Altares del ayer,
donde la gloria
de Cristo revelaba su
esplendor
en cada misa. Hoy sois
sólo el motor
de mi amarga y febril
jaculatoria.
Han arrasado con la
iglesia. El culto
al hombre
encomia la herejía
y suman a Tu
pan de cada día
desolación
e insulto tras insulto.
Pero aquí estoy Seńor.
Si de consuelo
te sirve,
fiel a nuestra tradición.
Entre
santos, retablos y un cristiano
amor a tu sagrario
que es el cielo
donde te
hallo tras cada confesión,
católico,
apostólico, romano.
Jorge Antonio Doré* |