Los Jesuitas en Misiones

Las Misiones jesuíticas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1983/84, teniendo en cuentra que su conjunto arquitectónico representa una etapa significativa de la historia de la humanidad. Este Patrimonio comprende las Ruinas de San Miguel de las Misiones (en Brasil) y las cuatro establecidas en la Argentina: San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor, todas construídas en el corazón de la selva tropical. 
 

Misiones conserva entre los mejores capítulos de su historia, el de las reducciones jesuíticas, instaladas para civilizar a los indígenas.

Además, en consonancia con la extraordinaria belleza de su entorno, muestra las ruinas de esos asentamientos de los siglos XVII y XVIII, que estuvieron a cargo de los sacerdotes católicos de la Compañía de Jesús. El conjunto de ruinas, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, es actualmente uno de los principales polos de atracción turística de la Provincia.

Los documentos de la época demuestran que en las comunidades organizadas vivían los misioneros e indígenas en busca de fe y con una constante vocación laboral, que unida al esfuerzo progresista produjo luego un profundo desarrollo social cultural, despertando la atención del mundo occidental.

 

La labor se extendió hasta 1768, fecha en que los jesuitas fueron expulsados. Los pueblos de las misiones prácticamente desorganizaron, y las reducciones quedaron expuestas a las inclemencias del tiempo y de los años. De todas las ruinas del territorio argentino (la compañía de Jesús extendió sus dominios aún en territorios del actual Paraguay y Brasil), las que presentan el mayor grado de conservación merced a los sucesivos trabajos de restauración, son las deSan Ignacio Miní, ubicadas en la localidad el mismonombre,próximas al río Paraná. Están situadas a la vera de la ruta nacional 12, distante 60 kilómetros de Posadas, y a 280 kilómetros de las Cataratas del Iguazú.

 

En este predio funcionan el Museo y Centro  de Investigación; además, es posible disfrutar de un espectáculo incomparable de luz u sonido. Fundada en 1632, en su época de mayor apogeo, esta misión contabacon más de 3.300 habitantes. La Plaza de Armas se ubicaba en el centro de la reducción, frente a ésta la iglesia lindante con el cementerio y las residencias de los jesuitas. Afortunadamente, el templo y su monumental fachada se han conservado muy bien,  y sobreviviendo al paso de los siglos es posible apropiar los gruesos muros de asperón rojo, el material utilizado en la construcción.

San Ignacio también cuenta con otros atractivos turísticos:

En cuanto a las ruinas que correspondieron a la misión de Nuestra Señora de Loreto, están ubicadas en la localidad homónima a pocos kilómetros de las de San Ignacio. Fundada en dos oportunidades, en 1632 y 1686, cobraron singular importancia durante el período de apogeo de los jesuitas. Allí se fabricaban lienzos, y era considerable la producción de yerba mate. El avance de la selva no encontró resistencia para derruir sus muros, y en la actualidad quedan pocos vestigios de sus construcciones.

Un poco más al Sur, siempre por la ruta 12, luego de recorrer durante un kilómetro un camino vecinal de tierra, y a escasos tres mil metros del núcleo urbano de la localidad homónima, se hallan las ruinas que corresponden a la Reducción de Santa Ana, fundada en 1637. Es factible ver los rastros de o que fue la primera estructura productiva de esta reducción: aguadas, solares, huerto y sistema de riego escalonado. Finalmente, el circuito termina con las ruinas de la Misión de Santa María la Mayor,

Recostada contra el río Uruguay, en la localidad homónima, del departamento de Concepción de la Sierra, a unos 40 kilómetros de Apóstoles y distante a unos 130 kilómetros de Posadas, Declarada monumento histórico Nacional en 1945, apenas dos años más tarque que San Ignacio Miní y casi cuatro décadas antes que Santa Ana y Loreto. Sin embargo resulta poco conocida. La razón es por su posición marginal respecto del mayor atractivo de la región: "Las Cataratas del Iguazú". Lo curioso del caso es que nació muy cerca de los saltos que Alvar Nuñez Cabeza de Vaca gozó por adelantado. En 1926, sobre la horqueta que forman los ríos Paraná e Iguazú, el padre Diego de Boroa estableció Santa María del Iguazú, una de las tres reducciones destinadas a custodiar la  estratégica ruta del Alto Paraná. No duró mucho. Expuesta como ninguna a los bandeirantes, que ya habían asolado las misiones del Guayrá, debió mudarse site años después al nordeste de Concepción, sobre el río Uruguay.

Al poco tiempo era una importante centro ganadero. Pero en 1961 debió ceder dos tercios de su gente para que se fundara  San Lorenzo en las Misiones Orientales (hoy Río Grande Do sul, brasil). con la merma vino el traslado a su sitio definitivo. Allí la imprenta itinerante de las Misiones (fruto del ingenio de los padres y el don artesanal de los aborígenes) produjo dos obras capitales: el arte y el vocabulario de la Lengua Guaraní de Antonio Ruiz de Montoya, el "Apóstol de los Guaraníes". Además, Santa María comenzó a recuperarse de la sangría poblacional. Pero fué la luz de un fósforo. Enseguida sobrevino un derrumbe estrepitoso, desencadenado por guerras, hambre y epidemias.

Se entiende que en 1767, cuandos Carlos III expulsó a los Jesuitas de América, sólo quedaran en Santa María la Mayor mil habitantes. Demasiado poco para afrontar airosamente el período de dcadencia que siguió a la expulsión. El golpe de gracia corrió por cuenta del general portuguez Chagas Santos. Sus tropas saquearon e incendiaron lo que restaba del antiguo pueblo en 1817, intentando quebrar la resistencia de los guaraníes liderados por el Legendario "Andres Guacurarí". Luego Santa María se convirtió en una cantera de tejas y piedra para los colones que repolaron la comaraca. y la selva tragó lo que no pudieron   o no osaron llevar, imponiendo a sus ruinas el ornato de helechos, luianas y follajes.

Hoy, tras inumerables tareas de limpieza, sus muros de piedra tacurú lucen libres de vegetaciones, y un centro de interpretación descubre los secretos de su historia. Pero, abrazada por el monte, Santa María continúa reteniendo ese agreste encanto.

A pesar el implacable paso del tiempo, los muros de las viviendas de los religiosos, los talleres y el colegio están conservados. En relación con el modelo urbano de las otras reducciones, esta misión tiene una particularidad: la presencia de una secuencia de plazas y plazoletas, algo que llamó la atención de los historiadores. Administradas como verdaderos "estados teocráticos", los misioneros intentaron llevar adelante una tarea titánica: reducir y cristianizar a los indios, organizar un poder económico y militar, y construirse en un freno contra los paulistas que comercializaban indígenas y piedras preciosas. Con aciertos y errores, la experiencia ingresó a la historia como un fenómeno al que no se le ha dejado de prestar atención.

 

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