Domingo
Quarracino, visto por Adrián Camps.
Se
cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Domingo Quarracino, candidato
presidencial del PSA en las elecciones de 1999, fórmula que completó como
candidata a vicepresidente nuestra compañera
Amelia Rearte.
Publicamos,
en su homenaje, una semblanza escrita por Adrián Camps (nuestro actual
candidato a vicepresidente) en Febrero de 2002:
“Domingo llegaba a las reuniones de la Mesa Ejecutiva y se ubicaba
siempre en la cabecera; no era el secretario general del Partido, pero
igualmente presidía las sesiones. Abría su saco y dejaba caer una gran cruz
sobre su pecho. Muchas veces le preguntaron como hacía para manejarse en
un partido político conformado por mayoría de no-creyentes; "nos tratamos
con respeto", contestaba con simpleza.
Quarracino en realidad estaba lejos de asumir una actitud pasiva respecto
de sus convicciones religiosas en el seno del Partido; las exteriorizaba
naturalmente, y hasta ejercía una suerte de catequesis sobre todos nosotros; él
nos hablaba de un Dios bueno que apoyaba sin miramientos la acción de todos los
que luchaban por la justicia social. Criticaba, en este caso con dureza, las
concepciones religiosas que llamaban a la pasividad frente a la opresión y la
injusticia; decía, en esos términos, comprender las
criticas
de Marx.
Cuando
fue candidato a Presidente de la República, en 1999, nos jugó una apuesta; si
superaba un cierto número de votos, todos los miembros de la Mesa Ejecutiva teníamos
que hacer una visita a Luján. Lógicamente lo tomamos en broma y le dijimos que
sí. La última reunión antes de los comicios nos recordó la promesa:
"ojo que va en serio". La polarización y la división de las boletas
en la Provincia de Buenos Aires frustraron su ilusión; si
ganaba la apuesta creo que nos hubiera llevado.
En su acción política, había temas
a los que prestaba especial atención: la deuda externa, la discriminación, la
injusticia social. También el ecologismo, el desarrollo de los nuevos
movimientos sociales, de lucha anticapitalista y antiglobalización.
Domingo estaba convencido de que la mayor parte de la
deuda externa era ilegítima y que el conjunto era impagable; es más,
creía que no había que pagarla y que la Argentina no podría encontrar un
destino de grandeza si no se plantaba con dignidad ante este flagelo; la
historia le daría la razón.
En los últimos días de su vida viajó a Porto Alegre para participar de
las jornadas anticapitalistas y antiglobalización que se desarrollaron en esa
ciudad brasileña. Domingo notaba que esos movimientos estaban tomando una
fuerza creciente en los países centrales; veía en ellos una nueva esperanza
para la renovación y el
enriquecimiento ideológico del socialismo. Nuevas concepciones para una
izquierda que en muchos aspectos sigue ligada
a planteos del pasado.
El
Socialismo de Quarracino era profundamente humanista; a él le dolían la
injusticia, la desocupación, la marginalidad y la pobreza. Su sentimiento iba
mas allá de las cuestiones ideológicas. Para Domingo muchas cosas estaban mal
y había que cambiarlas; era necesario cambiarlas. Un padre de familia
desocupado, personas sin vivienda, niños desnutridos o mendigando constituían
algo inadmisible, no solo para los socialistas sino para cualquier ser humano.
Domingo
Camilo Quarracino, irreemplazable.”
Adrián Rodolfo Camps
Candidato a Vicepresidente por el PSA
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