El Manifiesto del pueblo argelino
Argel, 10 de
febrero de 1943.
“Argelia
se encuentra desde el 8 de noviembre último bajo ocupación de las fuerzas
anglo-americanas.
Esta
ocupación, al aislar la colonia de la metrópoli, ha provocado entre los
franceses de Argelia una verdadera carrera por el poder. Republicanos, gaullistas,
realistas, israelitas, cada grupo, por su lado, intenta revalorizar su
colaboración a ojos de los Aliados, y vigila en defensa de sus intereses
particulares.
En
medio de esta agitación cada uno parece ignorar hasta la misma existencia de
los 8 millones y medio de indígenas.
Sin
embargo, la Argelia musulmana, aunque indiferente a estas rivalidades, queda
vigilante y atenta a su destino.
Hoy
los representantes de esta Argelia, respondiendo al voto unánime de sus
poblaciones, no pueden sustraerse al imperioso deber de plantear el problema de
su porvenir.
Al
hacer esto, en nada pretenden renegar de la cultura francesa y occidental que
han recibido y que les es tan querida. Por el contrario, es extrayendo de las
riquezas morales y espirituales de la Francia metropolitana y de la tradición
de libertad del pueblo francés, donde encuentran la fuerza y la justificación
de su acción presente.
Conscientes
de sus responsabilidades ante Dios, estos representantes traducen aquí,
sincera y fielmente, las aspiraciones profundas de todo el pueblo argelino
musulmán.
Este
Manifiesto, más que una requisitoria, es un testimonio y un acto de fe.
Por
segunda vez a lo largo del siglo XX, el mundo entero combate por el triunfo de
la Justicia y del Derecho, por la liberación de los pueblos (...) La paz de
1918 ha costado cara. El sacrificio de los combatientes, de todas las
nacionalidades y religiones, ha sido vano. Las ambiciones de los pueblos
fuertes y la injusticia que engendran, han sobrevivido al supremo sacrificio de
los muertos.
Hoy
las declaraciones de ciertos hombres de Estado están tan llenas de
contradicciones y ambigüedad que es de temer que la paz de mañana contenga, por
el egoísmo y el imperialismo de las grandes naciones, por la debilidad y
pusilanimidad de los pequeños pueblos, los gérmenes de una guerra futura.
No
obstante, las responsabilidades que pesan sobre las grandes naciones pesan
también sobre los pequeños pueblos y los individuos. Colocado frente a esta responsabilidad,
el pueblo argelino, en su deseo de servir a la vez a la Paz y a la Libertad,
eleva su voz para denunciar al régimen colonial que le ha sido impuesto, para
recordar sus protestas anteriores y ~ reivindicar su derecho a la vida (...)
Orgulloso de esta
declaración, el pueblo argelino pide, desde hoy a fin de evitar todo
malentendido y cerrar el camino a las pretensiones y ambiciones que pudieran
nacer mañana:
a) La condena y abolición de la colonización,
es decir, de la anexión y explotación de un pueblo por otro (...)
b) La aplicación para todos los países, pequeños y
grandes, del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos,
c) La dotación a Argelia de una Constitución
propia que garantice:
1) La libertad e igualdad absoluta de todos
sus habitantes sin distinción de raza o religión.
2) La supresión de la propiedad feudal
por una gran reforma agraria y el derecho al bienestar del inmenso proletariado
agrícola.
3) El reconocimiento de la lengua árabe
como lengua oficial, al mismo título que la francesa.
4) La libertad de prensa y el derecho de asociación.
5) La instrucción gratuita y
obligatoria para los niños de ambos sexos.
6) La libertad de culto para todos los
habitantes y la aplicación a todas las religiones del principio de la
separación de la Iglesia y del Estado.
d) La participación inmediata y efectiva de los
musulmanes argelinos en el gobierno de su país (...) Sólo este gobierno podrá
realizar, en un clima de unidad perfecta, la participación del pueblo argelino
en la lucha común.
e) La liberación de todos los condenados y
presos políticos, al margen de su filiación.
La garantía y
realización de estos cinco puntos asegurará la entera y sincera adhesión de la
Argelia musulmana a la lucha por el triunfo del derecho y la libertad (...).
Acepta [el pueblo
argelino] todos los sacrificios. Corresponde a las autoridades responsables
aceptar su libertad.