Jesús,
Amado mío,
al
pie de tu calvario
quiero,
todas las tardes,
arrojarte
mis flores,
deshojarte
mi rosa
-mi
rosa primavera-
y
enjugar con sus pétalos
tu
llanto, mi Señor.
¡Arrojarte
mis flores,
ofrecerte
en primicia
sacrificios
pequeños,
mis
suspiros más leves,
mis
dolores más hondos,
y
mi dicha y mis penas...
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arrojarte
mis flores
y
mi rosa, Señor!
De
tu inmensa belleza
se
ha prendado mi alma.
Yo
quiero prodigarte
mis
flores y perfumes,
por
tu amor arrojarlos
sobre
el ala del viento
e
inflamar corazones
para
ti, mi Señor.
Y
cuando sufro y lucho
por
salvar pecadores,
arrojarte
mis flores.
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Mis flores
son el arma
que
me da la victoria.
Te
desarmo y te venzo
con
mis flores, Señor.
Mis
flores con sus pétalos
acarician
tu rostro
y
te dicen que es tuyo
todo
mi corazón.
De
mi rosa en deshoje
tú
entiendes el lenguaje,
miras
y le sonríes
a
mi amor tú, Señor.
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¡Arrojarte
mis flores,
repetir
mi alabanza
es
mi única alegría,
es
todo mi placer
en
este oscuro valle
de
sombras
y
de lágrimas!
Al
cielo pronto iré,
con
los pequeños ángeles
iré
a arrojarte flores
¡mis
flores, oh Señor!
Santa
Teresa de Lisieux
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