla, arrasaron en pocas palabras con la parrilla que pedimos y como todos los recién llegados, disfrutaron de las arepas de maíz deleite de todo aquel que pisa mi tiera. Les sugerí que no bebieran demasiada cerveza porque la mezcla los haría pasarla mal al día siguiente, y menos mal hicieron caso porque enseguida llegó Matías con su guarapita a tentar a todos desde temprano. Ejem, ejem, ¿”la cadera” se va sin probá’ la guarapita de Matías?, me dijo cortándome el paso. Vamos negro, déjanos salir, le dijo José sonriendo. Eso no va a podé’ se’ , dijo Matías muy decidido. ¿y eso porqué?, preguntó temerosa María. Matías soltó una carcajada ante el miedo que se reflejaba en los ojos de ella, y le dijo: No tenga miedo mujer, Matías no come carne blanca, y soltó otra carcajada mas. El miedo de María se transformó rapidamente en rabia al ver que solo era un juego de palabras y que tanto José como yo nos reíamos de su cara. No me hace gracia, dijo enojada, sobre todo cuando vió que Carlos y Javier se reían también y aceptaban gustosos la botella de guarapita que les extendía matías. Ay Matías , tu no cambias, le dije ¿Y pa’ qué?...Matías no necesita cambiá’, me dijo …y tomándome del brazo prosiguió mientras me hacía girar sobre mi propio eje observando cada detalle: Je jeje je …la que si cambió e’ “La cadera”…¡esta noche Juan Bautista se jodió! Noté como se agarraba la entre pierna frotándose descaradamente , pero no me importó, porque eso era señal inequívoca de que esta noche iba a ser muy diferente. Seguimos camino a la playa, se veía mucho alboroto porque ya había empezado la proseción del santo por todas las calles. Encabezando la proseción iba el cura Bartolomé como siempre , lanzando oraciones y bendiciones por doquier …a medida que avanzaba se iba haciendo mas y mas grande, las mujeres oraban y luego cantaban en alabanza a San Juan, el pueblo desbordaba la alegría… seguimos la proseción en compañía de Matías que iba echando sus cuentos y compartiendo la guarapita con Javier, Carlos y María que se les unió al final cuando dejó el recelo con Matías. Intempestivamente salió desde una esquina Zuleima, hermosa como siempre ataviada con una falda blanca casi transparente y un top pequeño que dejaba entre ver sus pechos firmes y redondeados y sus pezones morenos que se volvían la peor tentación de mas de un negro que anhelaba el roce con ellos. nos cruzamos por un momento, pero esta vez mi presencia no pasó desapercibida por ella, quien durante años me había ignorado y se había burlado de mi…solo que esta vez era diferente, no solo mi cuerpo había cambiado, tomando redondeles donde antes hubo rectas, presentando curvas donde antes no había nada..ahora mi actitud era diferente me vió con sus ojos desafiantes, pero esta vez sostuve la mirada mientras ella me decía: tus tetas y ese culo no son suficiente’ pa’ Juan. No sueñe con tenelo. Juan es mío y de nadie ma’ se hizo el silencio cuando retumbó una voz que dijo: ¡yo no soy de nadie negra pretenciosa! Era Juan Bautista que se incorporaba a la proseción con su fulía, vestido solo con el pantalón blanco de siempre, que resaltaba el color obscuro de su piel, su cuerpo tallado como por un artista hacían juego con su rostro de facciones finas y sus ojos verdes que refulgían intensamente sobre todo cuando se enojaba …mucha gente le temía por su aspecto y sus ojos verdes que lo hacían desentonar con el resto de los hombres de su edad. Nadie sabía propiamente de donde había salido, decían algunos que era hijo del demonio, que hacía brujería, porque con la mirada hipnotizaba a toda mujer que se le cruzaba en el camino y luego las violaba y entregaba su alma al cachúo (forma en que llamaban al diablo en los alrededores) pero era mas un chisme que otra cosa, pues lo que realmente sucedía era que no había mujer que se resistiera a la tentación de ver esos ojos rebosantes