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4 de diciembre
SAN ANNON,(*)
Obispo de Colonia
(1075 P.C.)
El padre de Annón era un noble suabo cuya
familia había vivido tiempos mejores, por lo cual esperaba que si su hijo, que
era muy inteligente, hacía una brillante carrera secular, podría devolver a la
familia su antiguo lustre. Sin embargo, un pariente del conde Walterio, que era
canónigo en Bamberga, le persuadió de que le confiase la educación de Annón.
Así pues, el joven fue a hacer sus estudios en la escuela episcopal de Bamberga,
de la que llegó ser director. Annón, que era bien parecido, hábil, erudito y
elocuente, llamó la atención del emperador Enrique III, quien le hizo
capellán suyo en 1506. El santo tenía entonces cuarenta y seis años. Más
tarde, el emperador le nombró arzobispo de Colonia y canciller del imperio. El
nombramiento no satisfizo a todos, particularmente a los habitantes de Colonia,
pues pensaban que la familia de Annón no era bastante distinguida. Pero la
magnificencia de las ceremonias de la consagración acalló a los críticos. Ese
mismo año murió Enrique III; el gobierno del imperio pasó nominalmente a
manos de su esposa, Inés de Poitou, quien debía ocupar la regencia durante la
minoría de Enrique IV. Era ésta una mujer bondadosa, que carecía de talento
político y era incapaz de hacer frente enérgicamente a las circunstancias. Su
política le enajenó a los nobles. En Pentocostés del año 1062 Enrique fue
raptado y trasladado a Colonia. Annón fue nombrado tutor del niño y regente
del imperio, junto con Adalberto, obispo de Bremen. Cuando el joven monarca
creció, se sacudió la tutela de San Annón y dio mano libre a Adalberto. En el
cisma que provocó contra el Papa Alejandro II el antipapa Cadalo de Parma, Annón
encabezó a los obispos alemanes que apoyaban a Alejandro. A pesar de ello, se
le convocó a Roma, acusado de haber estado en contacto con Cadalo. Como si
fuese poco, dos años después, fue acusado de simonía; pero consiguió probar
su inocencia. Desgraciadamente, el santo no se vio libre del nepotismo, que era
tan común entre los obispos de su época; en efecto, concedió muchos
beneficios a sobrinos y partidarios y, en una ocasión eso acarreó la ruina al
beneficiario. |