Sed perfectos como vuestro
Padre celestial es perfecto.
(Mateo, 5, 48).
San Pedro Celestina mostró desde su infancia que
había nacido para el cielo, pues, desde entonces, decía a su madre: Quiero
ser un buen servidor de Dios. Después de haber estudiado las ciencias
humanas, se retiró a la soledad para conversar familiarmente con los habitantes
del paraíso. Jesucristo, su Santa Madre y su buen Ángel a menudo se le aparecían.
Su fama de santidad lo elevó al trono de San Pedro; pero su humildad hízole
dejar la primera dignidad del mundo para volver a su querida soledad. Murió
santamente, después de haber fundado la orden de los Celestinos.
MEDITACIÓN
SOBRE
LOS TRES GRADOS QUE
HAY QUE SUBIR PARA LLEGAR
A LA PERFECCIÓN
I. Todos debemos tender a la perfecci6n
cada cual en su estado. Tú, que estás en el mundo, observa por lo menos
los mandamientos de Dios y de la Iglesia, no cometas nunca pecado mortal
alguno y practica buenas obras: he ahí lo que Dios te pide; si lo haces,
te salvarás. ¿Hay acaso algún mandamiento de Dios que no puedas
cumplir? Tu avaricia y tus pasiones exigen de ti cosas mucho más difíciles,
y tú las obedeces. Es el demonio quien manda, ¡Y se le escucha! (Tertuliano).
II. Para ser perfecto, no hay que
contentarse con guardar los mandamientos, también hay que seguir los
consejos que Jesucristo ha dado en el Evangelio: vivir en la pobreza, en
la castidad y en la obediencia; éstos son tres votos que nos desapegan
del mundo y de nosotros mismos para unirnos estrechamente al Señor. ¿Tú,
a quien Dios ha concedido la gracia de llamar a su casa, con cuánta
fidelidad cumples lo que le has prometido tan solemnemente?
III. Las almas que quieren llegar a la
cumbre de la perfecci6n no sólo siguen los mandamientos y los consejos
evangélicos. Son también fieles a las inspiraciones secretas por las
cuales Dios les manifiesta su voluntad. Dios tiene grandes proyectos sobre
ti: escucha lo que te dice en el fondo del corazón, no resistas las
gracias particulares que te concede. No basta, evitar el mal, es preciso
también hacer el bien. Aquél que conoce el bien y no lo practica,
comete pecado. (Santiago).
El deseo de la perfección
Orad por la Orden de los Celestinos.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis elevado al bienaventurado
Pedro Celestino al sumo Pontificado, y le habéis enseñado a preferir una vida
humilde al brillo de la dignidad suprema, concedednos la gracia de despreciar,
siguiendo su ejemplo, todas las grandezas del mundo, y llegar felizmente a las
recompensas prometidas a los humildes. Por J. C. N. S. Amén.
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