de lujuria. Claro que el disfrutaba de cada mito contado sobre su persona y hasta se valía de ellos para quitarse a mas de uno del medio… su debilidad eran las mujeres, pero no se metía realmente con nadie, de hecho casi no se le veía en el pueblo …solo aparecía para San Juan y para San Benito, donde hacía vibrar a medio pueblo y sus visitantes con el reqpique de su fulía. Yo si me sabía parte de su historia porque la negra tomasa trabajaba para mis padres en la casa y una vez le oí contarle a mi madre que Juan Bautista era su sobrino, pero como era hijo bastardo de su hermana con el amo de la casa grande donde trabajaba lo ocultaban … esa era la razón de que Juan fuera mulato y no negro y de facciones tan finas y ojos verde jade…de pequeño pasaba poco tiempo por ahí pues el patrón si lo reconoció como hijo pero lo mandaba a estudiar fuera del pueblo. Tomasa y su hermana prometieron guardar el secreto a cambio de que el patrón le diera educación a Juan; y éste que no había tenido hijos varones accedió de inmediato. A nadie le he dicho que se ese secreto y probablemente no lo diga jamás. Viendo la actitud de Juan con las palabras de Zuleima, decidí callar y seguir caminando, dejé a todos esperando una respuesta, inclusive a Juan, que pareció luego satisfecho por la altivez con la que tomé las palabras de Zuleima. A medida que iba caminando, sentía los ojos de todos puestos sobre mi; a lo lejos, se empezaron a escuchar los tambores y su repicar constante y acompasado empezaron a transportarme como si entrara en un trance profundo, siempre me pasaba lo mismo pero esta vez fue mucho antes de pisar la playa. ¿estás bien?, me preguntó José notando que caminaba mas lento y mi cadencia al andar era mas pronunciada. Si, le contesté casi en un susurro José iba a tocarme cuando la mano del negro Matías lo detuvo en seco… Deje a “La cadera “ y solo mire lo que va a pasá’, le dijo haciéndole señas para que bajara la voz…lo mismo hizo con Carlos , Javier y María que andaban ya alegrones por efecto de la guarapita. Caminaba lentamente como guiada por una mano invisible, los tambores se escuchaban mas fuerte, pues ya estábamos a pocos pasos de la playa. Me despojé de las sandalias, de la blusa y el pequeño pantaloncillo playero que cargaba y solo cubrí a medias mis caderas con una pañoleta que llebaba antes a a modo de cinturón. Ahora me hallaba frente a la playa medio desnuda, mis pechos redondos y medianos eran solo puestos a resguardo por un pequeño traje de baño que cubría mis pezones y las aureolas. Desnuda hasta las caderas, cubiertas a medias por la pañoleta semi transparente que dejaba ver el semi hilo que llevaba puesto y que hacía aún mas sugerentes mis nalgas redondas y firmes, me desplazaba seguida por un séquito de negros y negras que comenzaban a danzar al son de los tambores José , carlos, Javier y María fueron presos de pronto por una sensación de excitación que no habían experimentado antes Al llegar a la hoguera, el ruido de los tambores era ensordecedor, acababan de encenderla y era costumbre o mas bien creencia que el retumbe de los tambores en su máxima expresión avivaba el fuego de la hoguera De súbito se hizo el silencio. ¿quién vive?, preguntó una voz áspera del otro lado de la hoguera. ¡Barlovento que viene a rendirle culto a san Juan!, gritaron todos los negros, sumándose las voces de los turistas en una misma voz. Lo siguiente era haber escuchado al viejo Melesio dar la órden de que empezara el retumbe de los tambores con la frase de siempre, “¡que empiece la fiesta!”… pero intempestivamente fue interrumpido por Zuleima que maliciosamente preguntó: ¿y de cuando acá a Barlovento lo encabeza una blanca extranjera? A lo que saltó matías como liebre: ¡esta no e’ una blanca cualquiera!...