Postura
Cristiana
Este
es un artículo sobre el Secretario nacional del "Grupo de investigación e
información sobre las sectas" y director editorial de las revista
"Religioni e Sette nel mondo"
L`Osservatore
Romano,
24 enero, de 1997.
"Sobre el creciente y preocupante fenómeno de las prácticas relacionadas
con el culto de las sectas satánicas".
En
la sociedad actual está asumiendo una inesperada dimensión la adhesión a
sectas satánicas, la participación en los ritos introducidos por éstas, la
invocación de seres demoníacos el culto personal y solitario del demonio, y la
afirmación de ideas provenientes del ambiente satanista.
Antes de ilustrar en grandes líneas el complejo fenómeno del satanismo
contemporáneo, es oportuno intentar una definición del mismo. Esto se puede
hacer de modo, por decirlo así, general, como también en particular, es decir,
con específica y exclusiva referencia a aspectos singulares: teológicos,
antropológicos, psicológicos, jurídicos y sociológicos. Si centramos la
atención en una definición de tipo general, podemos afirmar que hablamos de
satanismo cuando nos referimos a personas, grupos o movimientos que, de forma
aislada o más o menos estructurada y organizada, practican algún tipo de culto
(por ejemplo: adoración, veneración, evocación) del ser que en la Biblia se
indica con los nombres de demonio, diablo o Satanás. En general, tal entidad es
considerada por los satanistas como ser o fuerza metafísica; o como misterioso
elemento innato en el ser humano; o energía natural desconocida, que se evoca
bajo diversos nombres propios (por ejemplo: Lucifer) a través de particulares
prácticas rituales.
Las sectas satánicas
Los grupos y los movimientos satánicos son, sin duda, muy diversos. Algunos están
relacionados entre sí, otros no; ciertos grupos son desconocidos hasta para
las, mismas personas que frecuentan el ambiente satanista. Hay sectas cuya
existencia es efímera o casi virtual; otras, con el tiempo, dejan de actuar o
en algún caso continúan en forma oculta; algunas actúan públicamente, otras
de modo secreto. Por otra parte, casi todas sufren cismas con mucha frecuencia,
es decir, que un grupo se divide en uno o más troncos, los cuales a su vez se
separan en otras ramas y así sucesivamente.
En Estados Unidos se encuentra, sin duda, la mayor concentración de grupos satánicos
que podríamos definir como conocidos, es decir, que actúan más o menos
abiertamente; y es también en
ese país donde podemos encontrar las mayores referencias bibliográficas sobre
el satanismo contemporáneo. Entre los grupos conocidos que han surgido en
Estados Unidos y están todavía en actividad encontramos: Church of Satan,
Temple of Ser, Order o[ the Black Ram, Werewolf Order, Worldivide Church of
Satanic Liberafion, Church of War. Entre aquellos que después de algunos años
parece que han dejado de actuar encontramos: Church of Satanic Brotherhood,
Brotherhood of the Ram, Our Lady of Endor Coven, The Sairanic Orthodox Church of
Nethilum Rite, The Satanic Church; existen, además, organizaciones sobre las
cuales es difícil establecer si han cesado o no su actividad, como, la
denominada Ordo Templi Satanis cuyos escritos tienen cierta difusión a través
de Internet.
Otro grupo satanista que ha tenido cierta notoriedad, también después de la
observación que como participante ha hecho el sociólogo americano William Sims
Baintiridge, es "The Process Church of the Final Judgement", surgido
en 1965 en Inglaterra y difundido en algunos países, sobre todo en Estados
antes de su escisión en dos grupos diversos; actualmente "The
Process" se ha extinguido. En Inglaterra se ha detectado también la
presencia de otras dos organizaciones satánicas conocidas: "Order of the
Nine Angles" y "Dark Lily", mientras en Nueva Zelanda actúa e
grupo Ordo Sinistra Vivendi, anteriormente denominado Order of the Left Hand
Path. En Italia, entre las sectas satánicas de las que se sabe algo, por. que
de un modo u otro han llegado a la notoriedad de la crónica, podemos citar:
Bambini di Satana, Chiesa di Sata na di Filippo Scerba Chiesa Luciferiana di
Efrem Del Gatto, Impero Satánico della Luce deglo Inferí o Seguací del
Maestro Loitan.
