Magisterio de la Iglesia

Tratado del Amor de Dios

CAPÍTULO VII

ADMIRABLE ECONOMÍA DE LA DIVINA
PROVIDENCIA EN LA DIVERSIDAD DE
GRACIAS QUE DISTRIBUYE ENTRE LOS HOMBRES

   La divina Providencia concedió una incomparable gracia a la Reina de las reinas, Madre del amor hermoso (37), singularmente perfecta. También concedió extraordinarios favores a otros seres. Después, esta Bondad soberana derramó abundantes bendiciones sobre todo el género humano y sobre la naturaleza angélica, de las cuales están como saturados, a semejanza de lluvia que cae sobre buenos y malos (38); todos fueron iluminados como por una luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (39). Todos han recibido su parte como de sementera que cae no solamente en buen terreno, sino también por el camino, entre las espinas y las piedras (40), a fin de que todos queden inexcusables (41) delante del Redentor si no emplean redención tan superabundante para su propia salvación eterna. 

   Aunque lluvia tan copiosa de gracias, Teótimo, haya sido derramada sobre el género humano, y con ello se nos haya ofrecido, a todos por igual, tamaño número de bendiciones, su variedad es tan grande que no se puede decir qué resulta más admirable, si la grandeza de todas las gracias reflejada en tan gran diversidad, o la diversidad puesta de manifiesto en tanta grandeza. ¿Quién no echa de ver que entre los cristianos los medios de salvación son mayores y más eficaces que entre los bárbaros (42) y que entre los cristianos mismos existen pueblos y ciudades donde los pastores trabajan con mayor preparación y fruto? Negar que tales medios externos son favores de la Providencia divina, o poner en duda que contribuyan a la salvación y perfección de las almas, sería ingratitud hacia su bondad excelsa y desmentir la verdadera experiencia, que nos hace ver que, ordinariamente, donde estos medios exteriores abundan, los interiores son más productivos y eficaces.

   Así como nunca se ven dos hombres perfectamente iguales en dones de naturaleza, tampoco encontraremos dos seres idénticos en los sobrenaturales. Los ángeles, como aseguran San Agustín y Santo Tomás (43), recibieron la gracia según la variedad de sus condiciones naturales. Ahora bien, todos ellos son o de diferente especie o, al menos, de diversas condiciones, puesto que se distinguen los unos de los otros por tanto, existen tantas gracias diferentes cuantas son las diversidades de ángeles. Aunque, respecto a los hombres, las gracias no se les concedan según las condiciones naturales, la Bondad divina,
 no que se complace y, por decirlo así, se entretiene en producir gracias, las diversifica de mil maneras, para que se forme el bello esmalte de su redención y misericordia: por lo cual la Iglesia canta en la festividad de todo confesor pontífice; No se ha encontrado ninguno semejante a él
(44). y como en el cielo nadie conoce el nombre nuevo salvo quien lo recibe (45), porque cada uno de los bienaventurados tiene su particularidad según la gloria que adquiere, en la tierra cada uno recibe una gracia singular, diversa de todas las demás. Así nuestro Salvador compara sus gracias a las perlas (46), las cuales, como dice Plinio (47), se llaman también uniones, porque son tan únicas cada una en sus cualidades, que no se encuentran dos enteramente idénticas; de la misma manera que cada estrella se diferencia de las otras en claridad (48), los hombres serán diferentes unos de otros en la gloria, señal evidente de que lo fueron en la gracia. Esta variedad en la gracia, o esta gracia en la variedad, produce una divina hermosura y una suavísima armonía que alegra a la santa ciudad de Jerusalén.

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NOTAS
  • (37) Eccl. 24, 24 . (volver)
  • (38)   Mt. 5, 45. (volver)
  • (39)  Io. 1, 9 (volver) 
  • (40)  Mt. 15, 5-8 (volver)
  • (41)  Rom. 1, 20.  (volver) 
  • (42)  Contra lo que se pudiera pensar, este adjetivo está usado aquí en su sentido propio, aunque espiritual. Si el cristiano en la ley de gracia pertenece al pueblo de Dios. el no cristiano será bárbaro, es decir, extranjero.  (volver) 
  • (43)  SANTO TOMAS, 1. q. 62, a. 6; Sent., 1, 1.  (volver) 
  • (44)  Eccl. 44, 20.  (volver) 
  • (45)  Apoc. 2, 17.  (volver) 
  • (46)  Mt. 13, 45,46.  (volver) 
  • (47)  Hist. Nat., 9, 35.  (volver) 
  • (48)  Cor. 15, 41.  (volver)