Estos dos santos
se celebran juntos pues ambos fueron compañeros en el
martirio, a finales del siglo XIV. Juan había nacido en Cetina, cerca de
Zaragoza, y pasó sus primeros años al servicio de un militar. Se retira a San
Ginés, no lejos de Cartagena y de allí a la comarca de Monzón, donde se hace
franciscano. Pasa por Barcelona y Chelva (Valencia), donde desarrollará una
gran actividad misionera. Decidido a anunciar el evangelio a los musulmanes,
marcha a Roma, donde pide las debidas licencias para ejercitar su ministerio
entre los musulmanes del reino moro de Granada. En esta tarea se le unirá Pedro de Dueñas, también franciscano y que había
renunciado a la vida en la corte para entregarse al anuncio del Evangelio. El
caso es que tal era la fama evangélica que cobraron estos dos franciscanos, que
el rey sarraceno Mohamed manda encerrarlos en una mazmorra, azotarlos y,
finalmente, decapitarlos. La sentencia fue cumplida en la primavera del año
1397.
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