Existen también grupos que no se presentan como satánicos y que, por ejemplo,
afirman que practican ritos paganos para entrar en armonía con las fuerzas
ocultas de la naturaleza, pero en realidad ponen de manifiesto aspectos que
permiten su ubicación dentro del multiforme mundo del satanismo.
Los ritos, los
símbolos y las prácticas satánicas
Los ritos introducidos por cada secta se basan, muchas veces, en modificaciones
aportadas a ritos preexistentes. De todos modos, en líneas generales se puede
decir que los ritos satánicos sirven a los fines del celebrante y son un
conjunto de gestos y de palabras orientados a provocar un cambio de las
situaciones o acontecimientos que se considera que no se pueden obtener a través
de medios o instrumentos comunes. Cuando por medio de tales ritos se pretende
mandar una maldición o realizar algún hechizo, por ejemplo, con respecto a una
persona concreta, se piensa que el mejor momento será por la noche, en un
particular período de tiempo en el cual la persona está dormida (por ejemplo,
dos horas antes de despertar); este es uno de los motivos por los cuales los
ritos satánicos comienzan, en general, en las horas nocturnas; mientras que la
elección de lugares precisos para realizarlos, dentro o fuera de la ciudad,
probablemente depende de la posibilidad de organizar todo con cierta reserva y,
en algunos casos, de la presencia en dicho lugar de cementerios o de iglesias
desconsagradas. No se puede excluir que durante los ritos satánicos, algunos
grupos lleguen a perpetrar actos de escarnio o profanación de cadáveres,
violencias físicas incluso sobre menores y hasta homicidios rituales.
La agrupación en la cual se inspiran algunas sectas satánicas más recientes
es la "Church of Satan", fundada en Estados Unidos en 1966 por Anton
Szandor La Vey. El símbolo de esta secta es es llamado sello de Baphomet o sea,
la cabeza de un chivo dentro de un pentáculo invertido (estrella de cinco
puntas boca abajo), inscrito en un círculo con cinco letras hebreas en el
extremo de cada punta y todo esto, a su vez encerrado en otro círculo. La Vey
es autor de tres libros, que constituyen un punto de referencia para el mundo
satánico contemporáneo: The Satanic Bible, Complete Witch, Me Satanic Rituals.
En este último se encuentran diversos ritos oficiados en latín, inglés francés
y alemán.
El rito principal de todo grupo satanista, es decir, la misa negra, ha sido
descrito por La Vey tanto en "The Satanic Bible" como en "The
Satanic Rituals". Los diversos grupos satánicos introducen modificaciones
respecto al rito aplicado por La Vey, quien lo ha establecido siguiendo el
modelo de las más antiguas misas negras europeas, y que se inspira, entre
otros, en los escritos del poeta frances Charles Baudelaire (1821-1867) y del
escritor Charles Georges Huysmans (1848-1907).
El rito es oficiado por un celebrante, un diácono y un subdiácono; como
instrumentos se usan algunos cirios un pentáculo invertido, un cáliz lleno de
vino o de licor, una campanilla, una espada, un aspersorio o falo, y un
crucifijo invertido; también se usa una Hostia auténticamente consagrada. El
altar de la misa negra es una mujer desnuda y los participantes llevan vestidos
negros con capucha. El rito imita, más o menos, el de la misa católica con las
oraciones recitadas en latín, inglés y francés. Naturalmente, en lugar de
invocar el nombre de Dios se invoca el de Satanás; se invocan nombres de
diversos demonios; se recita el Padre nuestro en sentido contrario y negativo
(padre nuestro que estás en el infierno); se lanzan invectivas contra
Jesucristo, y la Hostia es profanada de varias maneras (utilizándola en prácticas
sexuales, pisoteándola repetidamente con odio).
