Cerro Monje

Cerca de San Javier, y separada del pueblo por el arroyo Guerrero, existe un cerro coronado por una capilla. El origen de este santuario se debe a una promesa. Fué en el año 1867, cunado naufragó en el Río de la Plata un buque italiano, toda la tripulación y los pasajeros perecieron, sólo el capitán de unos 45 años seguía luchando por sobrevivir, cuando ya perdía la esperanza, hizo una promesa: "si me salvo, haré penitencia durante 30 años".

Con una Chalupa remontó el río Uruguay y escaló el abrupto Cerro. Al llegar a la cúspide, en una planicie, apoyó su cayado sobre una piedra, dueña y señora del maravilloso paisaje, surgiendo de ella un chorro de agua cristalina como dándole a entender que el Altísimo solicitaba que se quedara en el lugar .

Vestía burdo Sayal, dejó crecer su barba y cabellos y preparaba remedios caseros con yuyos que juntaba en la zona.

Se dedicó a evangelizar a los lugareños, a quienes enseñaba oraciones y cánticos litúrgicos en latín.

Allí el monje en su modesta capilla guardaba inágenes sagradas y entre ellas se destaca el "Señor del Hueso" imágen que se cree provenia de alguna reducción jesuítica del Brasil.

A unos 200 metros más abajo en la pendiente brotaba abundante agua limpia formando una cascada; había allí una gran cruz que los penitentes debían llevar en procesión hasta la capilla. Junto a la misma había una calavera humana, delante de la cual hacían sus meditaciones. El camino de procesión estaba marcado con otras cruces, en cada una de ellas se hacía una larga estación. Hoy en su lugar existe un hermoso Vía Crusis construñido por piedras del lugar y artísticas mayólicas. Es una de las bellezas turísticas más importantes de San Javier.

 

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