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EL
MES 
DE
MARÍA

   El Mes de María es tiempo de gracias y bendiciones especiales para los devotos de Nuestra Señora que quieran aprovecharlas siguiendo, de acuerdo a las preferencias y posibilidades de cada uno, esta tradicional devoción de la Iglesia, tan grata a los ojos de Nuestra Dulcísima Madre.

   Así como los fieles católicos acostumbran a saludarla tres veces cada día, a la mañana, al mediodía y a la noche, con el rezo de1 Angelus, que recuerda la Anunciación que le hiciera el Arcángel san Gabriel y la Encarnación del Verbo de Dios en Sus Purísimas entrañas, y así como se ha dedicado el sábado de cada semana para honrarla de una manera especial; así también pareció justo dedicar un mes entero en homenaje de tan Excelsa Señora, pidiendo durante él insistentemente Su amorosa protección.

   En Europa, donde tuvo origen esta práctica, se eligió el mes de Mayo, en plena primavera. En nuestra Patria el mes dedicado a la Santísima Virgen Madre de Dios es el que precede a la fiesta de Su Inmaculada y purísima Concepción.

   Se eligió este mes para poder ofrecer a la Santísima Virgen las mejores flores de los jardines junto con las oraciones, penitencias, actos de virtud, y toda clase de homenajes que no han tardado en llamarse "flores espirituales".

   Otro motivo influyó para elegir este mes. Con la llegada de la primavera aumentaban las modas indecentes, se multiplicaban los pecados, particularmente aquellos que van contra la pureza. Qué decir de esto en nuestros tiempos, cuando ya no cabe duda de que han llegado aquellas modas que anunciara dolorosamente Nuestra Señora de Fátima, esas modas que tanto ofenden al Señor y que los católicos no deben seguir. Estamos en una época de materialismo asfixiante, de inmoralidad sin precedentes que llega hasta la degeneración, corrompiendo todas las costumbres aun en los hogares que hasta hace, no mucho tiempo podían llamarse cristianos.

    El bendito Mes de María es tiempo oportuno para que aquellos que pretendemos amar y servir a la Llena de Gracia, a la Toda Santa, volvamos a las costumbres y prácticas cristianas, cuidando con el máximo celo la santidad de nuestros hogares, no permitiendo que en ellos entre nada que ofenda a Dios ya Su Madre Gloriosa, cuidando especialmente la pureza, el candor y la inocencia de los niños y de la juventud. Si bien esto parece  imposible ante la ola demoníaca que nos invade, no lo es si nos entregamos total y absolutamente con todo lo nuestro y todos los nuestros en el horno ardiente de Caridad que es el Inmaculado Corazón de María. En esta Arca Sagrada y esgrimiendo el Santo Rosario podremos retornar nuestros pasos a Dios y lograr que la sociedad entera vuelva a ser una sociedad cristiana.

   Celebremos el Mes de María con el corazón puesto en Su Inmaculado Corazón y si por alguna causa nos retrasamos en empezarlo, o habiéndolo empezado lo dejamos algunos días, no importa, humillémonos ante Dios por nuestra fragilidad humana y pidiéndole Su Gracia continuemos adelante; no olvidemos que nunca es más peligroso el demonio que cuando se viste de ángel de luz, y este enemigo del género humano trata por todos los medios de que no le tributemos nuestra veneración a Aquella Mujer vestida de sol, con una corona de doce estrellas y que tiene la luna a sus pies, el demonio trata de apartarnos de la verdadera devoción a la Virgen Madre de Dios pues desea nuestra condenación, pero Ella, que desde el instante de Su Inmaculada Concepción le aplastó la cabeza, está velando sobre los que suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, para que luego de esta vida podamos gozar de las eternas delicias de la Visión de Dios en el Cielo.

   Celebremos con especial fervor este mes. Que durante este mes no falte en los hogares de los devotos de María Santísima el trono especial para Ella, en el mejor sitio posible, adornado con flores, velas y de la manera que Nuestro Señor les inspire para honrar a Su Bendítísima Madre. Allí, al reunirse todos los días la familia para honrar a Su Reina y Señora con el Santo Rosario, con oraciones, cánticos y flores espirituales recibirán innumerables gracias para convertir sus costumbres y poder vivir en adelante consagrados totalmente a tan Augusta Madre. *

Haced, Señora, que en nuestros hogares nunca se olvide esta tierna costumbre de recitar vuestro Santísimo Rosario; pues en él tenemos el arma más segura para burlar los inicuos proyectos del enemigo de Dios, empeñado hoy en destruir la familia cristiana, y el medio más eficaz para atraer sobre nosotros las bendiciones del cielo. Amén.