¡ e’ “La cadera e’ fuego Blanco que te vino a da’ la guerra! Zuleima iba a contestar, pero el viejo Melesio junto con Tomasa acallaron a todos : ¡silencio! Dijeron ambos. aquí no se pelea, se baila, dijo Tomasa con serenidad ¿y tu mujé’ a que ha’ venido? Preguntó el viejo Melesio mirándome a los ojos directamente. Era la primera vez, que no me llamaban niña Cata. Aunque perturbada por el cambio y la excitación del momento, respondí con serenidad. Yo he venío a rendí’ culto a San Juan, y di un paso al frente acercándome a la hoguera. Pude ver la cara de satisfacción de Tomasa por mi respuesta, pero no me moví hasta no escuchar al viejo melesio decir: Si e’ así, no hay mas na’ que decí’ …¡que comience el retumbe! ¡que San Juan ya no espera! Empezaron los tambores y las voces de las negras a entonar los cántitcos. Como era la costumbre comenzaron los niños a bailar, era tradición enseñarles desde pequeños la danza de los tambores. Me senté en posición de indio en la arena, mientras los observaba bailar. Un poco mas allá podía observar a Juan Bautista golpeteando su fulía como siempre. Era tan excitante verlo ahí, semi desnudo , con el torso brillante por el sudor que le recorría desde el cuello hacia abajo que no pude evitar que mi cuerpo reaccionara, así que mis pezones se vislumbraban erectos a través del pequeño triángulo de tela….supongo que lo notó pues pude sentir sus ojos recorriéndome el cuerpo deteniéndose justo ahí y pude ver como con la punta de su lengua humedecía sus labios carnosos, como si con eso pudiera saborear mis pezones a su antojo. Los niños cesaron de danzar y le tocó el turno ahora a los adultos que estaban ávidos de desembocar toda la excitación que tenían contenida y nada mejor que los tambores para dejar aflorar a pleno el erotismo , lo que a juicio de todos avivaba la llama de la hoguera aún mas. “le olé, olé… le olé, olá… Le olé olé… olé , olé y olá yombé… Ay San Juan Bautista de mi corazón, Yo tengo la culpa y tu tienes razón yombé……” Se escuchó cantar a Tomasa, era la invitación directa para salir al ruedo. Me puse en pie y sin esperar la mano de nadie, como hipnotizada comencé a menear mis caderas al repique del tambor.. enseguida se armó la rueda y mas de una pareja seguidos por sus instintos comenzaron a danzar cortejándose unos a otros…negros y negras contorneándose al son del tambor y la voz de tomasa que con su calidez habitual nos sumía mas y mas como en un trance colectivo Y entonces lo sentí, sentí el fuego en mi sangre el calor subiéndo ppor todo mi cuerpo …una fuerza que se apoderaba de mi en cada retumbe, haciendo que mis caderas se contornearan al mismo ritmo que la fulía de Juan; mis pechos se balanceaban siguiendo el ritmo marcado por las olas del mar rompiendo en la arena Bailé con uno, y con otro, así durante horas, no había hombre que no deseara posar sus manos en mis caderas y probar el fuego blanco que se encendía en ellas… pero ese no era mi objetivo, mi objetivo era Juan, a el le reservaba todo el fuego que de mi emergía, así que a ninguno dejé posar sus manos y cuando el éxtasis del baile llevaba a la mayor cercanía los alejaba con los empujoncitos habituales en la danza, dando a demostrar que el cortejo no me era suficiente aunque bailase desenfrenadamente. Alrededor de la media noche, el ardor de todos era como una masa de lava caliente a punto de brotar de un volcán gigante. Ahora no solo danzaba yo, acompañada por un par de negras mas, ahora se había unido Zuleima dejándo desmoralizada a mas de una por el quiebre de sus caderas ¡aaa Zuleima! Ansina se quiebran las caderas! Gritó una voz de entre el público que observaba contornearse a Zuleima al son de un repique contínuo que producían la fulía de Juan y la curbeta de melesio Táquiti tá , táquitti tá , táquiti tá tá , repiqueteaban una y otra vez los tambores de San Juan. El fuego me quemaba por dentro, el espíritu de la lujuria me invadió . ahora no solo me miraban los hombres, también las mujeres