Las creencias
satánicas
Las creencias satánicas pueden variar de uno a otro grupo. Por ejemplo, hay
quien ve en Satanás un ser más o menos simbólico, expresión, al mismo
tiempo, de la transgresión y del racionalismo; y en los ritos, una especie de
psicodrama brutal que tiene por finalidad liberar al fiel de los
condicionarnientos religiosos, morales y culturales que provienen de su
ambiente. Algunos satanistas que se reconocen en esta descripción afirman que
«el Satanismo es una religión de la carne. Para el satanista la felicidad se
debe encontrar aquí y ahora. No existe el cielo para ir después de la muerte y
tampoco el infierno de fuego como castigo para el pecador». En cambio, hay
quien ve en Satanás un ser real, príncipe de las tinieblas, al cual es posible
dirigirse mediante rituales mágicos para obtener favores de diverso género. Y
también quien ve en Satanás, particularmente en Lucifer, una figura positiva
que se opone a la acción del Dios de la tradición judeo-cristiana, considerada
negativa.
En general, es difícil dar una definición unívoca de las creencias a las que
se refiere una determinada secta satánica. Por ejemplo, el satanismo
introducido por la Vey, en algunos aspectos ve el mal comió fuerza vital e
impersonal, objeto de un culto- a través de rituales precisos- por medio del
cual se pueden dominar las facultades destructivas propias de tal fuerza; por
otro lado, resulta claro que La Vey, en algunos ritos -aunque en clave metafórica-
se dirige al demonio como a un ser personal, creando, por lo tanto, la ambigüedad
de fondo, que es típica del ambiente satanista. Se puede notar una ulterior
contradicción en quien practica los absurdos rituales de la Church of Satan, en
los cuales hay una precisa y virulenta contraposición al Evangelio, a la
Iglesia y a su liturgia: si una persona no cree ni en Satanás, ni en Dios, ni
en la Iglesia, ni en el Sacrificio eucarístico, no se ve por qué se deba empeñar
tan fanáticamente en las misas negras.
La aproximación
al ambiente del satanismo
Algunos de los caminos por los cuales es más fácil entrar en contacto con un
grupo satanista son: la frecuentación de ambientes esotéricos, mágicos y
ocultistas hasta llegar a habituarse a las ideas y prácticas de los mismos, y
al deseo de ir más allá para experimentar nuevas vías de conocimiento;
la participación en reuniones espiritistas para la evocación de seres
particulares, en las cuales no es difícil que se llegue a la invocación de espíritus
demoníacos y donde se puede encontrar a quien participa también en ritos satánicos;
el recurso a los magos para afrontar problemas de diverso género que, como
muchas veces se prolongan en el tiempo, se trata de solucionar hasta con el
recurso a la llamada magia negra, la cual casi inevitablemente introduce en el
mundo de los ritos satánicos llevados a cabo por individuos o grupos más o
menos organizados; la atracción idolátrica que se manifiesta con respecto a
ciertos cantantes y grupos de música rock, a los cuales se permite -mediante el
mensaje de sus canciones- blasfemar e invitar al suicidio, al homicidio, a la
violencia, a la perversión sexual, al uso de droga, a la necrofilia y a la
implicación en el satanismo.
Los motivos que llevan a la práctica de ritos satánicos son muy diversos y
entre éstos podemos encontrar: la convicción de obtener ventajas materiales de
diverso tipo, incluso con perjuicio para otras personas; la voluntad de «contestar»
a la sociedad de modo excéntrico y transgresivo; una morbosa atracción hacia
lo que es pavoroso y horrendo, tal vez dictada por el deseo inconsciente de
exorcizar los propios miedos; la respuesta violenta a traumas, a veces sufridos
en la infancia; la adquisición de poderes particulares que se cree que pueden
obtenerse por medio de conocimientos ocultos y por la participación en
determinados ritos; la satisfacción de desviaciones sexuales a través de
experiencias inusuales, que tienen como base algo de oscuro y ritual.
Diversos problemas de la sociedad contemporánea contribuyen, ciertamente, a
hacer que el terreno para la siembra satánica sea más fértil, y entre éstos
encontramos: la soledad del individuo dentro de la masa impersonal y amorfa; el
impacto con ambientes que denigran al cristianismo o que en su propia visión
tratan de diluirlo; la disgregación de la familia a causa del debilitamiento o
de la pérdida de la fe en Dios, único que puede darle amor, armonía y unidad.
