Huellas dactilares de hace 5.000 años

Una novedosa técnica que combina el escáner y la iluminación informática ha sacado a la luz las huellas dactilares de un hombre que vivió hace 5.000 años en Sumeria. El experto Tom Malzbender, de la empresa Hewlett-Packard, ha logrado fotografiar una tablilla babilónica con tal acierto que, pese a haber sido dada por indescifrable debido a su mal estado de conservación, ahora se lee mejor que cualquier documento actual.

Lo que más ha asombrado a los arqueólogos ha sido el hecho de poder ver plasmadas en la arcilla las marcas de los dedos del escriba. Los sumerios utilizaban tablillas de barro en vez de hojas de papiro o pergaminos y grababan los signos cuneiformes sobre ellas.

En este caso se trataba de un documento escrito por orden de un comerciante llamado Ur Ningal, que se dedicaba al tráfico de esclavos. Los departamentos de policía de varios países se han mostrado interesados por la técnica de Malzbender, que podría ayudar a resolver muchos casos criminales.

Antes de entrar al quirófano, póngase unos auriculares

A pesar de la anestesia, los pacientes pueden oír cuanto se dice en el quirófano durante la operación a la que están siendo sometidos, según los estudios realizados por los doctores Jordi Biescas y Pere Casanovas, del Hospital de Figueras, y la psicóloga Jenny Moix, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Si los cirujanos comentan la evolución desfavorable de la intervención, el enfermo puede oírles y retener esa información en el subconsciente, lo que podría complicar el postoperatorio y crearle futuros problemas psicológicos. Por ello, estos expertos recomiendan que los pacientes entren en la sala de operaciones con unos auriculares que emitan música o sonidos relajantes, ya que no se puede obligar a los cirujanos a controlar sus palabras.

Si además de llevar sobre sus hombros el peso de la intervención estos especialistas tuvieran que estar pendientes de la sensibilidad del enfermo, es fácil que sufrieran un estrés adicional.

¿Qué quieres patentar?

Piensa en los miles de inventos que han cambiado la vida del hombre: el descubrimiento del fuego, la invención del alfabeto, la imprenta, la brújula, el teléfono, los empastes dentales, las camas, el sistema de alcantarillado, los relojes, las gafas… A lo mejor todavía estás a tiempo de poner cualquiera de estos inventos a tu nombre. Todo depende de la legislación de cada país. En Australia, por ejemplo, las normas respecto a las patentes son tan indefinidas que un hombre ha podido patentar la rueda.
John Keogh, un abogado de Melbourne, asegura que no lo ha hecho por ganar dinero, sino para demostrar que puede registrarse cualquier cosa sin que las autoridades se extrañen lo más mínimo.
Mientras en Internet se registran los nombres de personajes famosos, lo que da lugar a querellas interminables, las oficinas convencionales de patentes de muchos lugares del mundo dejan numerosos resquicios para que cada cual se atribuya la patente del invento que más le guste.

Embarazo real gracias a prácticas mágicas

La continuidad de la dinastía del Crisantemo depende de una mujer y, según se asegura en medios no oficiales de Japón, ésta ha optado por someterse a unos complicados rituales mágicos con tal de darle un continuador al trono nipón.
Estamos hablando de la princesa Masako, esposa del príncipe heredero Naruhito, quien anunció oficialmente su embarazo el pasado mes de mayo, después de ocho años de infructuosos intentos. En Japón las mujeres están excluidas de la sucesión al trono, por lo que Masako debería dar a luz un varón.
El rumor que corre insistentemente se refiere a que la princesa, desesperada a causa de sus problemas de infertilidad, recurrió a unos monjes de la religión shinto, la más practicada en el país, quienes le proporcionaron unos talismanes mágicos que lleva siempre consigo y la sometieron a unas ceremonias de tipo animista, tras lo cual consiguió quedar encinta.
Parece ser que, hasta que nazca el ansiado heredero, Masako debe realizar una serie de antiquísimas prácticas que rondan la hechicería. Si descuidara estas reglas correría el riesgo de sufrir un aborto o de traer al mundo a una hembra, con lo que el problema sucesorio seguiría planteado.