parecían hechizadas con el vaivén de mi cuerpo . Zuleima consumida por la ira , me retaba una y otra vez con los movimientos mas increíbles , parecía que en cualquier momento su sintura haría crash quebrándose en dos pedazos. Sin embargo mi atención estaba posada en los ojos de Juan que esta vez no me perdía de vista, siguiendo todos mis movimientos . con un golpe seco de tambor se hizo silencio , Juan soltó su fulía y caminó despacio hacia mi; podía verlo erecto a través del pantalón blanco que se transparentaba, húmedo por el sudor de Juan, lo que producía que se le pegara a la piel como si fuera la suya propia…. Entonces se oyó a coro “Barlovento es susangre, Barlovento es su tiera, La cadera e’ fuego blanco Ya no e’ ma’ una extranjera…” “le olé, olé… le olé, olá… Le olé olé… olé , olé y olá yombé… Juan entrelazó sus manos a las mías y empezamos a danzar. Comenzamos un cortejo lento y sensual, siguiendo el ritmo del retumbe, y a medida que iba a acelerando los compases, nuestros cuerpos se agitaban con mas desazón …obviamente entre nosotros había mas contacto del habitual en la danza, pues yo le permití posar sus manos completamente en mis caderas, rozar mis pechos y hasta posar sus manos sobre ellos…al punto de sentirlo casi siempre erguido tras de mi en un roce contínuo y subyugante entre su cuerpo y el mío. “ tiene fuego en sus caderas, Tiene sangre de mi tierra, ¡Puede sé’ que sea blanca! ¡pero baila como negra!” “le olé, olé… le olé, olá… Le olé olé… olé , olé y olá yombé… “ay san Juan Bautista, mi Santo querido Este fuego blanco, ya venció al maligno” “le olé, olé… le olé, olá… Le olé olé… olé , olé y olá yombé… Ahora el repique de los tambores se venía a su máxima expresión, cual el clímax alcanzado por una pareja al hacer el amor. Era un orgasmo compartido entre nosotros danzando con contorsiones que simulaban el acto sexual y los intérpretes de las estrofas improvisadas, a medida que iban dándose los acontecimientos. Nuestros cuerpos se volvieron uno solo, podía sentir su olor y su corazón retumbando dentro de el, bombeando todo el fuego de su interior hacia mi; ese calor me abrazaba y avivaba mi propia llama. Su sudor se mezclaba con el mío y sus manos recorrían mi cuerpo descubriendo un terreno inexplorado , pero anhelante de ser conquistado por aquellas manos; ardientes de pasión jadeantes y exhaustos y como guiados por un deseo incontenible, culminamos la danza en un beso mas que apasionado, reflejo de lo que experimentaba cada uno interiormente . Nuestros labios se unieron , nuestras lenguas se exploraron y reconocieron mutuamente, por un instante su boca fue mi boca y viseversa, nuestro sudor se mezcló y ambos corazones se sincronizaron a un mismo compás, aquel que marcaba el fin de la noche y el silencio de los tambores de San Juan, que iban desacelerando el ritmo hasta volverse un golpeteo lejano … Ante su evidente derrota,Zuleima se marchó de la playa junto con otros negros que dieron por terminada la noche, mientras se escuchaba la última estrofa que decía así: “lleva Juan bautista ‘entro el corazón A la negra blanca que se lo robó…” Le olé olé… olé , olé y olá yombé… Pasé lo que quedaba de noche con Juan como era de esperarse; hicimos el amor ahora si con toda libertad y sin pudor, fue la experiencia mas extraordinaria de toda mi vida. Cuando desperté él ya no estaba, pero dejó una nota que decía: “ esperaré con ansia la fiesta de san Juan para volver a tenerte” Sabía dentro de mi que así sería, así que me vestí y caminé descalza de regreso a casa, disfrutando de los olores matutinos de siempre …el café recién colado, las arepas asándose al fogón…olores de mi tierra, olores de mi sangre…porque a partir de hoy quedaba mas que claro que Barlovento es mi Sangre… Que Barlovento es mi tierra…que Barlovento es mi amor. Fin .
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