MASCOTAS
Por Pablo Roca
Sentado en el sillón verde, acariciando la cabeza del perro de su compañero, le expresó su convicción de que la mascota siempre termina por parecerse al amo que lo cría. "El perro de Martín - prosiguió -, intentado hacer creer a todos que es peligroso; el perro de Nicolás, golpeándose contra la puerta interminablemente, sin terminar de entender que de esa forma no puede entrar; el gato de Santiago, tan preocupado por su apariencia; la perra de Dolores, siguiendo cuidadosamente a su rebaño; el perro de Santiago, vigilando recelosamente lo que es suyo. En fin, la lista es interminable". "Lo que me da pánico - respondió el dueño - no es que el perro que está ahí se termine pareciendo a mí, sino el que yo, por eso mismo, termine por parecerme a él". Tras decir esas palabras, le quitó bruscamente la mano de su cabeza a su mujer, miró desconcertado al perro y a su amigo, el rostro lívido, y salió casi corriendo de su casa. Entonces él, tranquilamente, se sentó en el lugar vacío y colocó la mano de la mujer, con suavidad, en su cabello.