Hay actitudes que, por así decirlo, «hacen el juego» al satanismo, porque más
o menos conscientemente dan impulso a la difusión del mismo en la sociedad
actual. La primera actitud es la de subestimar este fenómeno, considerándolo
un hecho marginal, sin ninguna importancia o relevancia; una especie de juego de
sociedad o de rol, cuya posible perversidad puede, de todos modos, ser
socialmente tolerada.
Otra actitud, que podemos considerar como opuesta a la primera, es la
sobrevaloración del fenómeno, que se considera excesivamente difundido, viendo
en los grupos satánicos organizaciones que siempre y en todas partes se dedican
a actividades criminales (aunque no se tengan fundados elementos para hablar de
crímenes cometidos por tales grupos) capaces de incidir en la sociedad de modo
fuertemente peligroso y desestabilizador, con las posibles consecuencias de
crear reacciones de fobia satanista o de caza al satanista.
Una tercera actitud es la que se puede definir corno fobia antisatanista,
derivada de la difusión -casi como posición tomada- de una crítica excesiva y
sistemática, algunas veces también infundada, a las organizaciones que se
oponen al satanismo; se las ve como instituciones particularmente influyentes y
en condiciones de inducir a conductas socialmente dañinas, aunque -o cuando-
las mismas se colocan correctamente desde el punto de vista científico,
cultural o religioso frente a ese fenómeno.
Consideraciones
finales
Entre las diversas preguntas que muchos se hacen en relación con el problema
del satanismo, está la que tiene por objeto la posibilidad de ver en él una
acción explícita del maligno, por ejemplo, mediante la posesión diabólica de
quien participa en ritos satánicos. Considero que tal acción no consiste tanto
en la manifestación de fenómenos preternaturales, cuanto en una exasperada
aversión hacia Dios, Jesucristo, la Virgen María, la Iglesia y todas las cosas
santas. Los posibles casos de posesión diabólica que se pueden encontrar entre
quienes participan deliberadamente en actividades satánicas, se pueden
considerar casos de tipo -por así decir- activo y no pasivo, que derivan del
hecho de que son las mismas personas las que voluntariamente se ofrecen al
demonio.
De todos modos, el principal problema social, ético y cultural de la aceptación
de las ideas y prácticas satanistas consiste en que con ello se llega a aprobar
una completa inversión de los valores: lo que objetivamente es equivocado, malo
y moralmente desordenado, se asume como modelo justo y liberador para proponerlo
a los demás; además, la asunción, típica del ambiente satánico, del lema
crowleyano: "Hacer lo que quieras será toda la ley", lleva
inevitablemente al hombre a considerar que en realidad la propia libertad no
termina donde comienza la de los demás. Para concluir, después, con la
constatación de que el hombre que diviniza la materia, que se considera dios y
así se sitúa en el lugar del Creador, inevitablemente va al encuentro de la
amarga e inevitable realidad de la propia finitud y de la impotencia humana,
sufriendo contragolpes que pueden arrastrarlo a serias consecuencias psicofísicas
con caídas de tipo depresivo.
El satanismo muestra, sin duda, una fuerte carga emocional y de evasión hacia
lo irracional, que en algunos aspectos es encubierta por una paradójica
apariencia pseudo-racional que se busca como justificación. El mal profundo que
proviene de todo esto asume aspectos y motivaciones personales y oscuras; se
concreta en los pecados personales y tiene como común denominador de los
diversos ritos, símbolos, prácticas y creencias, la negación de la recta razón
y una herida profunda a la integridad de la persona humana, cosa que se
manifiesta en las aberraciones sexuales, en la sed de poder, en la búsqueda
desmedida de dinero o de éxito, en un narcisismo exasperado; todos esos
elementos alejan del amor a Dios y al prójimo, y de la búsqueda del verdadero
bien personal y común.
En este mundo, en donde se tiene la impresión de que el mal -como quiera que se
entienda- vence al bien, creo que es cada vez más urgente dirigir a todos la
exhortación del Santo Padre: "No tengáis miedo". Esta tranquilidad sólo
puede surgir de la convicción de que la liberación del mal y la salvación
pasan a través de la obra redentora de Jesucristo, único Salvador del hombre.
©
L'Osservatore Romano, Editorial y
administración, Via del Pellegrino, 00120, Ciudad Vaticano

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