A Vincent Van Gogh
Acurrucado
bajo el árbol
escuchas el silbar de aquél sonido púrpura,
la manzana ya ha caído
y ves
reconstituirse ante ti
los miles de pedazos de los falsos dioses;
las cuevas
plagadas de ladrones
que inyectan el veneno,
los cuervos
que acechan
tu estoico cerebro inmaculado.
Tu lucidez se turba
y en el último
instante
de cordura
aciertas el disparo.
Sonríes,
los girasoles se cierran
sonríes,
mientras brotan de tu vientre los colores de tus cuadros.
Humbert God