FRAGMENTO Nro. 41: Hablemos de los Votijkx I
Por Desiderio
Nadie los conoce pero alguien
puede no negar su existencia
cuando termine el relato.
Un votijkx se caracteriza
por no tener principio
ni principios
¿Qué credo puede pactar, entonces?
No lo sé.
Iré a un pasado balbuceante:
cuando llego a las tierras de ellos
su pertenencia, su identidad
¿su idiosincrasia?
Temí ser borrado de toda conciencia
sin embargo, ellos me explicaron
que la conciencia era pacata
para estar soportándolos
así es como decidieron dejarla
en suspensión
y rebotaba inerte
entre los médanos
y el mar de Ralok
-recuerdo los colores de ese agua
pero a nadie
se le negaba de vez en cuando
un baño de conciencia;
caminaba entre ellos
qué decía sin poder distinguir
ni lo que oía
que todo me agradaba pero sí
¡Era como recibir cócteles de soma
y dosis de suero vitamínico
(la muscarina no se echaba de menos).
El balbuceo se traducía
en sonidos perennes, perfumados, que enhebraban
mis lunones en la respiración
más relajada que se puede experimentar.
Pude aprender votijkx
porque la libertad se daba por asumida
y optaba por dejarme llevar;
era tan solo eso
y no había otro cuervo secreto
lo diáfano resultaba más claro
aun porque podían verse
las ilimitadas multitudes de pureza en hebras
que resplandecían desde las verdes hiedras.
Más asombroso era verlos
usar el fuego: no conocían lumbres,
ni fósforos, ni velas; ellos mismos
con un movimiento ad hoc -que yo no podré
imitar jamás- de sus xiggchtas (*) hacían la luz.
(*) Nalgas.